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martes, 24 de septiembre de 2024

NILE+HIDEOUS DIVINITY+INTREPID+MONASTERY-SALAMANDRA-L´HOSPITALET-BCN-17-SEP-2024


El antiguo Egipto y las civilizaciones ancestrales han fascinado desde hace siglos a cualquier mente inquieta y ávida de conocimiento. Muchas han sido las artes que las han tomado como inspiración…, y por supuesto la música no iba a ser una excepción. Desde que Karl Sanders se decidiera a principios de los noventa a formar Nile, la banda ha tomado como inspiración para la lírica de sus composiciones las culturas ancestrales. Pese a que a lo largo de los años muchos han sido los músicos que han desfilado por el seno de la formación de Carolina del Norte, lo cierto es que Sanders ha conseguido llevar el timón de la nave para convertir a Nile en un referente indiscutible a la hora de hablar del death metal. Aprovechando la edición de su más reciente entrega de estudio “The Underworld Awaits Us All”, la banda regresaba a la sala Salamandra de la Ciudad Condal, presentando nueva formación, y con el firme propósito de hacer disfrutar a unos seguidores que, además de degustar algunas de las mejores composiciones de su mencionada nueva entrega de estudio, -que apareció a finales del pasado mes de Agosto-, tuvieron ocasión de deleitarse con una buena selección de esos clásicos que llevan años formando parte de su repertorio. Pese a que la cita estaba programada para la jornada de un martes laborable, y la acción arrancaba a primera hora de la tarde, las 18 horas, lo cierto es que el recinto acabó registrando un ambiente de lo más animado. Y es que además de la veterana formación de Greenville para hacernos más llevadera la espera antes de su desembarco contaríamos con la presencia de los veteranos Monastery, los death metaleros estonios Intrepid. Mientras que los elegidos para amenizar los instantes previos a la salida de Sanders y sus acólitos fueron los italianos Hideous Divinity.


Ante una sala aún poco concurrida aparecían en escena los encargados de dar el pistoletazo de salida a una velada que prometía emociones fuertes: Monastery. Con el nombre de la formación húngara proyectado sobre la parte trasera del escenario el quinteto apareció en escena, y ya desde los compases iniciales de “Faceless Nothing”, dejaron claro su apuesta decidida por un death metal rotundo, oscuro y con muchos toques noventeros, algo normal si tenemos en cuenta que el batería Róbert Kovács y el guitarrista Ferenc Toth llevan al frente del combo de Zala desde principios de la década de los noventa.

Varias han sido las etapas en las que la banda ha intentado hacerse un hueco dentro de la escena internacional, contando para ello con diferentes músicos para completar su formación. Quizás por ello no me extrañó que su repertorio se centrara básicamente en el material de sus últimos lanzamientos, “Divine Damnation” (22) y “From Blood”(23). En definitiva, los que han grabado con Roland Kóvacs, a las voces. Además esta noche tuvimos ocasión de escuchar lo que hasta el momento ha sido el último single que han editado “Fall Apart”, que introducía algunos pasajes con más groove dentro de su habitual vendaval de death metal old school.

Pese a que no sorprendieron a nadie por lo tradicional de su propuesta, el quinteto húngaro se mostró en todo momento como una banda sólida y muy compacta, dejando unas buenas sensaciones al atacar piezas como “Pulled Into Stake”, que les servía para introducir algún tempo más cadencioso, o “Dreadful Thing”. El elegido para concluir el repaso a lo que ha sido su última referencia “From Blood”, fue ese ataque directo y visceral que lleva por título “Dire Warnings”.

Lamentablemente, pese a sus ganas de conectar con el público, Monastery no llegaron a conseguir mover a un respetable que se mostró bastante frío con ellos. Pese a ello, el quinteto no se desanimó y facturó un apabullante sprint final brindándonos dos cortes de su obra de 2022, dando primero buena cuenta de las oscuras, envolventes y demoníacas melodías de “Bleed”, para posteriormente finiquitar su descarga con el tema que prestaba título a su anterior redondo: “Divine Damnation”. En definitiva descarga correcta de una banda que tiene las ideas muy claras de como debe sonar, basando su propuesta en los cánones más clásicos y tradicionales del death metal.


