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martes, 27 de diciembre de 2022

IN FLAMES+AT THE GATES+IMMINENCE+ORBIT CULTURE-RAZZMATAZZ-BCN-27-NOV-2022



Cualquiera que siga con cierta regularidad la actualidad y las novedades dentro del mundo del hard rock y del metal en cualquiera de sus múltiples vertientes habrá podido comprobar  que durante las últimas décadas la escena sueca se ha convertido en una de las grandes animadoras dentro del panorama europeo, ya que podemos encontrar infinidad de bandas de calidad en cualquier estilo que busquemos. Quizá por ello no fue una sorpresa cuando  viendo el atractivo cartel que presentaba el pasado domingo 27 de noviembre la sala grande del Razzmatazz pudimos comprobar que las cuatro bandas que lo conformaban eran de dicha nacionalidad. Fueron uno de los pioneros dentro del death metal melódico, aunque su posterior evolución les ha granjeado más de una crítica, pero sea como sea In Flames continúan en la batalla respetando su pasado pero confiando ciegamente en su actual propuesta, y la prueba definitiva fue verles tocar composiciones de lo que será su nuevo trabajo “Foregone”, que verá la luz a principios del próximo año.

Para acompañarles en esta andadura por el viejo continente In Flames están contando con el apoyo de otro nombre mítico para cualquier seguidor del estilo como  son At The Gates, quienes aprovecharon la ocasión para reivindicarse como uno de los precursores del sonido Göteborg mientras  repasaban su discografía ponderando alguno de los mejores momentos de su última entrega “The Nightmare Of Being”. Como actos previos antes del duelo que protagonizaron  ambas formaciones contaríamos con la presencia de Imminence, que pusieron la nota discordante con  una propuesta algo diferente. Mientras que los elegidos para abrir fuego con un thrash corrosivo y con algunos toques groove fueron Orbit Culture.



Los apretados horarios de esta otoñal tarde/noche de domingo propiciaron que la primera descarga de la tarde empezara alrededor de 18 horas. Pese a ello, una considerable cola aguardaba a que se abrieran las puertas del recinto. Como decía, los encargados de abrir fuego fueron  una banda de la que un servidor no tenía muchas referencias previas: Orbit Culture. El cuarteto oriundo de Eksjö salió a por todas, con el cuchillo entre los dientes, y con la consigna de  aprovechar al máximo el poco tiempo del que dispusieron. Aunque fueron los encargados de romper el hielo disfrutaron de un sonido bastante potente y de un juego de luces que les permitió captar  la atención de los curiosos que se acercaron a comprobar como sonaba su propuesta. Y es que musicalmente las composiciones del cuarteto sueco giraron en torno a ese thrash noventero salpicado de desarrollos mas densos y rugosos, lo que propició que temas como su más reciente single, “Vultures Of North”, que fue con el que iniciaron su descarga,  sonaran como un auténtico cañón.


Derrocharon fuerza e intensidad, se les vio muy cómodos sobre el escenario, moviéndose incansablemente, liderados por un Niklas Karlsson que no se cansó de arengar al personal para que se sumará a la fiesta cuando atacaron piezas como  “North Star Of Nija”. que con sus afiladas guitarras se encargaba de pasar a cuchillo a una audiencia cada vez más numerosa y animada. Tras las obligadas presentaciones Niklas nos invitaría a sumarnos  al headbanging mientras daban  buena cuenta de un trallazo directo y de esencia netamente thrashera como fue “Strangler”, que representaba  a su EP de 2021, “Shaman”.


Pero no fueron únicamente las guitarras las que nos volaron la cabeza durante la descarga del cuarteto sueco. Y es que la sección rítmica hizo retumbar los cimientos del local durante los compases iniciales de “Carvings”, que se zanjaba con unos fraseos a lo Machine Head que hicieron que el personal de las primeras filas acabara botando. Antes de despedirse definitivamente Orbit  Culture  todavía tuvieron  tiempo de interpretar “Saw” antes de marcharse habiendo conseguido llamar la atención de más de uno de los presentes. En definitiva, buena descarga de unos Orbit Culture que sin proponer nada sustancialmente nuevo supieron jugar sus bazas para conectar con el público barcelonés.



