Habiendo seguido la trayectoria de la banda desde hace muchos años, y analizando su prolífica producción discográfica con perspectiva, creo que Hamlet son una de las formaciones que mejor han sabido plasmar la evolución del metal en sus diferentes trabajos. Quizás por ello su carrera puede dividirse en etapas bien diferenciadas, aunque todas ellas tienen en común la garra, la intensidad, la calidad y la actitud de unos músicos que siguen saliendo con hambre cada noche y dispuestos a arrasar con todo a su paso. Y eso es algo que todos sus fans sabemos y apreciamos.
Aunque en esta ocasión no traían nuevas composiciones que presentar, su última entrega de estudio “Berlín” data de finales de 2018, la formación que lideran el guitarrista Luis Tárraga y el vocalista J. Molly llegaba a la sala Salamandra para brindarnos la oportunidad de revivir, en esta gira conmemorativa que está recorriendo todo el país, algunos de los momentos más destacados que nos dejaron en la trilogía que en su momento, -finales de la década de los noventa y los albores de este siglo XXI-, conformaron “Revolución 12.111” (96), “Insomnio”, (98), y “El Infierno”(2000). Como no podía ser de otra forma el público barcelonés no dio la espalda al combo madrileño, de modo que el local acabó registrando una magnífica entrada, congregando a una audiencia de lo más variada y heterogénea, tanto en edad como en gustos musicales.
Esta noche los protagonistas de la velada no contaron con la participación de ninguna banda invitada que se encargara de calentar el ambiente, con lo que se presagiaba que el repertorio iba a ser bastante extenso. Con la impaciencia palpándose entre una audiencia que parecía deseosa de que la velada diera el pistoletazo de salida, sonaba a través del P.A., la habitual introducción de los madrileños extraída del clásico noventero de Quentin Tarantino “Pulp Fiction” se fundió con los primeros compases grabados del tema de apertura “El Mejor Amigo De Nadie”. Como en ellos suele ser habitual, la banda salió a por todas, capitaneados por un J. Molly que apareció sobre las tablas luciendo una llamativa chupa.
Sin embargo, el montaje escénico fue bastante sobrio, contando únicamente con el nombre de la formación en la parte trasera del escenario, y unas pequeñas tarimas que sirvieron para impulsar los “vuelos” de los músicos, especialmente los de Luis Tárraga que no dejó de botar durante todo el show. Pero es que Hamlet necesitan poco más que su música para poner cualquier recinto patas arriba. De modo que cuando el personal reconoció los compases iniciales de la introspectiva “Denuncio A Dios”, -que nos dejaba la imagen del vocalista firmemente aferrado a su pie de micro antes de invitarnos a todos a cantar-, y la posterior “Vivir Es Una Ilusión”, se pudo palpar la perfecta sintonía entre la banda y sus entregados seguidores.
Todos, absolutamente todos, tanto banda como público, teníamos ganas de saltar, de desfasar, de cantar junto a J. Molly, así que la sala estalló al proponernos el quinteto el tema que abría “Insomnio”, “Tortura-Visión”. Acto seguido serían las guitarras de Tárraga y Ken HC las que se encargaron de darnos la entrada a “Poseer Bajo Sumisión”, provocando que el movimiento no se detuviera en los aledaños del escenario, con el personal completamente desatado siguiendo la imponente pegada de la batería de Paco Sánchez. No abandonarían el material de “Revolución 12.111”, ya que la siguiente en caer fue “Creerse Dios”, que sirvió para que los músicos alternaran pasajes más densos y pesadumbrosos con ráfagas incontestables de furia metalera, y que se zanjaba con Molly agachado espetando a las primeras filas su crítico mensaje.
A lo largo de la velada pudimos vivir varios momentos verdaderamente memorables, instantes en que público y banda fueron uno. Y precisamente uno de los más intensos, en los que la temperatura subió en la sala, fue durante el apabullante tándem que conformaron “Dementes Cobardes” y “No Me Jodas”, con Molly prestando el micro a Tárraga para que también colaborara a la hora de rubricar su aplastante estribillo mientras el personal levantaba el dedo corazón. Evidentemente, muchas son las letras con altas cargas de crítica social que los madrileños han firmado a lo largo de su carrera, tratando temas de plena actualidad en su momento pero que desafortunadamente a día de hoy siguen conservando plena vigencia. De modo que esta noche no podían faltar temas como el corrosivo “Muérdesela”, con Molly rapeando antes de invitarnos a un wall of death en otro de los momentos culminantes del show.
Después de que Molly nos recordara que para esta nueva gira conmemorativa han sumado el material de “El Infierno”, nos tocaba adentrarnos de lleno en su trabajo del año 2000 para dejar que la base rítmica que conforman Paco Sánchez y el bajista Álvaro Tenorio se encargara de flanquearnos el paso hacia al tortuoso “Mi Nombre Es Yo”, que cosechó una cerrada ovación. Una vez más, todo el público volvería a saltar durante los desarrollos más marchosos de “Buena Suerte”, que nos dejaba la estampa de un Molly pletórico, rasgando al máximo sus cuerdas vocales encorvado sobre una de las tarimas que había repartidas a lo largo del escenario.
Fue una noche de alta intensidad. Hubo caña, mucha caña. También pasajes rápidos, aunque tampoco faltaron las atmósferas más inquietantes y opresivas en temas como “Donde Duermo Hoy”, que arrancaba con su fantástica línea de bajo para luego ir creciendo hasta explotar definitivamente. En una línea similar, aunque centrándose más en la vertiente introspectiva, dando cancha a unas guitarras más envolventes y atmosféricas sonó “No Soy Igual”, un tema que he de reconocer que en su momento no me convenció pero que con el paso de los años me parece de lo más intenso y emocional que la banda ha grabado.
Para encarar la recta final del show el combo madrileño volvería a centrar su objetivo sobre el seminal “Revolución 12.111”, el segundo trabajo que grabaron junto al afamado productor Tom Morris. Introducida por el bajo de Álvaro Tenorio arrancaba “El Color De Los Pañuelos”, subiendo los ánimos de un personal que se entregó al máximo cuando reconoció esa bomba de relojería que lleva por título “Habitación106”, que nos bajaba a banda y público moviéndose incansablemente. Acto seguido llegaba el momento de poner el punto y seguido al show, y para ello que mejor que proponernos una reflexión sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta: “Egoísmo”, cuya letra lamentablemente sigue estando a la orden del día.
Con la audiencia coreando enfervorizadamente el nombre de la banda, los músicos no tardarían en retomar sus respectivas posiciones para sepultarnos bajo los pétreos riffs que marcaron el arranque de “No Me Arrepiento”. El momento de que todos volviéramos a botar llegaría con las sonoridades más melódicas del implacable “Antes Y Después”, que fue coreada con absoluta devoción. Pero estaba claro que una cita como la de esta noche tenía que cerrarse por todo lo alto, con la banda mostrando su faceta más agresiva y aguerrida. De modo que el sprint final para la fulgurante descarga de unos Hamlet que se mostraron en plena forma estuvo protagonizado por “Tu Medicina”, con la audiencia cantando partes del tema ante la cara de satisfacción de los músicos y, como no, la aplastante y demoledora “J. F.”, tras la que los músicos abandonaron el escenario dejando en el ambiente la sensación de un triunfo incontestable.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLES OLIVER
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