Tras un verano de lo más ajetreado en el que el quinteto ha participado en algunos de los festivales más importantes del país, Carlos Escudero y sus acólitos regresaban a la Ciudad Condal, en plenas fiestas de La Mercè, concretamente a la Sala Bóveda del barrio del Poble Nou, para dar a los seguidores del heavy metal una buena ración de lo que el ayuntamiento nos viene negando desde hace varios años dentro de la programación de las fiestas de la patrona de la ciudad. Evidentemente, esta noche había mucha competencia en cuanto a actividad en vivo se refiere, ya que dejando a un lado los conciertos gratuitos, en salas próximas a donde se celebró la descarga tocaban también por un lado Ronnie Romero, y por otro Adrian Vandenberg. Sin embargo, eso no fue óbice para que el recinto acabará presentando un muy buen aspecto, con un montón de seguidores que dejaron patente la lealtad hacia el combo vasco, ya que corearon con auténtica devoción tanto sus clásicos himnos como la notable representación que nos propusieron de su último lanzamiento.
Precisamente fue la imponente portada de “Sanctuary Of Death” presidiendo el escenario lo que nos encontramos al acceder al recinto. Y es que esta noche Vhäldemar no contaron con el apoyo de ninguna banda que se encargara de calentar el ambiente. En cuanto al repertorio, como ya apunté anteriormente, hubo una buena representación de la obra que publicaron a principios del pasado mes de Mayo. Pero sin duda si hay algo que llamó la atención, y que habla muy positivamente de su andadura, es que tocaron por lo menos un tema de cada uno de los trabajos que han publicado hasta la fecha.
Otro detalle a destacar fue la garra, el ímpetu, pero también el buen rollo y la camaradería que mostraron entre ellos. Y es que no suele ser habitual ver disfrutar, y pasárselo tan bien, a todos los miembros de una formación cuando están tocando en vivo. Me encantó la solidez, el aplomo y, en definitiva, la pegada que en todo exhibió la aplastante sección rítmica que conformaron el batería Jandro Tukutake y el bajista Alfonso Serrano, que cubría esta noche la baja de su hermano Raúl. Aunque sus teclados estuvieron esquinados a un lado del escenario, Jonkol Tera demostró el porqué es un pilar indiscutible dentro de la banda, dando la réplica en más de una ocasión a ese maestro de la seis cuerdas que es el infalible Pedro J. Monge, quien se mostró exultante pese a darle unos buenos tientos a lo largo del show a su botella de whisky. Evidentemente, el epicentro del terremoto baracaldés fue el imprevisible y carismático Carlos Escudero, que pasa por ser uno de nuestros mejores frontman, -o debería decir showman-, ya que no sólo se mostró intratable a las voces, sino que se bajó varias veces para pasearse entre la audiencia, usó la barra del bar como una extensión del escenario, y nos arrancó más de una sonrisa con sus socarrones e hilarantes comentarios. En cualquier caso, que nadie se llame a engaño, ni se quede con lo anecdótico, ya que Vhäldemar son un torbellino en directo, y esta noche en la Ciudad Condal volvieron a ratificarlo.
Dispuestos a no hacer prisioneros, el quinteto vasco asaltó el escenario dando cancha a su material más reciente, dejando que fuera “Dreambreaker” la que se encargara de romper el hielo, creando rápidamente esa conexión especial que hizo que el respetable desde el minuto cero estuviera apoyando al máximo, con todos levantando los puños siguiendo las indicaciones de Carlos justo antes de que Pedro y Jonkol nos deleitarán con el primer gran duelo de la noche. Lamentablemente el sonido no acabó de acompañar durante los compases iniciales del show, con una batería muy alta y una voz que sonaba algo lejana y con mucho eco. Sin embargo, esto no pareció desanimar ni a la banda ni a una audiencia que tras la primera toma de contacto estaba ya metida de lleno en la descarga. Sin concedernos ni un segundo de tregua, y para espolear aún más los ánimos del respetable, llegaba el momento de disfrutar de otra de las de nuevo cuño que tiene muchos números de acabar convirtiéndose, sino lo es ya, en otra de las imprescindibles en todas sus descargas: ”Devil’s Child”, que nos dejaba la estampa de todos los presentes levantando sus cuernos al aire para acompañar su aniquiladora recta final.
