miércoles, 20 de marzo de 2024

AMARANTHE+DRAGONFORCE+INFECTED RAIN-APOLO-BCN-13-MAR-2024



Los festivales acostumbran a ser la oportunidad perfecta para que las bandas emergentes lleguen a audiencias importantes. Pero para conseguir tener en sus carteles un lugar destacado toca recorrerse en invierno  el circuito de salas. Sin duda, eso es algo que saben muy bien las dos bandas que encabezaban el cartel de esta noche en la céntrica  sala Apolo de Barcelona. Muchas han sido las ocasiones que hemos tenido  oportunidad de ver en vivo a unos Amaranthe que poco a poco han ido construyéndose su propia   identidad sonora  gracias a la fusión de metal, elementos electrónicos, estribillos pegadizos y todo ello impulsado por su fantástica tripleta de voces. Tampoco le van a la zaga, en cuanto a personalidad musical se refiere, los chicos de DragonForce quienes siempre han apostado por ese power metal cargado de velocidad, buen rollo y melodías que recuerdan a las míticas recreativas de la década de los ochenta.


Además, por si esta unión de fuerzas no resultará suficientemente atractiva para la audiencia barcelonesa, los encargados de completar el cartel, y ejercer como animadores de una velada que prometía emociones fuertes, fueron Infected Rain, una banda trabajadora, que parece que vive en la carretera, y a la que hemos tenido ocasión de ver en diferentes ocasiones por aquí, dejando siempre a su paso unas fantásticas impresiones. Sin duda, esa frenética actividad en vivo ha servido para que la formación que lidera la explosiva vocalista Lena Scissorhands cuente en la actualidad con una nutrida facción de devotos incondicionales.



El ajustado timing de la jornada propició que la hora  prevista para el inicio de las actuaciones se adelantará notablemente. Así que cuando un servidor consiguió acceder al recinto, -sobre  las 18,40 horas-, la formación Moldova ya estaba descargando su explosivo cocktail de nu-metal, death core y elementos electrónicos. He de reconocer que me sorprendió muy positivamente que pese a ser una hora tan temprana, y teniendo en cuenta el adelanto de horarios, la sala estuviera prácticamente llena. Además, se notaba que muchos de los presentes eran fans de la banda, ya que entre las primeras filas pudimos ver varios pogos, y como el personal levantaba los puños para entonar junto a Lena alguno de sus matadores estribillos.


El rato que les pude ver sonaron como una apisonadora, con una Lena absolutamente intratable que no dejó de moverse por todo el escenario mientras actuaba como si fuera una fiera enjaulada. Pero es que el resto de sus compañeros no se quedó atrás, moviendo constantemente la cabeza y convenientemente respaldados por un resultón juego de luces, algo que hizo que temas de nuevo cuño como “DYING LIGHT”, sonaran de lo más etéreo e hipnótico en el arranque para posteriormente golpearnos inmisericordemente.


 La mayoría de los temas que pude ver formaban parte de lo que ha sido su última entrega de estudio “Time”, y de entre las que más me sorprendieron sin duda me quedo con la camaleónica y cinemática “NEVER TO RETURN”, que con sus atenazantes melodías fue de las que mejor funcionó. Pero sin duda la inconfundible apuesta de la banda que lideran Lena y el guitarrista Vadim "Vidick" Ozhog gira en torno a la contundencia sonora,  y para ello que mejor que respaldarse en  el ataque frontal que representó “Because I Let You”, que nos dejaba al personal botando mientras la incombustible frontwoman agitaba sus larguísimos tirabuzones.


Ante unos seguidores que disfrutaron al máximo de su descarga, Infected Rain darían por cerrado este primer acto de la tarde proponiéndonos una mirada al pasado, concretamente a lo que fue su segundo largo, que vio la luz en 2014 bajo el título de “Embrace Eternity”, para ponernos a todos a botar, dejando  las espadas por todo lo alto de cara a lo que estaba por llegar, con un trallazo incisivo y humeante como fue “Sweet, Sweet Lies”. En definitiva, buena descarga de unos Infected Rain que fueron quienes se encargaron de aportar la garra, la intensidad y la mala leche en el heterogéneo cartel de esta noche.



