Hay bandas que consiguen crear un vínculo especial con el público. Que consiguen granjearse el apoyo incondicional de forma definitiva e innegociable, y ese sin duda es el caso de los brasileños Angra y sus seguidores en nuestro país. Lo suyo ha sido una relación que viene de largo y que ha sido trabajada duramente. Mucho, muchísimo, ha cambiado la formación, en cuanto a miembros se refiere, desde aquellas primeras visitas a mediados de los década de los noventa, y es que de aquellas primigenias encarnaciones únicamente perdura el guitarrista Rafael Bittencourt. Sin embargo, los de São Paulo nunca se han desviado de su camino ni han perdido sus raíces. Evidentemente, su música ha ido evolucionando, tanto por el paso del tiempo como por la impronta que han ido dejando los diferentes músicos que han desfilado por su seno a lo largo de los años. Pero sin duda, no creo equivocarme al sentenciar que los Angra de 2024, los que arribaban a la sala mediana del Razzmatazz para presentar en sociedad su más reciente entrega discográfica “Cycles Of Pain”, siguen conservando intacta la impronta y la personalidad que les valió para ser considerados como uno de los baluartes más destacables del power metal melódico al otro lado del Atlántico.
Y es que precisamente esta noche giraba en torno a ese estilo, al power metal. Un género que ha sido denostado en algunas ocasiones, pero que en pleno siglo XXI sigue conservando plena vigencia. Para acompañar al incombustible combo brasileño en este retorno a tierras catalanas contaríamos con la presencia de los madrileños Arwen, quienes aprovecharon la ocasión para brindarnos un exhaustivo repaso a lo que fue su disco de retorno publicado hace ya unos años, concretamente en 2018, bajo el título de “The Soul’s Sentence”. Mientras que los encargados de calentar el ambiente ante la inminente salida de Angra fueron una de las bandas más queridas dentro del género por el público barcelonés: los valencianos Ópera Magna, quienes con su flamante nuevo trabajo bajo el brazo “Heroica”, supieron conquistar a sus fieles mientras se ganaban el favor de algunos que todavía no habían tenido ocasión de disfrutarles en vivo.
Lamentablemente pese a lo atractivo del cartel, y que la cita estaba programada para la tarde/noche de un domingo, el personal no acabó de responder. Así que cuando un servidor accedió al recinto pudo comprobar que la sala estaba acotada a la mitad por un telón. Sin embargo, los que asistieron lo hicieron con la mejor predisposición y dispuestos a pasarlo en grande, y eso se notó en la entrega y el buen ambiente que las tres bandas supieron crear gracias a la complicidad de un público que cantó, animó y se lo pasó en grande.
Con el respetable todavía accediendo a la sala de forma escalonada aparecían en escena los encargados de dar el pistoletazo de salida a la velada, unos viejos conocidos para muchos: los chicos de Arwen. Sí, para muchos fue una sorpresa agradable volverse a reencontrar con la banda del foro. De hecho me llamó la atención que muchos de los presentes no tenían noticas de que la banda se había vuelto a reunir hace unos años. Eso sí, si alguien pensaba que los madrileños iban a tirar de nostalgia, no podía estar más equivocado, ya que las huestes que lidera el frontman José Garrido no solo se mostraron en un buen momento de forma, sino que prácticamente todo su repertorio estuvo centrado en esta segunda etapa de su carrera.
Los madrileños arrancaron su descarga de forma convincente, y a un volumen atronador, casi diría que excesivamente elevado, dejando claro que pese al paso de los años siguen apostando por la combinación de luminosas melodías, buenos estribillos, y, sobre todo, dando cancha a esas líneas vocales que les encuadran dentro del power metal, tal y como dejaron patente durante la inicial “Hollow Days”. Tras haber roto el hielo, y habiendo dejado una buena muestra de su identidad musical, tocaba adentrarnos en una pieza repleta de cambios de ritmos y diferentes intensidades y tesituras como fue “Crying Blood”, que gracias a la preponderancia de los teclados sonó de lo más elegante y sofisticada.
Tras tanto tiempo alejados de los escenarios de la Ciudad Condal estaba claro que Arwen tenían esta noche una clara intención: reivindicarse. Quizás por ello se les vio especialmente sonrientes y motivados, sobretodo a su frontman José Garrido, quien además de tirar en todo momento del carro se marcó unas fantásticas interpretaciones en temas como el poderoso “Us Or Them”, que se zanjaba con una rotunda ovación por parte respetable. Aunque como comenté anteriormente el repertorio de Arwen estuvo focalizado en su más reciente “The Soul’s Sentence”, los madrileños no quisieron dejarse en el tintero un fugaz guiño, a modo de homenaje a sus fans mas veteranos, a lo que fue su anterior etapa. De modo que la siguiente en sonar fue “Dance Of Souls”, rescatada de lo que fue su segundo largo “Illusions”, y que a más de uno desconcertó por la salvaje crudeza de sus guitarras. El contraste a tanta contundencia llegaría acompañada de los pasajes más contemporizados de “The Void”, que servían para que la banda desplegara su vertiente más netamente hard roquera.
