Cuando una banda relativamente nueva como son Beast In Black pasa por nuestro país dejando a su paso salas llenas y a un público con una sonrisa dibujada en el rostro es que algo están haciendo bien. Evidentemente, pese a que su propuesta está enmarcada dentro del power metal, poco tiene que ver su sonido con el de los icónicos y laureados “Keepers”, ya que la banda apuesta por un sonido más actual y contemporáneo, en el que son tan necesarios como evidentes las sonoridades y efectos pregrabados. No era esta la primera vez que la formación que lidera Yannis Papadopoulus pisaba nuestros escenarios, y es que anteriormente habíamos tenido ocasión de verles tanto en salas como en festivales, destacando muy especialmente su aparición en uno de los escenarios principales del Leyendas del Rock 2019.
Y es que la visita de Beast In Black había despertado bastante expectación entre la audiencia catalana, y la verdad es que me gustó mucho comprobar el amplio abanico de edades que engloba a sus seguidores, ya que entre los presentes vimos a bastantes chavales jóvenes pero también a algunos fans más talluditos. Además como aperitivo antes de la salida de Beast In Black contaríamos con una banda ya veterana dentro de la escena europea como son Firewind, la banda que lidera el guitarrista Gus G., quienes capitaneados vocalmente por Herbie Langhans aprovecharon la ocasión para repasar algunos de los clásicos de la banda junto a algún destello de lo que fue su última entrega homónima que vio la luz a mediados del pasado 2020.
Evidentemente para el gran público el virtuoso guitarrista griego siempre será recordado por formar parte de la banda del mítico Ozzy Osbourne, con quien realizo varias giras y grabó “Scream”, pero lo cierto es que Gus G. tenía ya un bagaje previo, y lo que es más importante un futuro por delante con sus Firewind. Viejos conocidos de la audiencia catalana la banda salió confiada y dispuesta a mostrar los galones que les otorgan casi 25 años de andadura, pese a los cambios de formación, dando cancha a una de las composiciones de su último redondo “Welcome To The Empire”, con la que dejaban patente por si todavía había alguno entre los presentes que no les conocía que los suyo es el power metal melódico. Aunque el sonido fue algo irregular durante los compases iniciales del show, la cosa poco a poco fue mejorando así que cuando las columnas de humo se alzaron anunciándonos la llegada de “I Am The Anger” todos supimos que había llegado el momento de corear el estribillo junto al propio Gus G., que fue quien se encargó de dar la replica en los coros al vocalista alemán.
Un detalle que me gustaría destacar en que Firewind en todo momento sonaron como una banda, por supuesto que Gus G., destacó por encima de sus compañeros pero en ningún momento los eclipsó, pese a que Herbie Langhans desapareció en más de una ocasión cuando sus compañeros se adentraban en esos extensos desarrollos instrumentales. En cualquier caso, el frontman germano fue quien ejerció como maestro de ceremonias anunciándonos que esta noche repasaríamos temas de las últimas dos décadas durante los prolegómenos del hímnico “Head Up High”. Ese recorrido por toda la carrera de Firewind hizo escala en aquel ya lejano “Between Heaven And Hell”, para rescatar para alegría de sus fans más veteranos los fraseos neoclásicos de “Destination Forever”.
No puede decirse que Firewind perdieran el tiempo en charlas ni largas presentaciones, y es que Herbie se mostró comedido y certero a la hora de los parlamentos, con lo que el show resultó vibrante y muy dinámico, permitiendo que temas como el rápido “World On Fire”, resultaran idóneos para levantar el animo de una audiencia que estaba disfrutando al máximo del show. Tampoco faltó la exhibición de Gus G., armado con su guitarra luminosa, durante la instrumental “The Fire And The Fury”, que fue la escogida para volver a visitar las composiciones de “Burning Earth” y acabar recabando una cerrada ovación que fue correspondida con una reverencia del “hacha” griego.
Aunque consiguió movilizar al personal, debo confesar que no me acabó de convencer que para cerrar su presentación Firewind optaran por un clásico popero de los ochenta como fue “Maniac”, aunque ver a toda la sala cantando y bailando fue la mejor manera de rubricar una escueta pero vibrante presentación. Lo dicho, no creo que Gus G. y sus muchachos defraudaran a sus seguidores. Gustaron, convencieron y nos hicieron pasar un buen rato, dándonos la oportunidad de verles en acción a los que faltamos a su cita como cabezas de cartel a principios del pasado año.
El crecimiento a nivel de popularidad de Beast In Black es incuestionable. En poco tiempo la banda se ha convertido en uno de los valores emergentes dentro de la escena metálica europea. Pero que nadie se lleve a engaño, ya que su propuesta pese a sonar novedosa entronca directamente con las fuentes clásicas, y no lo digo únicamente porque entre sus filas nos reencontramos con el guitarrista Kasperi Heikkinen a quien muchos recordarán por sus años en U.D.O., sino porque muchos de sus riffs junto a esos movimientos sincronizados nos hacen viajar directamente a otra época. La expectación era máxima, una sala prácticamente llena aguardaba el desembarco de Beast In Black mientras la espera, como no podía ser de otra forma, era amenizada por clásicos de Def Leppard y Black Sabbath.