Los siguientes en tomar posiciones sobre las tablas  de una sala Apolo que a estas horas de la tarde estaba ya prácticamente llena fueron DragonForce. El combo británico que capitanean desde los albores de este tercer milenio los guitarristas Sam Totman y Herman Li arribaba a la Ciudad Condal a las puertas de  publicar su nueva entrega discográfica “Warp Speed Warriors”. Como ya sucediera en sus últimas visitas, -tanto en sala como en festivales-, los londinenses portaron un cuidado montaje escénico, con sendas máquinas recreativas, dispuestas a ambos lados del escenario y por la que los músicos podían acceder a su parte superior por unas escalinatas que había dispuestas en la parte trasera. También hubo un gran despliegue luminotécnico, -algo que dio junto al constate trajín de los músicos, una electricidad y dinamismo al show verdaderamente impactante-, y con varias  columnas de humo, fuentes de chispas y una abundante lluvia de confeti que se repitió en varias ocasiones a lo largo de su descarga.


Recibidos como héroes que regresan a casa tras una larga ausencia. Luciendo toda la banda gafas de sol, y dispuestos a darnos cera de la buena, DragonForce se plantaban en escena para dar el pistoletazo de salida a su apabullante presentación tirando de una vieja favorita como es “Revolution Deathsquad”, que nos servía para ir calentando motores mientras los guitarristas de la banda se iban alternando  a la hora de atacar sus vertiginosos solos. Y es que el actual line-up de los británicos cuenta con un tercer hacha como es Billy Wilkins, que refuerza aún más la sólida sección rítmica que conforman el batería Gee Anzalone y la bajista americana Alicia Vigil. Como siempre, aunque no tenga el magnetismo de otros frontmans,  me encantó la forma en que atacó las tonalidades más agudas su vocalista Marc Hudson quien, ayudado por sus compañeros puso a todo el personal a cantar el hímnico estribillo de  “Cry Thunder”, que a la postre fue el único recuerdo que se permitieron a lo que fue su debut en la banda allá por 2012 “The Power Within”.


Estaba claro que el vistoso y colorista montaje escénico que portaban los británicos no era gratuito. La formación nunca se ha escondido a la hora de plasmar su pasión por los video juegos. Así que durante la presentación Marc nos explicó que iban a tocar un tema nuevo  inspirado en la saga de “The Legend Of Zelda”, lo que provocó los aplausos de aprobación de muchos de los presentes. El tema en cuestión fue “Power Of The Triforce”, que llegó acompañado de una copiosa lluvia de confeti, y unas desternillantes proyecciones que a más de uno nos hicieron esbozar una sonrisa. Con el público disfrutando al máximo, con la banda divirtiéndose y divirtiendo, el buen rollo podía palparse en el ambiente. La descarga de DragonForce estaba siendo una fiesta. Pero lo mejor todavía estaba por llegar, ya que una mirada a sus primeros años se convertiría en la excusa perfecta para que sus seguidores más fieles y veteranos se entregaran al máximo durante “Soldiers Of The Wasteland”, que arrancaba con ambos hachas encaramados en la parte superior de las recreativas.


Tampoco quisieron dejarse en el tintero las pinceladas más épicas. Así que todo el personal acompañó con palmas el arranque de “The Last Dragonborn”, con Marc dando el pistoletazo de salida para que acto seguido se sumarán sus compañeros proponiéndonos un tempo algo más ligero de lo habitual mientras nos proponían  ese hímnico estribillo que fue coreado por las primeras filas a la vez que agitaban los brazos de lado a lado. Sin embargo, no tardarían mucho en hacer que sus vertiginosas guitarras nos volaran  nuevamente la cabeza, ya que la siguiente en sonar fue la speedica y primeriza “Fury Of The Storm”, con un Herman Li absolutamente desatado, deleitándonos con un amplio catálogo de poses guitarreras mientras recorría incansablemente el mástil de su instrumento.