Ante una sala que poco a poco, -a medida que fue avanzando la tarde-, fue tomando colorido irrumpían en escena Intrepid, quienes llegaban dispuestos a darse a conocer ante la audiencia barcelonesa, y con el objetivo claro de sacar un suculento botín en forma de nuevos adeptos a su causa. Lo primero que llamó la atención fue su juventud, ya que los parámetros en torno a los que giró su propuesta fueron muy similares a los de Monastery: es decir un death metal rugoso, oscuro y agresivo, con sus raíces firmemente asentadas en lo que se hacía durante la primera mitad de la década de los noventa.

Con el cuchillo entre los dientes, dispuestos a sacar el máximo partido de su escueto tiempo sobre las tablas, el combo de Tallin se presentó ante la audiencia barcelonesa mostrando su cara más fiera y despiadada dejando que los hirientes y poderosos riffs de la inicial “Blood Means Nothing” se convirtieran en su mejor carta de presentación. Me gustó mucho la actitud, la entrega y el desparpajo que mostró su frontman Raiko Rajalaane, quien no paró de animar y moverse por el escenario mientras agitaba sus larguísimos tirabuzones al atacar temas como su más reciente sencillo “Mesmerism”, que provocaba que los más animados respondieran con pogos a sus aniquiladoras embestidas.

En cualquier caso, salvo los puntuales momentos de euforia que las primeras filas brindaron al combo estonio, lo cierto es que el público se mantuvo bastante expectante, seguramente porque no conocían sus composiciones. Pese a ello, temas como el devastador e incendiario “Succubian Rites”, con un fantástico trabajo a los pedales del batería Raiko Rajalaane, nos mostraban el potencial de la banda. Tampoco faltaron durante su descarga esos desarrollos más lentos y pesados, en donde las atmósferas se tornaron más pantanosas, y es que tras la introducción grabada “Alpha Circini”, la banda bajó el nivel de revoluciones considerablemente para azorarnos inmisericordemente durante los densos desarrollos que marcaron “Opiated Consumption”.

Por si a estas alturas de la descarga del combo estonio alguien dudaba de su filiación netamente clásica la elegida para rubricar su descarga fue otra de las que mejor plasmaron sus influencias netamente “old school”: “Overthrone”. Evidentemente no creo que Intrepid busquen ser la nueva sensación dentro del metal extremo. Sus postulados y sus influencias son muy tradicionales, pero eso es algo que el quinteto supo plasmar de forma solvente sobre el escenario brindándonos una descarga de lo más rotunda y efectiva.


Tras la doble ración de puro clasicismo death metalero que acababan de brindarnos Monastery e Intrepid, tocaba cambiar el paso para, sin perder ese filo oscuro y agresivo, dejarnos imbuir por la propuesta más técnica, y por momentos heterogénea, de los Italianos Hideous Divinity. Si algo podemos ponderar de la trayectoria del combo romano es la calidad que atesoran sus obras de estudio. Pese a ello, el epicentro en torno al que giró su descarga de esta noche fue el material contenido en el fantástico “Unextinct”, que vio la luz a principios de este mismo 2024.

Desde que el cuarteto que capitanea el guitarrista Enrico Scherttino se posicionó en escena pudimos apreciar que la cosa iba a cambiar drásticamente, y es que el aspecto musical no fue el único que diferenció la descarga de los italianos con respecto a las de sus antecesores, ya que los miembros de la banda aparecieron en escena luciendo camisas y polos negros, -incluso su frontman Enrico con americana, de la que pronto se deshizo-, a diferencia de los miembros de las anteriores bandas que salieron ataviados con camisetas de otros grupos.

Se mostraron muy sólidos, precisos e implacables. Consiguieron en todo momento recrear el clima de potencia e intensidad que encierran sus obras de estudio, y sin duda eso fue clave para que la banda consiguiera conectar con el público desde el mismo arranque con “Dust Settles On Humanity”. Sin embargo, su sonido no fue tan nítido como el de los actos anteriores, así que durante algunos pasajes de su descarga, como sucedió durante la parte intermedia de “The Numinous One”, todo sonó excesivamente embarullado. En cualquier caso, esto no pareció desanimar a un público que acompañó con el puño en alto las constantes invitaciones de Enrico para que la acción no se detuviera en los aledaños del escenario.