No tardarían mucho en aparecer en escena los encargados de recoger el testigo para hacer que la velada prosiguiera. Imminence. Al igual que me sucediera con Orbit Culture, no conocía a la formación sueca que lidera el vocalista y violinista Eddie Berg. Pero a diferencia de lo que me sucedió con Orbit Culture, lo cierto es que no acabé  de entrar en su descarga, y creo que no fui el único, ya que la gente estuvo bastante más parada y expectante durante los aproximadamente 40 minutos que estuvieron sobre las tablas.


En cualquier caso, su propuesta me pareció interesante, intercalando partes muy cañeras con otros pasajes en los que gran parte del protagonismo recayó  sobre el violín que empuñó su frontman. Y es que fue precisamente el sonido del violín lo que acabó desconcertándole, ya que podían apreciarse partes que estaban tocadas en directo mientras que constantemente podías apreciar una pista pregrabada, como base rítmica,  de ese mismo instrumento. Otro detalle que no me acabó de convencer fue su puesta en escena: con muy poca luz y la constante reiteración de unas altísimas y densas columnas de humo, -que aparecían  hasta 5 o 6 veces en cada tema-, impidiéndonos incluso ver las evoluciones de los músicos sobre el escenario.


Aunque salieron de forma enérgica, brindándonos su vertiente más potente y agresiva durante los primeros compases de la inicial “Ghost”, no tardarían en aparecer esos ampulosos pasajes melódicos cargados de detalles pregrabados que no hicieron más que embarullar un sonido poco nítido y matizado. En este primera visita a la ciudad Condal la banda nos ofreció un recorrido por algunas de sus composiciones más punzantes,  así que no faltó en el repertorio de esta noche los abrasivos pasajes del oscuro y tortuoso “The Sickness”, que estuvo marcado por la densa tenacidad de sus guitarras y la alternancia entre voces rasgadas y crudos guturales.


No abandonarían el material contenido en “Turn The Light On”, proponiéndonos un rotundo cambio de timón durante “Erase”, que arrancaba con la preponderancia de los registros limpios y una dinámica más relajada y envolvente mientras las melodías de violín se encargaban de darle el toque de punzante dramatismo otorgando  al tema una orientación bastante vanguardista. Siguiendo con esa orientación más vanguardista y respaldándose nuevamente en elementos pregrabados arrancaba “Chasing Shadows”, haciéndonos navegar sin éxito por unas atmósferas más introspectivas que no acabaron de enganchar a un público que poco a poco iba desconectando de la descarga del combo sueco.


Afortunadamente la vuelta sobre sonoridades más potentes  y agresivas no tardaría en llegar cuando tras celebrar la vuelta de la música en directo la banda atacó con “Paralyzed”. Tras un pequeño desarrollo instrumental a cargo del violín tocaba encarar la recta final del show. Así que “Heaven In Hiding”, serviría para dar salida a su faceta más melódica y ambiental. Mientras que la elegida para finiquitar su presentación fue “Temptation”. Lo dicho, la cosa prometía con la propuesta de Imminence pero me dio la sensación de que los suecos no supieron conectar con un personal que empezó el show con ganas y que podríamos decir que acabó pidiendo la hora.



Para el siguiente asalto de la noche la cosa cambiaría radicalmente. Y es que los siguientes en pisar el escenario de un Razzmatatazz que a esas horas presentaba ya un muy buen aspecto fueron At The Gates, una de las bandas más influyentes de las últimas décadas y precursores de lo en su momento se denominó como Göteborg sound. Avalados por su pasado pero apostando sin reservas por el presente la banda que capitanea el incombustible Tomas Lindberg salió dispuesta a darnos una clase magistral de death metal melódico. Salieron con todo de cara. Seguramente estaban en el lugar apropiado en el momento justo, y lo cierto es que esa combinación que nos propusieron entre viejos himnos y algún zarpazo de su más reciente “The Nightmare Of Being” hizo disfrutar a un personal que no paró de ejercitar las cervicales siguiendo sus humeantes acometidas.


Ataviado con su inseparable gorra y su habitual camisa de cuadros Lindberg aparecía en escena para liderar la descomunal avanzada de unos At The Gates que desde que dieron el pistoletazo de salida con la novedosa “Spectre Of Extinction”, se mostraron absolutamente intratables, dejando que sus afiladas guitarras se convirtieran en el estilete perfecto que atenazó a un público que no paró de apoyarles. Habiendo abierto fuego de forma seminal, y tras recibir las primeras muestras de cariño del respetable, era un buen momento para echar la vista atrás por primera vez, y para ello que mejor que incitar al personal a formar circle-pits mientras la banda destripaba el tema que daba título a su obra de 1995 “Slaughter Of The Soul”, con el carismático frontman ofreciendo el micro para que cantaran los que ocupaban las primeras filas.