La vuelta a las sonoridades más cañeras y las ambientaciones más intrigantes llegaría de manos de “My Worst Self”, que fue de las que mejor funcionaron contando con el apoyo de las primeras filas. Mientras que para finiquitar su descarga, dejándonos a muchos con ganas de escuchar algún tema más, Arwen optaron por “Torn From Home”. En definitiva que fue una grata sorpresa reencontrarse con unos Arwen que personalmente he de reconocer que les había perdido la pista. Pero es que cuando una banda tiene calidad no necesita mucho más para volver a ilusionar a los que fueron sus seguidores. Esperemos que no tarden mucho en regresar por aquí.
Los elegidos para recoger el testigo y seguir animando la previa antes del desembarco de Angra fueron Ópera Magna. Con su nuevo trabajo recién salido del horno “Heroica” el combo valenciano llegaba dispuesto a ratificar con hechos el porqué la Ciudad Condal es una de sus plazas fuertes. De entre los presentes había muchos que anhelaban volver a verles tocar en directo, y eso se notó en la entrega y la pasión que mostró un público que llegó a emocionar con su respuesta a los propios músicos. Y es que durante su descarga fueron varias las ocasiones en las que la audiencia coreó enfervorizada el nombre de la formación. Sin embargo, los instantes previos al inicio de su descarga fueron un tanto extraños, con los propios músicos probando sonido, con lo que algún despistado que regresaba de la terraza se pensó que su descarga ya había empezado. En cualquier caso, la banda optó por darle un toque de normalidad a la situación. Así que tras dar el ok al sonido se retiraron antes de regresar para dar el pistoletazo de salida a su descarga.
Al igual que ya sucediera durante la descarga de Arwen, me dio la sensación de que todo sonó a un volumen excesivamente alto. Pero, ojo, con ello no quiero decir que sonara mal, sino que todo estaba al límite, hasta el punto de que en algún momento puntual el sonido llegó a saturarse. En cuanto a su repertorio, evidentemente, hubo alguna muestra del contenido de su más reciente entrega de estudio, aunque lógicamente los momentos más calientes e intensos de su presentación llegaron cuando los valencianos miraron atrás para repescar alguno de esos temas que, por calidad y derecho propio, se han convertido en imprescindibles en todas sus descargas. Y es que aunque su tiempo sobre las tablas fue bastante exiguo, lo cierto es que Ópera Magna supieron sacarle el máximo partido.
Precedidos de una introducción los miembros de la banda aparecían en escena para tomar posiciones y arrancar su presentación proponiéndonos una mirada a la exitosa trilogía que conformaron las entregas “Del Amor Y Otros Demonios”, dando buena cuenta de “Por Un Corazón de Piedra”, perfilando las líneas maestras de una propuesta que gira en torno a la épica, la contundencia, la melodía y esos vibrantes toques cinemáticos que la hacen tan especial, grandilocuente y reconocible. Además disco a disco, directo a directo, los miembros de la banda han ido dejando muestras tanto de la calidad que atesoran, como de la madurez que han alcanzado, y eso es algo que se plasmó en composiciones de nuevo cuño como la desgarradora “La Muerte De Un Poeta”, que nos dejaba a un Jose Vicente Broseta que, una vez más, volvió a reivindicarse como una de las mejores voces dentro del panorama nacional.
Tras haber roto el hielo de la mejor forma posible, dándonos una buena ración de caña powermetalera, mientras Broseta se metía al personal en el bolsillo, era un buen momento para darnos la bienvenida para acto seguido proponernos otra de esas composiciones que han calado hondo entre la cada vez más numerosos masa de incondicionales dando buena cuenta de los movimientos y giros de corte neoclásico contenidos en “Donde Latía Un Corazón”, que levantaba a un público que coreó como si no hubiera mañana su fantástico e hímnico estribillo. No abandonarían lo que fue la segunda parte de “Del Amor Y Otros Demonios”, ya que la escogida para seguir manteniendo la euforia que se respiraba en el recinto fue la más netamente powermetalera “Para Siempre”, que nos dejaba con otro alarde instrumental de los miembros de la banda para acabar recabando una estruendosa ovación.