Habiendo dado su particular “puñetazo en la mesa”, y tras presentarse adecuadamente por si algún despistado aún no se había quedado con su nombre, llegaba el momento de completar esa seminal tripleta de apertura que sirvió como fiel reflejo del contenido del ya mencionado “Unexticnt”, y para ello que mejor que hacer gala de su faceta más agresiva y despiadada durante “Against The Sovereignty Of Mankind”, que llegó acompañada de un gran despliegue luminotécnico. Con una banda entregada, y sorprendida ante la cálida acogida que le brindó el público barcelonés, las afiladas líneas del bajo de Stefan Franceschini se encargaron de flanquearnos el paso hacia su primera mirada al pasado, concretamente a su anterior “Simulacrum”, del que rescataron “The Deaden Room”, que sorprendió a más de uno con esos desarrollos más melódicos.

Precisamente sería el fundador de la banda, el guitarrista Enrico Schertino, quien en castellano se dirigió al respetable para agradecernos nuestra entrega y apoyo durante los prolegómenos de “Quasi-Sentient”. Acto seguido llegaría el momento de la épica, ya que “Angel Of Revolution”, nos pasó por encima como un tren de mercancías a punto de descarrilar, haciendo que muchos de los presentes acabaran levantando los puños durante su arrollador sprint final.

Para encarar la recta final de su primera incursión en tierras catalanas los italianos optaron por una de sus piezas más oscuras y demoniacas “Mysterium Tremendun”, que presentaron como un corte sobre sangre y Nosferatu. Mientras que para cerrar una descarga que acabó haciéndose muy corta optaron por el tema más antiguo que interpretaron, el que daba título a lo que fue su segundo largo que vio la luz hace ya una década: “Cobra Verde”. Pese a no contar con el mejor sonido de la noche Hideous Divinity, consiguieron firmar una fantástica descarga. Y es que cuando al final del show hay gente anotando el nombre de la banda, eso es sinónimo de que la banda ha dejado una muy buena impresión. Esperemos que no tarden mucho en dejarse caer por aquí de nuevo.


Hay un puñado de bandas que se han convertido en imprescindibles a la hora de hablar de la escena death metalera, y hay músicos que han conseguido ser referentes indiscutibles. Desde que Karl Sanders creará Nile a principios de la década de los noventa tanto su música como el concepto en torno al que giran sus letras han permanecido inalterables. Pese a ello, su evolución como compositor ha hecho posible que tres décadas después Nile se hayan convertido en un peso pesado dentro del metal extremo americano. Sin embargo, hay algo que no puedo entender, y es que teniendo en cuenta los medios actuales, y contando en muchas salas como el Salamandra con una gran pantalla trasera, la banda no aproveche para proyectar diferentes instantáneas relacionadas con los temas que tocan en vivo, y más cuando existen tantas imágenes impactantes e icónicas que todos asociamos con la cultura egipcia.

En cuanto a lo que nos ofrecieron Nile en directo, obviamente Karl Sanders y las diferentes guitarras que utilizó a lo largo de todo el show fueron los principales protagonistas. Su fiel escudero desde hace dos décadas el batería George Kollias fue quien asentó los sólidos cimientos del sonido de la banda en directo. Pero sin duda las dos gratas sorpresas fueron el bajista ruso Dan Vadim Von, y el guitarrista Zach Jeter, ya que además de mostrarse de lo más solvente a la hora de atacar sus instrumentos fueron quienes se encargaron de llevar el peso de las voces, contando también con el apoyo en muchas composiciones del propio Sanders.

Como comenté anteriormente, la puesta en escena de los americanos fue muy sobria, con la imponente batería de Kollias presidiendo el escenario y escoltada por una proyección con el logo clásico de la banda. Tampoco hubo grandes dispendios en cuanto a efectos, luces o columnas de humo, y es que Sanders y sus acólitos decidieron confiar toda su suerte a la calidad de unas composiciones que fueron perfectamente ejecutadas, conformando un repertorio en el que hubo un gran despliegue de clásicos que no hicieron más que caldear los ánimos para crear un ambiente de perfecta comunión entre banda y público.

