Hay músicos que son claves dentro de una escena musical concreta. Si hablamos de metal extremo durante la década de los noventa en el norte de Europa no podemos dejar de mencionar a Abbath Doom Occulta quien desde 2015 está centrado en dar continuidad al proyecto que lleva su nombre: Abbath. Para dar el pistoletazo de salida a este nuevo año en cuanto a conciertos internacionales metaleros se refiere en la Ciudad Condal el combo noruego arribaba a la sala Salamandra para presentar su tercer largo “Dread Reaver”. Para acompañarles en su retorno a la capital catalana contarían con el respaldo de las huestes que lidera el polifacético Joel Grind:Toxic Holocaust. Mientras que los encargados de abrir fuego y calentar el ambiente fueron los británicos Hellripper.
No suele ser muy habitual que cuando aparecen en escena los encargados de abrir la velada la sala presente ya un nutrido aspecto, pero es que Hellripper son una gema para todos los seguidores de las sonoridades extremas. La formación británica que capitanea James McBain se ha fraguado una excelente reputación con trabajos tan seminales y aplastantes como “The Affair Of The Posions” o su más reciente “Warlocks Grim & Withered Hags”, combinando de forma magistral elementos del speed, el black, y todo ello convenientemente aderezado con múltiples pinceladas y guiños a las bandas más clásicas y legendarias de la N.W.O.B.H.M.
Pese a que Hellripper están concebidos como un “One Man Project”, lo cierto es que en directo, -en formato de cuarteto-, sonaron como auténtica apisonadora. Dispuestos a incendiar el recinto, sabedores de que entre los presentes contaban con un buen número de incondicionales, las huestes que lidera Mr. McBain irrumpieron en escena dispuestos a no hacer prisioneros. La de esta noche era una fantástica ocasión para convencer a los suyos y captar nuevos adeptos para su causa y trallazos certeros, humeantes e incontestables como “Hell’s Rock ´´N Roll”, y “Nekroslut”, acabaron convirtiéndose en la mejor carta de presentación para quienes todavía no les conocían, y en la gasolina perfecta para que los más devotos empezaran a menear la cabeza siguiendo su trepidante ritmo.
Pese a ser un cuarteto, lo cierto es que el sonido de la banda durante muchos pasajes del show me recordó a los Motörhead más clásicos. Sin embargo, fueron piezas como “Demdike (In League With The Devil)”, las que sirvieron para que el recinto quedara impregnado con un hilarante aroma a azufre mientras los incondicionales de las primeras filas se abandonaban al pogo y el headbanging. Incisivos, gamberros y con muchas ganas de divertir al personal, la descarga de los británicos prosiguió con otro retazo de su más reciente “Warlocks Grim & Withered Hags”, dando buena cuenta de las coreables melodías del desternillante “Goat Vomit Nightmare”, que nos dejaba con algún fugaz pasaje más comedido de lo que en ellos suele ser habitual.
El cambio de registro no tardaría en llegar con el inicio lento y pesado que marcó los compases iniciales de “The Affair Of The Poisons”, pero fue tan solo un espejismo ya que no tardaron en volver a golpearnos inmisericordemente con otra nueva ración de zapatilla. Tampoco se dejaron en el tintero esos guiños a la escena thrasher americana con bombazos como el que abre su última referencia de estudio, “The Nucklelavee”, comandada por unos riffs que podrían haber firmado los mismísimos Slayer en 1986.
A estas alturas estaba claro que Mr. McBain y sus muchachos estaban convenciendo a la audiencia barcelonesa. De modo que para rematar su explosiva descarga que mejor que mirar al pasado para volver a incidir en su devoción “Motörheadiana”, con la imparable “From Hell”, que hacía que la acción no se detuviera en los aledaños del escenario. El rollo demoniaco y apocalíptico, con el personal coreando el estribillo, hizo que “All Hail The Goat”, se convirtiera en uno de los momentos de la noche. Mientras que la elegida para poner el broche definitivo a sus escuetos cuarenta minutos fue “Headless Angels”.