Ante una audiencia completamente entregada y rendida, que aclamó a la banda en varias ocasiones, tocaba centrar nuestro objetivo en la actualidad. De modo que el cambio de registro llegaría con la más bailable, y me atrevería a decir que discotequera, “Doomsday Party”, que funcionó muy bien en directo, pero que a mi personalmente me dejó bastante frío. Y es que a partir de este momento me dio la sensación de que la descarga de los británicos se desinfló. Entiendo que se ha convertido en una imprescindible para sus acérrimos, pero nunca me gustó la adaptación que hacen del “My Heart Will Go On” de Céline Dion, que volvió literalmente loco al personal mientras el escenario quedaba prácticamente oculto tras una densa cortina de humo.


Pero no, el tiempo de los covers no se término aquí, ya que fue el propio guitarrista hongkonés quien, -tras darnos las gracias y anunciarnos que se había colgado el cartel de “sold out”-, se encargó de introducirnos “Wildest Dreams”, el tema de Taylor Swift, que llegó acompañado de varios circle-pits y una sucesión de cachondas proyecciones. Afortunadamente, por lo menos desde mi perspectiva, para poner el broche a su presentación el combo londinense optó por volver a centrarse en el metal veloz y salvaje, y es que con la inevitable “Through The Fire And Flames” volvieron a poner las cosas en su sitio para acabar despidiéndose dejándonos con un buen sabor de boca. DragonForce llevan tiempo demostrando su valía en directo, pero creo que corren el riesgo de que la gente no  los acabé de tomar en serio  si siguen dando tanta cabida a esas versiones que, personalmente, creo que no les aportan nada. Y más cuando tienen tan a mano una buena colección de temas propios. En cualquier caso, lo que nadie puede negar es que son sinónimo de diversión.



Desde que Amaranthe dieran sus primeros pasos como banda su propuesta siempre sonó vanguardista, innovadora, desprendiendo un halo de frescura y modernidad que les permitió conectar con una nueva generación de fans del metal. Sin embargo, ese estilo tan personal y característico, respaldado sobre los riffs machacones,los elementos electrónicos y, sobre todo, su triple ataque vocal les ha dotado de una identidad propia y reconocible. Pese a ello, en los últimos años me parece que la formación que lidera Elize Ryd está repitiendo la misma fórmula en todas sus entregas de estudio, haciendo que trabajos como su más reciente “The Catalyst” sean simplemente una referencia más en una discografía que empieza a ser ya bastante extensa. Pero ojo, que nadie se llame a engaño, ya que esa fórmula parece que ha calado entre sus incondicionales, y la prueba palpable fue comprobar la expectación que podía palparse en el ambiente de una sala Apolo en la que no cabía un alfiler.


Aunque Amaranthe eran la banda escogida para cerrar el cartel de esta noche, lo cierto es que su puesta en escena  fue bastante más modesta y sobria que la de DragonForce. Y es que el protagonismo absoluto recayó sobre los músicos, especialmente en sus vocalistas Elyze Red, Nils Molin y Mikael Sehlin. Precisamente fueron la tripleta vocal los últimos en ganar  las tablas mientras sonaba a través del P.A. la introducción que precedió al primer cañonazo de la velada: “Fearless”. Desde el mismo arranque el dinamismo fue aplastante, con los tres vocalistas alternando sus respectivas partes mientras la banda machacaba sus instrumentos. Un detalle que me llamó poderosamente  la atención es lo bien que sonó todo. Si, evidentemente, sonaron varias pistas disparadas, pero todo sonó perfectamente integrado y empastado, dejando que los aplastantes riffs de Olof Mörck sonaran absolutamente desoladores a la hora de encarar himnos del calibre de  “Viral”, que fue coreado por gran parte del personal con el puño en alto.