Dejando a un lado la fórmula habitual de abrir la descarga con el tema de apertura de su último redondo, la descarga arrancaba con el cuarteto metiendo toda la carne en el asador, sorprendiendo a más de uno con Sanders lanzando un aniquilador y despiadado ataque en forma de “Sacrifice Unto Sebek”. Lamentablemente el sonido no acabó de acompañar durante los compases iniciales del show, con una batería excesivamente alta y un sonido de guitarras algo bajo. Afortunadamente no tardó mucho en solventarse el asunto, y ya durante “Defiling The Gates Of Ishtar”, pudimos apreciar a la perfección como se doblaban las guitarras del propio Sanders y su socio a las seis cuerdas: Zach Jeter.

El show había empezado de la mejor forma posible, tirando de temas clásicos para conectar con el respetable, haciendo que los pogos y el headbanging no se detuvieran. Así que con el ambiente ya muy caldeado era un buen momento para empezar a desgranar algo del material contenido en su fantástico “The Underworld Awaits Us All”. La primera en sonar fue la escueta y apocalíptica “To Strike With Secret Fang”, una bofetada sonora que a velocidad supersónica nos daba combustible para que la acción no se detuviera. Fue el propio Sanders quien se encargó de presentarnos el siguiente tema de la noche, proponiéndonos una nueva mirada al pasado, concretamente hasta “Those Whom The Gods Detest”, para castigarnos con el tema que lo abría “Kafir”, que nos dejaba con la tripleta de cuerda repartiéndose sus líneas vocales mientras Mr. Kollias nos daba una clase magistral tras su kit.

Pese a ser el indiscutible líder de la banda, y el centro de casi todas las miradas, lo cierto es que Mr. Sanders se mantuvo algo estático, siempre esquinado a un lado del escenario, impasible a la hora de atacar su flecha y luciendo su característico colgante mientras daba cuenta de los rotundos cambios de ritmo contenidos en piezas como “Call To Destruction”. Por supuesto que ante semejante despliegue de brutalidad y técnica death metalera también hubo espacio para comprobar como el cuarteto se adentraba en las tesituras más melódicas contenidas en algunos pasajes de la pieza que prestaba título a su anterior entrega que vio la luz en 2019: “Vile Nilotic Rites”.

Pero sin duda los momentos más incendiarios de la noche llegaron cuando el combo americano mostró su faceta más seminal e implacable, y es que pese a ser una composición de nuevo cuño “Stelae Of Vultures” caló hondo entre los más devotos de sus seguidores, ratificando que su último redondo ha gozado de una excelente acogida entre su parroquia de incondicionales. El cambio de registro llegaría cuando Nile se adentraron de lleno en las ambientaciones inquietantes y ritualistas de “In The Name Of Amun”, que con sus atenazantes melodías servía para mantener el clímax que había alcanzado el show.

Aún más atrás en el tiempo nos invitaría a viajar el bajista Dan Vadim Von al anunciarnos que el siguiente tema en sonar sería otro de los himnos clásicos de la banda: “Lashed To The Slave Stick”, desatando la euforia entre las primeras filas. Acto seguido sería Sanders quien ejercería como maestro de ceremonias para presentar la incontestable “Sarcophagus”, que nos hacía sucumbir ante la densidad y potencia de su ritmo reptante y desolador antes de que el guitarrista se luciera a base de bien en su extenso desarrollo solista para acabar recabando una cerrada ovación .

Para encarar la recta final de un show que no tuvo bises, ni salidas en falso, el cuarteto recurrió a la sublime brutalidad del tema que abría su anterior entrega de 2019, el grandilocuente “Long Shadows Of Dread”. Una vez más, volvería a ser la batería de George Kollias la que se encargó de propulsar a sus compañeros a través de la desoladora “Annihilation Of The Wicked”. Mientras que el cierre para el paseo militar de Nile en tierras catalanas corrió por cuenta de otra de las que siempre suele tener cabida en sus repertorios “Black Seeds Of Vengeance”, tras la que se marcharon dejando tras de sí a una sala rendida a sus pies.

En definitiva gran descarga la que nos brindaron unos Nile que sin dejar de lado el material de “The Underworld Against Us All”, optaron por jugar sobre seguro presentando un repertorio plagado de clásicos. Aunque, personalmente, creo que la guinda hubiera sido escuchar al menos un tema de lo que fue su primer largo “Amongst The Catacombs Of Nephren-Ka”.


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