Hasta que publicaron lo que fue su tercer largo, el fantástico “Rise Of The Serpent” la trayectoria de los bilbaínos The Wizards había sido frenética, publicando sus trabajos en cortos espacios de tiempo, y sin parar de tocar. Así que he de reconocer que me sorprendió comprobar que habían transcurrido, -nada más y nada menos que-, seis años desde que publicaran su anterior referencia de estudio. Sí, por supuesto, que hemos vivido tiempos convulsos, -pandemia mediante-, pero me da la impresión que en esta ocasión el combo vasco ha optado intencionadamente por dilatar los plazos, tomándose su tiempo a la hora de componer y grabar lo que ha sido “The Exit Garden”. Pese a ello, no esperes encontrar grandes diferencias estilísticas en su propuesta, ya que el quinteto sigue apostando por esa peculiar mezcla de hard rock setentero y heavy metal tradicional, trabajando de forma sublime tanto las melodías como esas ambientaciones de tintes lúgubres, -con algunas atmósferas de corte doom-, y espirituales que dotan a su propuesta de un aura especial, y ante todo de una personalidad muy marcada y reconocible. A diferencia de lo que sucediera en anteriores entregas el combo bilbaíno en esta ocasión no ha contado con la participación de Dean Risoler, pasando a encargarse ellos mismos de la producción de los 8 temas que se grabaron en los Slippery Sound Studio de Bilbao.
Hasta que publicaron lo que fue su tercer largo, el fantástico “Rise Of The Serpent” la trayectoria de los bilbaínos The Wizards había sido frenética, publicando sus trabajos en cortos espacios de tiempo, y sin parar de tocar. Así que he de reconocer que me sorprendió comprobar que habían transcurrido, -nada más y nada menos que-, seis años desde que publicaran su anterior referencia de estudio. Sí, por supuesto, que hemos vivido tiempos convulsos, -pandemia mediante-, pero me da la impresión que en esta ocasión el combo vasco ha optado intencionadamente por dilatar los plazos, tomándose su tiempo a la hora de componer y grabar lo que ha sido “The Exit Garden”. Pese a ello, no esperes encontrar grandes diferencias estilísticas en su propuesta, ya que el quinteto sigue apostando por esa peculiar mezcla de hard rock setentero y heavy metal tradicional, trabajando de forma sublime tanto las melodías como esas ambientaciones de tintes lúgubres, -con algunas atmósferas de corte doom-, y espirituales que dotan a su propuesta de un aura especial, y ante todo de una personalidad muy marcada y reconocible. A diferencia de lo que sucediera en anteriores entregas el combo bilbaíno en esta ocasión no ha contado con la participación de Dean Risoler, pasando a encargarse ellos mismos de la producción de los 8 temas que se grabaron en los Slippery Sound Studio de Bilbao.