Acompañados por los reverenciales “oes”  del respetable y mientras Lindberg alzaba el pie de micro le llegaba el turno de “At War With Reality”, en la que el quinteto daba rienda suelta a esos desarrollos intensamente melódicos que siempre les han caracterizado para cerrar una tripleta  inicial absolutamente imbatible. Con el escenario a media luz, y mientras sonaba pregrabado “Der Widerstand”,  los miembros de la banda se reposicionaban sobre el escenario para dejar que la atronadora batería de Adrian Erlandsson se encargará de marcar el tempo de arranque que anunciaba la llegada de  “To Drink For The Night Itself”, que fue la elegida para representar a su obra de 2018.


Con Mr. Lindberg deshaciéndose de su habitual camisa de cuadros, el paseo militar del combo sueco prosiguió con otra de las que puso literalmente la sala patas arriba “Cold”, que con su particular duelo de guitarras hizo que el personal no parara de moverse mientras el frontman  se aproximaba al filo del escenario antes de agitar su micro en círculos con el cable. Al igual que sucediera en su magna obra de 1995, “Slaughter Of The Soul”, la siguiente en sonar fue “Under A Serpent Sun”, combinando melodía y velocidad para poner de manifiesto el porqué casi tres décadas después de su publicación el último trabajo que lanzaron durante su primera etapa sigue siendo uno de los más apreciados por sus seguidores.


Pero no, que nadie piense que At The Gates son de aquellas bandas que basan su repertorio en su glorioso pasado, para nada. De modo que con los músicos posicionados de espaldas al respetable mientras a través del P.A. sonaba la oscura y apocalíptica alocución de “El Altar Del Dios Desconocido”, para rápidamente centrar el objetivo sobre los riffs reptantes y pantanosos de “Death And The Labyrinth”, que ponía nuevamente  al personal a saltar. No tardarían mucho en volver a pisar el acelerador a fondo, ya que para adentrarnos en la recta final del show optaron por la seminal “Blinded By Fear”, un alarde de death metal “old school”, que castigó sin compasión nuestras maltrechas cervicales.


El remate para una descarga que se nos hizo muy corta correría por cuenta de las melodías más atmosféricas y embelesadoras que marcaron los compases iniciales de “The Night Eternal”, que fue creciendo progresivamente hasta convertirse en un huracán sonoro. En cuanto a la despedida la banda se fue retirando poco a poco del escenario, un músico tras otro, mientras la música seguía sonando hasta quedar desierto.  Fantástica y escueta descarga de unos At The Gates que gustaron y convencieron, y es que siempre es una delicia ver  en directo y en buen estado de  forma a una banda que marcó, junto a muchas otras, uno de los caminos en la evolución del death metal durante la década de los noventa.



A diferencia de lo que sucede con At The Gates, los encargados de cerrar la velada In Flames son un claro ejemplo de cómo una banda puede cambiar su propuesta y adaptarla a los nuevos tiempos. Los suecos nunca han tenido miramientos a la hora de evolucionar e introducir nuevos matices y sonoridades en su propuesta,  y un Razzmatazz casi lleno fue la constatación definitiva de que pese a las críticas de algunos, -entre los que un servidor se cuenta-, la banda ha sabido llegar a diferentes generaciones de metaleros. Y es que  tanto el montaje, como el equipo de luces que presentaron dejaban claro que nos enfrentábamos al directo de una banda realmente grande. Además, por si el carisma y las tablas de sus  miembros no fueran  suficiente, hay que destacar la buena labor que hace su última incorporación, el guitarrista Chris Broderick.


Evidentemente si hablamos del repertorio cabe remarcar que fue de lo más variado, con una buena representación de lo que podríamos denominar como su etapa clásica. Eso si, con los temas perfectamente adaptados a cómo suena el combo de Göteborg actualmente. Una de las pocas pegas que se pueden poner a su descarga fue que a las guitarras les faltó algo de garra, no de volumen, si no de fiereza de intensidad, algo que creo hubiera hecho que sonaran algo más contundentes y matadores, especialmente durante los primeros compases del show. En cualquier caso, con un Anders Fridén al frente, que apareció con camiseta blanca y ataviado con su inseparable gorra, la banda salió dispuesta a arrasar con todo a su paso, así que desde que abrieron fuego con una pieza de nuevo cuño como fue “The Great Deceiver” se vio que la conexión con el personal fue absoluta, y ver a las primeras filas botando sin parar fue buena prueba de ello.