Sin paliativos, Hellripper llegaron tocaron y arrasaron con todo a su paso, devastando y convenciendo a una audiencia que se quedó con ganas de más. Esperemos que no tarden en regresar.
Consumido el primer acto de la noche y tras el habitual receso le llegaba el turno a Toxic Holocaust. Al igual que sucediera con los encargados de abrir la velada, hablar del combo americano es hablar de la “criatura” del polifacético instrumentista Joel Grind, quien lleva más de dos décadas alimentando esta aventura que combina en su propuesta sonoridades del speed, el thrash y el black. Pese a ser un “One Man Project”, los americanos forman como trío en sus apariciones en directo con lo que su sonido sucio y afilado a partes iguales puede llegar a recordar al de nombres insignes como el de los británicos Venom e incluso a los primeros Celtic Frost.
Aunque Toxic Holocaust se marcaron un buen show, lo cierto es que la respuesta del público no fue tan efusiva como con Hellripper. En cualquier caso, la banda se mostró potente y muy resolutiva sobre el escenario. Tan irreverentes como muchos esperábamos, el combo americano dio el pistoletazo de salida a su descarga con “Bitch”. Pese a que la mayor parte de las miradas recayeron sobre su líder, cabe destacar que su compañero a las seis cuerdas, Rob Gray, no paró de moverse mientras, ataviado con su camiseta de Anthrax y empuñando su guitarra verde, atacaba los aplastantes riffs de “Silence”.
Pese a la prolífica producción discográfica de Mr. Grind, su última obra de estudio “Primal Future:2019”, queda ya bastante atrás. Así que el repertorio de esta noche estuvo salpicado de composiciones de todos sus lanzamientos, con lo que no faltaron las devastadoras ráfagas de rabia contenidas en “Gravelord”, que fue la escogida para reivindicar lo que fue su tercer largo de 2008, “An Overdose Of Death”. La crudeza sonora no se detendría ya que la elegida para dar argumentos de peso para que los más animados siguieran ejercitando las cervicales fue “Acid Fuzz”, que con esa sucesión de riffs efectivos y garajeros mantenía el nivel de intensidad.
Pero si alguien dudaba de que lo mejor hacen Mr. Grind y sus secuaces es pisar el acelerador al máximo, el trío aún metería una marcha más para acelerar todavía más el paso durante “Wild Dogs”, volviendo a incidir en su obra de 2008, que curiosamente fue el trabajo más visitado durante la descarga de esta noche. El cambio de registro llegaría con la entrada grandilocuente y demoniaca del siempre efectivo “I Am Disease”, que llegó acompañado de los “oes” del respetable mientras todos levantábamos los puños como si de una oscura ceremonia se tratase.
No tardarían mucho en regresar los riffs lacerantes y la velocidad desbocada, y es que la batería se encargaría de propulsar ese demoledor zarpazo que lleva por título “War Is Hell”, que puso a gran parte del respetable a corear junto a la banda su aplastante estribillo. Sin apenas darnos tiempo para reponernos del impacto, el bajo de Joel se encargaría de rasgarnos la yugular antes de que el frontman gritara “Thrash” para desatar la euforia entre las primeras filas mientras el trío desgranaba “In The Name Of Science”. Sin embargo, y de forma sorpresiva”, Reaper’ s Grave”, gozó de una respuesta bastante más tibia por parte de un respetable que se lo estaba pasando en grande.
Para rematar su descarga el trío se reservó “Death Brings Death”, que nos pasó por encima como un tren de mercancías a punto de descarrilar, la despiadada “Nuke The Cross”, toda una lección de thrash/speed, que deja muy a las claras cuáles son algunas de sus principales influencias. Mientras que para rubricar su descarga optaron por las tesituras más heavy metaleras de “The Lord Of The Wasteland”. Divertidos, oscuros y con un punto de satánica macarreria Toxic Holocaust dejaron claro sobre el escenario que son una banda que divierte y convence en sus presentaciones.