Una nueva mirada hacia su flamante nuevo lanzamiento serviría para que algunos de los presentes descubrieran “Volver”, que con ese arranque más relajado nos permitía recobrar el aliento para posteriormente deslumbrarnos con esa cuidada sucesión de melodías que aunaron toques medievales y esencias folk. Varios fueron los momentos que sirvieron para que el combo valenciano sellara a fuego su relación con el público barcelonés, y sin duda uno de ellos llegó con “El Corazón Delator”. El idilio no se rompería, es más el nivel de euforia de sus incondicionales seguiría aumentando con “El Pozo Y El Péndulo”, que nos dejaba a unas primeras filas completamente entregadas, botando, mientras entonaban con el puño en alto su coreable melodía.
Antes de encarar la recta final del show sería el propio frontman quien nos anunció que en estos conciertos les está acompañando a la batería Jorge Alcazar, para acto seguido poner nuevamente a todo el mundo a botar siguiendo las optimistas melodías contenidas en esa andanada netamente power que lleva por título: “Horizontes De Gloria”. Lamentablemente el tiempo de los valencianos estaba tocando a su fin pero antes de abandonar el escenario como auténticos héroes, agasajados por el público barcelonés, todavía tendríamos ocasión de disfrutar de otra pieza que se ha convertido en un clásico imprescindible en sus conciertos “La Herida”.
He de reconocer que cuando se anunció en 2013 que Fabio Lione iba a ser el nuevo vocalista de Angra fui de los torcí el gesto. No porque pusiera en duda la calidad del vocalista italiano sino porque creo que tiene un registro muy personal, y pensaba que eso podría hacer que la banda perdiera parte de su esencia. Sin embargo, no me duelen prendas en reconocer que estaba equivocado, ya que el tiempo les ha acabado dando la razón. Lione siempre ha sumado al combo paulista, y dejando a un lado las odiosas comparaciones hay que mirar las cosas con perspectiva, y el frontman de Pisa lleva a día de hoy en el seno de la banda más años que el siempre añorado Andre Matos y los mismos que su predecesor Edu Falaschi.
Aunque puede parecer una tontería espero que el párrafo anterior sirva para zanjar cualquier tipo de debate sobre quién es “la voz” del combo brasileño. Evidentemente la nostalgia juega sus cartas, y más para los que tuvimos ocasión de ver a la banda en su etapa clásica, pero los hechos son los hechos y Lione ha pilotado la nave brasileña durante más de una década siendo su más reciente “Cycles Of Pain”, su tercer largo de estudio. Antes de empezar a desgranar lo que fue propiamente el concierto hay un par de puntos que me gustaría comentar: el primero, tras el excesivo volumen que tuvimos que “padecer” durante las descargas previas, lo cierto es que durante la descarga de Angra todo sonó algo más comedido y matizado, permitiéndonos disfrutar del show sin tener que temer por la integridad de nuestros tímpanos. El segundo, fue la elección de temas que conformaron el repertorio, ya que me sorprendió por su variedad. Obviamente hubo una buena representación del ya mencionado “Cycles Of Pain”, aunque no se dejaron en el tintero algunos himnos imprescindibles de su primera etapa, -con Matos al frente-, ni tampoco alguna gema que firmaron junto Falaschi. Pero no todo iban a ser loas a la descarga del combo de São Paulo, ya que no me acabó de convencer la duración del set: 90 minutos. Y no es que me pareciera excesivamente corto, ya que desafortunadamente suele ser la tónica habitual, sino que creo que una banda con su trayectoria y arraigo en nuestro país bien podría haber estirado su tiempo sobre las tablas hasta las dos horas, ya que temas no les faltan.
Con el escenario completamente a oscuras y mientras a través del P.A., sonaba esa conocida introducción que abría lo que fue su segundo largo de estudio y que lleva por título “Crossing”, pudimos ver como las siluetas de los músicos tomaban posiciones para a renglón seguido abrir la descarga de la mejor forma posible, tirando de una pieza imprescindible para todos sus incondicionales y que se encargó de calentar el ambiente al máximo desde el mismo arranque: “Nothing To Say”, que hacía que las primeras filas se llenaran de teléfonos que buscaban inmortalizar el momento, y que se zanjaba con todo el personal levantando los puños siguiendo las indicaciones de un Lione que en todo momento ejerció como el perfecto maestro de ceremonias. Evidentemente iba a ser muy difícil mantener semejante nivel de intensidad, sin embargo la banda consiguió mantener la expectación entre las primeras filas al embarcarnos de lleno en los tempos más marcados y las ambientaciones más oscuras de “Final Light”, que a la postre sirvió para que los guitarristas Marcelo Barbosa y Rafael Bittencourt acabaran encarados ocupando el centro del escenario.