Tras una arrolladora primera toma de contacto que nos dejaba la estampa del personal elevando los cuernos al aire siguiendo las indicaciones del vocalista era un buen momento para proponernos una primera mirada al pasado, y para ello que mejor que un “Pinball Map”, que desató la locura entre unos incondicionales que no dejaron de saltar mientras Mr. Gelotte se encargaba de rubricar el tema con un apabullante desarrollo solista. Lo habían hecho, en poco más de diez minutos la banda tenía al personal completamente entregado, comiendo de su mano. Así que lo que  vino a continuación, con una retahíla de cortes  clásicos, fue todo un festín para sus fieles.


“Cloud Connected”, rescatado de “Reroute To Remain”, fue la elegida para adentrarnos en esas ambientaciones y desarrollos más melódicos que nos dejaban con el público  acompañando con palmas. Mucho más aguerrida y contundente sonó la pieza que abría su primer largo de 1994, “Lunar Strain”, “Behind Space”, que arrancaba con todos los músicos encaramados sobre las diferentes tarimas que había repartidas a lo largo del escenario para zanjarse con un descomunal duelo entre Gelotte y Broderick. Pero no fue está la única escala que hicieron en el material publicado durante la década de los noventa, ya que la siguiente en sonar fue “Graveland”. Con el escenario teñido de rojo y con el personal cada vez más animado llegaba el turno de “The Hive”. Mientras que la escogida para cerrar este abrumador capítulo que les sirvió para repasar sus primeros años optaron por la pieza que prestaba título a su cuarto redondo “Colony”, que con el escenario nuevamente teñido de rojo ponía a todo el mundo a botar como si no hubiera mañana.


El nivel de intensidad no decreció, ya que la gente no paró de botar y cantar durante la imprescindible “Only For The Weak”, que se convertía en uno de los momentos de la noche hasta tal punto que Anders nos grabó para guardarse el recuerdo. Sin darnos tiempo para recuperar el aliento y fundida con el tema anterior arrancaba un “Leeches” absolutamente bestial, con las primeras filas convertidas en un campo de batalla.


El momento de recuperar el aliento llegó durante una de las charlas de Anders Fridén, la que precedió a “Foregone Pt. 1”, otra de las nuevas composiciones que formará parte de su próximo trabajo “Foregone”, que se publicará a principios del próximo mes de febrero. Para bajar momentáneamente el nivel de revoluciones que estaba llevando el show apostaron por  los compases iniciales de “Wallflower”, que fue creciendo progresivamente hasta convertirse en la infranqueable pared sonora que creó la dupla Gelotte/Broderick para acabar recabando una estruendosa ovación. El último de los estrenos de la noche fue “State Of Slow Decay”, que fue muy bien recibida  gracias a su incendiaria velocidad y su esencia netamente old school.



Para encarar la recta final de su presentación el combo sueco optó por ofrecernos una doble ración del material contenido en su obra 2008, “A Sense Of Purpose”. La primera en sonar fue “Alias”, con la que la banda daba rienda suelta a su faceta más melódica y vanguardista mientras el personal entregado acompañaba con palmas para acto seguido hacer que la sala se viniera literalmente abajo cuando tras hacernos gritar el frontman anunció que había llegado el momento de hacer un gran circle-pit para acompañar  “The Mirror’s Thruth”.


Antes de despedirse definitivamente Anders todavía tuvo tiempo para presentarnos a todos sus compañeros, siendo el primero su nuevo fichaje: Chris Broderick, quien se mostró de lo más cómodo e integrado a lo largo de toda la velada. Pero como decía el fin de fiesta estuvo marcado por la efusividad de unas primeras filas que no dejaron de moverse durante “I, The Mask”, con el bajista Bryce Paul dando la replica vocal a Fridén, y la arrolladora pegada de una seminal “Take This Life”, que nuevamente ponía a toda la sala a saltar poniendo un brillante broche a la velada.


He de admitir que soy de los que hace tiempo que perdió el interés en los lanzamientos de estudio de In Flames. Pero de la misma forma he de reconocer que la banda sigue teniendo un directo rotundo, convincente  y arrollador, y que tal y como quedó patente en su descarga en la Ciudad Condal saben como conectar con sus seguidores para hacerles disfrutar  al máximo.





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