Lógicamente el pasado pesa, y mucho, en la trayectoria de Abbath, y él lo sabe. Seguramente muchos de los que esta noche acudieron al Salamandra lo hicieron atraídos por la mística que encierran obras como “Pure Holocaust” o “Battles In The North”, quizás por ello aunque el material de ambos trabajos no tuvo espacio en el repertorio, si que las composiciones de Immortal tuvieron un peso destacado durante el show. Tras la aparición del resto de la banda el último en tomar posiciones fue el propio Abbath para rápidamente dar el pistoletazo de salida con el ritmo marcial y apocalíptico de “Triumph”. Tras recibir la cálida acogida de unos seguidores que le recibieron con los brazos abiertos, y con los cuernos al aire, tocaba empezar a repasar su trabajo de 2022. De modo que la implacable lluvia de riffs infecciosos y baterías desbocadas se encargaría de conducirnos a través de “Acid Haze”.
Quizás no fuera el tema más celebrado de la noche, pero con “Dream Cull”, Abbath y sus acólitos demostraron que pese a las críticas recibidas ese halo de fría maldad sigue presente todavía en sus composiciones. La primera mirada sobre su anterior “Outsider” serviría como excusa para adentrarnos en los terrenos más majestuosos y grandilocuentes de “Hecate”, que en su parte intermedia dejaba espacio para que el rugido de los más fieles se dejara notar con fuerza mientras el carismático frontman miraba a las primeras filas con una de sus características muecas demoniacas.
Otra mirada al pasado personal del propio Abbath nos conduciría sobre “Battalions”, una de las composiciones que grabó para lo que fue el único largo de I en 2006, “Between Two Worlds”. De lo que fue su primer lanzamiento en solitario no faltó esta noche el inquietante y demoledor “Ashes Of The Damned”, que fue de entre las propias de las que mejor acogida obtuvo, con la batería de Ukri Suvilehto marcando implacablemente el paso mientras el resto de la banda nos liquidaba alternando fraseos humeantes con pasajes más crujientes y compactos.
Con el propio batería de pie tras su kit arrancaba “Dread Reaver”, con el que bajaban el nivel de revoluciones para invitarnos a transitar por su fangoso riff. Acto seguido tocaba volver a elevar el nivel de euforia del personal. Así que para hacer resucitar a los más adeptos que mejor que echar la vista atrás para recuperar “In My Kingdom Cold”. Pero no, no se cerraría aquí el capítulo dedicado a los míticos Immortal, ya que acto seguido le llegaría el turno a los tempos más cadenciosos del pertubador “Tyrants”, brindándonos así un doble recuerdo a lo que fue “Sons Of Northern Darkness”.
Como decía anteriormente, pocas fueron las concesiones que Abbath se permitió a su catálogo noventero. Quizás por ello uno de los momentos más calientes de la velada llegó cuando el cuarteto se abalanzó sobre “Nebular Ravens Winter”. El contraste entre el pasado y lo que es el presente del frontman quedaría plasmado durante los veloces ataques que nos propusieron a lo largo de “The Artifex”, que fue la escogida para volver a incidir sobre “Outsider”. No creo equivocarme al decir que a estas alturas Abbath había conseguido reconciliarse con aquellos seguidores que se mostraron críticos en sus anteriores visitas. De modo que para acabar de redondear una notable descarga que mejor que someternos a los ritmos marciales de “Winter Bane”.
Antes de abandonar definitivamente las tablas el cuarteto todavía tendría tiempo de ofrecer otro regalo a sus seguidores. En esta ocasión en forma de cover: “Warrior”. Para dejar que el broche definitivo lo pusiera “Endless”. En definitiva, buen concierto de Abbath, que en esta ocasión dejó a sus seguidores con un buen sabor de boca. Aunque personalmente creo que debería apostar un poco más por el material de sus tres discos, y dejar en su repertorio tan solo un par de guiños a lo que fueron sus bandas anteriores.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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