Evidentemente, todos los que hemos venido siguiendo la trayectoria de Amaranthe sabemos que las melodías comerciales y los estribillos pegadizos y altamente coreables juegan un papel fundamental en su propuesta. Pero a su vez, también resultan imprescindibles los registros más rasgados y agresivos. Por ello, el primer gran momento que firmó   su última incorporación, el vocalista Mikael Sehlin, llegaría durante los compases iniciales de “Digital World”, que tras un arranque centrado en lo que fue su trabajo de 2020 “Manifest”, nos invitaba a centrar nuestro  objetivo en el que para muchos es una de sus mejores obras: “Massive Addictive”, de 2014. Tardó en llegar algo más de lo esperado, pero como no podía ser de otra forma no faltaron las referencias a su más reciente entrega de estudio “The Catalyst”, así que lo primero que pudimos degustar del mismo fueron los ritmos acelerados y adrenalíticos de “Damnation Flame”, dejando a las claras  que el nuevo material ha calado hondo entre sus incondicionales, ya que muchos de sus seguidores corearon el estribillo como si fuera un clásico más.


Con la sala convertida, prácticamente, en una pista de baile, creando esa química especial que tan solo unas cuantas bandas saben crear, llegaba el momento de darnos otra buena ración de argumentos que nos permitieran seguir moviendo las caderas, y es que “Maximaze”, sirvió como el combustible ideal para ello. Tras firmar un arranque absolutamente explosivo, tocaba dar al respetable la oportunidad de recuperar mínimamente el aliento, dejando que Elize fuera la que llevara la “voz cantante” durante la delicada y embaucadora “Strong”. No tardía en llegar un rotundo cambio de registro, ya que nuevamente los desgarradores guturales se dejarían notar con fuerza para dar la réplica a Nils y a la vocalista sueca durante la aniquiladora y cibernética “PvP”, que volvía a acelerar el paso para acrecentar el nivel de intensidad del show.



Una nueva mirada sobre lo que fue su obra se 2020 “Manifest” serviría como excusa perfecta para que Elize nos enamorara a todos con su elegante registro durante la emotiva “Crystalline”. Pero estaba claro que la banda tenía una nueva “criatura” que presentar. Así que la parte central del show estuvo centrada en “The Catalyst”. Acompañada de las palmas de los más devotos arribaba “Interference”, que nos invitaba a cambiar el paso con su más tempo rotundo y machacón. Algo más accesible y, porque no decirlo, bailable sonó la propia “The Catalyst”, intrigante en su arranque hasta acabar explotando en un alarde de locura metalera. Mientras que la escogida para cerrar esta fulgurante tripleta de candente actualidad fue otra de las más discotequeras “Re-Vision”.


Los amantes de la parte más oscura y cañera de Amaranthe  volverían a disfrutar intensamente durante “Boom!”. Pero por si alguien albergaba alguna duda sobre  que Amaranthe son una banda de rotundos contrastes, el cambio de tesitura  llegaría con el que fue uno de sus primeros éxitos, el ya lejano “Amaranthine”, convertido  desde hace muchos años en  imprescindibles en todas sus descargas. Tras recibir la calurosa y  generosa respuesta de un público que se mostró absolutamente entregado llegaba el momento de poner el punto y seguido a la velada,  y para ello que mejor que confiar  en la rotunda e incontestable pegada del siempre efectivo “The Nexus”.


Tras un fugaz paso por los camerinos, la banda no tardaría mucho en volver a tomar posiciones para rematar la velada definitivamente con “Archangel”, otra de las que de seguro no faltan en las listas de reproducción de los que gustan de hacer ejercicio físico. En cambio, “That Song”, sonó como si fuera una vuelta a las sonoridades más noventeras. Mientras que para poner el broche de oro a  una descarga que se hizo algo corta Amaranthe optaron por ese ejercicio de metal industrial que lleva por título “Drop Dead Cynical”.


No engañaré a nadie al decir que la descarga de Amaranthe fue rotunda y ,ante todo, muy divertida. Aunque también me gustaría puntualizar que siempre que les veo en directo me quedo con la misma sensación: ¿Han alcanzado la huestes que lideran Elize Ryd y Olof Mörck ya su techo?, o por el contrario, ¿Están llamados a ser una de las formaciones que marquen el futuro durante los próximos años? Sinceramente, y lamentándolo mucho, creo que lo más plausible es la primera opción. Aunque eso no quita que sus directos sean altamente disfrutables.





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