He de reconocer que tenía muchas ganas de comprobar como sonarían sus nuevas composiciones en directo. Su nueva obra ha recibido muy buenas críticas, en líneas generales, así que ahora tocaba defender los temas en vivo. El primero en sonar fue “Tide Of Changes”, que arrancaba de forma sosegada, casi embaucando al personal para poco a poco ir creciendo hasta permitir a los más acérrimos acompañar a Lione en sus vibrantes increscendos. No fue una sorpresa cuando Lione se dirigió al personal en un más que correcto castellano para darnos las buenas noches y posteriormente anunciarnos que había llegado el momento de deleitarnos con lo que fue uno de sus primeros hits “Angels Cry”, con la que nos invitaban a viajar a mediados de la década de los noventa haciendo que la sala se viniera literalmente abajo, con todo el personal saltando y estirando sus cuerdas vocales al máximo para intentar aproximarse a las altísimas tonalidades que alcanzó un Fabio Lione que se mostró intratable, haciendo gala de un fantástico estado de forma.
Los brasileños siempre fueron una banda de raíces, siempre han intentado plasmar algo de la cultura de su país en sus trabajos, y este “Cycles Of Pain”, no iba a ser una excepción. De modo que fue durante los compases iniciales de “Vida Seca”, cuando pudimos imbuirnos de esa esencia brasileña para posteriormente proponernos una sucesión de riffs oscuros y devastadores que hacían que dejáramos a un lado el power metal más tradicional del tema anterior para adentrarnos en tesituras más complejas y trabajadas. No abandonarían el material de su última referencia de estudio, ni tampoco los desarrollos más complejos e intrincados, ya que ambos guitarristas volverían a tomar el centro del escenario durante el arranque de “Dead Man On Display”, que sonó como una auténtica apisonadora, aunque hizo bajar ligeramente el nivel de euforia que hasta ese momento habían conseguido mantener.
Afortunadamente no tardarían mucho en volver a recuperar el entusiasmo de sus seguidores, y es que la siguiente en sonar fue otra de las nunca acostumbra a faltar en sus presentaciones, el tema que daba título a lo que fue su cuarto largo de estudio publicado en los primeros años de este tercer milenio: “Rebirth”, con un Lione nuevamente majestuoso, dirigiendo en todo momento al personal para acabar recabando una cerrada ovación tras interpretar el último fragmente a capela. No abandonarían el material de la “etapa Falaschi”, así que tras juguetear vocalmente el frontman italiano con la audiencia, las guitarras sin distorsión nos anunciaron que había llegado el momento de imbuirnos de las coloristas melodías de “Morning Star”.
El contraste, dando cabida a unas guitarras bastante más incisivas, llegaría comandado por la rotunda pegada de Bruno Valverde haciendo que la vertiente más netamente powermetalera de los paulistas volviera a hacer que la gente se viniera arriba, y es que “Ride The Storm”, es una pieza que perfectamente podrían haber incluido en sus primeros trabajos. En cambio para cerrar el capítulo dedicado “Cycles Of Pain”, eligieron, precisamente, el tema que presta nombre al álbum, dejando que sus ambientaciones más relajadas se encargaran de embaucarnos para poco a poco dejar que sus guitarras remataran el tema junto al Lione más lírico y elegante.
El momento más intimista de la noche llegaría acto seguido durante el arranque de “Bleeding Heart”, con prácticamente todos los presentes levantando sus teléfonos de lado a lado para acabar dando forma a uno de los momentos de la noche. La escogida para poner el punto y seguido a la velada fue la más rápida y cañera “Waiting Silence”, que nos servía para botar nuevamente mientras hacíamos escala en lo que fue su obra de 2004 “Temple Of Shadows”, dejando que la tripleta Barbosa/Bittencourt/Andreoli tomara el centro del escenario durante su trepidante desarrollo instrumental.
Para inaugurar los bises el combo de Sao Paolo optó por una apuesta segura, por otro de los himnos que se han convertido en imprescindibles para cualquier seguidor no solo de la banda, sino del power metal melódico: “Carry On”, y es que fue una auténtica delicia ver como toda la sala lo coreaba con el puño en alto mientras los músicos miraban al respetable complacidos. Para rubricar la velada Angra nos propusieron la fantástica “Nova Era”, tras la que se marcharon dejando en el ambiente la sensación de triunfo incontestable.
Lo dicho, Angra pasaron por la Ciudad Condal dejando claro que son una formación con un pasado glorioso, pero ante todo que son una banda de presente. Y es que más de tres décadas después de publicar su debut “Angels Cry”, pueden seguir girando, dejando a su paso una multitud de fans satisfechos y publicando trabajos tan reseñables y destacados como su más reciente “Cycles Of Pain”.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ
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