En cuanto a su montaje escénico lo más llamativo fueron los dos bustos femeninos ubicados dentro de una especie de cámaras de criogenización que estuvieron colocadas a ambos extremos del escenario, un gran telón de fondo y un vistoso juego de luces que ayudó a potenciar algunos de los momentos estelares del show. Tampoco faltaron en la indumentaria escénica del quinteto el cuero, las tachas, las guitarras en forma de flecha, o la calavera que presidió el kit de batería de Atte Palokangas. Derrochando vitalidad y, sobre todo, un buen rollo que no tardó en contagiarse al respetable, la banda aparecía en escena tras una intro para dar el pistoletazo de salida al show con la
riffera “Blade Runner”, que ponía al público en movimiento mientras los músicos no dejaban de animar y mover la cabeza mientras agitaban sus coloristas instrumentos.
La fiesta no había hecho más que comenzar, así que para seguir entonando al personal que mejor que invitarnos a saltar mientras levantábamos nuestros cuernos al aire para acompañar “Eternal Fire”, que nos dejaba con el primer intercambio entre Kabanen y Heikkinen mientras aparecían en escena las columnas de humo y Yannis Papadopoulos se perdía entre bambalinas para regresar posteriormente para rematar el tema y acabar recabando la primera gran ovación de la noche. Pese a que como comenté anteriormente los teclados y la gran mayoría de los coros fueron disparados, me gustó mucho la labor del vocalista griego, mostrándose solvente a la hora de atacar sus partes solistas, permitiéndose incluso algún alarde en temas como “Die By The Blade”. Tras darnos la bienvenida y agradecernos nuestra presencia durante el primer speech de la noche tocaba volver a incidir sobre su material más reciente, y para ello que mejor que confiar en las pinceladas electrónicas de “Revengeance Machine”, para posteriormente sumergirnos de lleno en “Unlimited Sin”, que era la responsable de que todos nos pusiéramos a saltar mientras Yannis volvía a tirar de agudos.
De entre las nuevas composiciones una de las que mejor acogida obtuvo fue “Moonlight Rendezvous”, con una banda desatada y un público que no se quedó atrás y que no paró de moverse y agitar la cabeza. Me sorprendió que para el siguiente tema de la noche, el pegadizo “Crazy, Mad, Insane”, la banda prescindiera de la divertida puesta en escena que utilizó en anteriores giras, con los músicos luciendo unas llamativas gafas en las que podía leerse el título del tema. Pero si algo tenían claro los seguidores de Beast In Black era que esta era una noche para cantar, así que el rugido de la audiencia se tornó ensordecedor cuando llegó el momento de acompañar a Yannis durante “Sweet, True Lies”, mientras las columnas de humo volvían a alzarse frente a nuestros ojos.
Con la banda perfectamente engrasada, tanto musical como a nivel de coreografías, y con un público que no estaba dispuesto a descansar, tocaba encarar la segunda mitad del show con otra de las nuevas que tiene potencial para convertirse en un himno para sus seguidores “To The Last Drop Of Blood”. Uno de los pocos momentos en los que la banda levantó el pie del acelerador fue durante “Oceandeep”, con la que bajaban momentáneamente el nivel de revoluciones del show para dejar que Yannis volviera a lucirse mientras el recinto se llenaba de teléfonos que querían capturar el momento.
Pero ese remanso de paz fue tan sólo un fugaz espejismo, ya que la banda comandada por la imponente pegada de Atte Palokangas volvería a acelerar los tempos para reivindicarse con la pieza que presta nombre a la formación “Beast In Black”. Algo más insulsa, sintética y falta de pegada me resultó “Hardcore”, un tema que sus seguidores disfrutaron intensamente pero que a mí me resultó bastante frío y hasta predecible, con un ritmo muy marcado y una nueva ración estribillos “disparados”. El cambio de registro llegaría con la camaleónica “Born Again”, que fue creciendo paulatinamente hasta convertirse en un trallazo incontestable. Mientras que para poner el punto y seguido a la velada no abandonarían el material de su ópera prima para ponernos a todos a saltar, una vez más, con el vibrante “Blind And Frozen”.
En definitiva, noche de consagración para unos Beast in Black que enamoraron a sus seguidores y que abandonaron la Ciudad Condal con el objetivo real de regresar pronto para intentar el asalto a una sala de mayor capacidad. En cualquier caso, y viendo las cosas con perspectiva, lo cierto es que a un servidor le sobraron muchos elementos pregrabados y le faltó la frescura y espontaneidad que se le puede exigir a una banda que esta luchando por convertirse en un referente importante dentro de la escena europea de cara a los próximos años.
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