Tras la primera ovación de la noche, Carlos se deshizo de las gafas de sol y la chupa con la que había aparecido en escena para proponernos el primer brindis de la noche antes de espetarnos el primer “A Muerte!” de la velada para acto seguido hacernos sucumbir ante la aplastante pegada de un “Metalizer”, que fue coreado por todos los presentes para acabar convirtiéndose en el primer punto álgido del show, y es que fue este el tema en el que por primera vez Carlos se bajó del escenario para pasearse entre el personal mientras saludaba a los más acérrimos. Todos los que habíamos visto con anterioridad a Vhäldemar sabíamos que Carlos se reservaba alguna suculenta anécdota para compartir con todos nosotros. Así que fue durante los prolegómenos de “Death To The Wizard”, cuando el vocalista, con su gracejo habitual, nos hizo participes de lo que en su momento le sucedió a su compañero a las seis cuerdas.
Con la banda completamente desatada, y sintiéndose cómoda sobre el escenario, era un buen momento para que hiciera su primera aparición la botella de whisky de Pedro, que además de refrescar la garganta de los miembros de la banda también tuvo un par de acercamientos a las primeras filas para aplacar la sed de los que se aproximaron al borde del escenario. Por supuesto que no faltó otro momento clásico en todas las descargas de Vhäldemar, que fue ver como Carlos maltrataba su pie de micro, en este caso durante el speech que precedió a una de las piezas más rápidas, épicas y a la vez melódicas de su último redondo: “Old King´s Visions (Pt. VII)”. He de reconocer que para un servidor fue una grata sorpresa que para el show de esta noche la banda recuperará un trallazo incontestable como es “Bastard”, y es que en su aparición en la pasada edición del Leyendas no la tocaron. De modo que fue fantástico volver a echarse unas risas durante su disparatada presentación para posteriormente cantar su aplastante estribillo mostrando el dedo corazón.
Tampoco quisieron dejarse en el tintero su vena más vacilona y netamente macarra, y es que fue durante el arranque de “Heavy Metal”, cuando nos invitaron a entonar la melodía de entrada. Ademas su estribillo fue de los más coreados de todo el show, amén de ser el marco perfecto para que Pedro se explayará a su antojo dejando patente que es uno de los mejores guitarristas dentro de la escena nacional. El siguiente en dar un paso al frente fue Jonkol quedándose solo en escena para proponernos las melodías de corte medieval que se encargaron de dar el pistoletazo de salida a la power metalera “Howling At The Moon”, que nos dejaba a todo el personal nuevamente levantado los puños mientras se sumaba a los estribillos para firmar otro de los momentos mágicos de la noche, con una segunda mitad trepidante, con el teclista empuñando el micro mientras Carlos se encargaba de aporrear los teclados.
Como guiño a sus fans más veteranos Carlos recordó la primera descarga de la banda en esta misma sala, cuando aún se llamaba Mephisto, para posteriormente invitarnos a visitar el material de “Shadows Of Combat”, y dar buena cuenta de los tempos más marcados y netamente heavy metaleros de “The Old Man”, que nos dejaba al propio vocalista recorriendo la barra del local como si fuera una extensión del escenario para posteriormente bajarse a la pista y desde allí presentarnos a sus compañeros. Parece que Carlos le cogió el gusto a eso de estar entre el público, ya que mientras se daba un paseo por toda la sala, saludando al personal, se cantó el tema que prestaba título a su obra de 2017 “Against All Kings”. Mientras que para poner el punto y seguido al show el quinteto optó por la rugosa ferocidad de “Dusty Road”.
No se hicieron de rogar mucho. Así que para poner el broche definitivo a una velada que estuvo marcada por el heavy metal más auténtico y genuino que mejor que una declaración de intenciones, casi tan emblemática como su “A Muerte!”: “Breaking All The Rules”, que volvía a poner la sala literalmente patas arriba antes de zanjarse con Carlos hecho un sandwich entre Pedro y Fonso. El ambiente de fiesta y despiporre no se detuvo ya que fue durante “1366 (Old King´s Visions, Pt. V), cuando los miembros de la banda intercambiaron sus instrumentos, sorprendiendo especialmente el fantástico solo que se marcó Fonso a las seis cuerdas. Lamentablemente el tiempo de Vhäldemar se estaba agotando, así que con el público todavía hambriento de heavy metal el quinteto todavía tuvo tiempo de deleitarnos con un último trallazo como es el mítico “Energy”.
No creo que a estas alturas haya que explicarle a alguien, que ya lo haya vivido en sus propias carnes, como es un concierto de Vhäldemar: una explosión de puro heavy metal en toda regla, sin trampa ni cartón, y.... “A Muerte!!!. Y eso es precisamente lo que vivimos el pasado sábado en Barcelona.
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