Nuestro país se ha convertido en un feudo importante para muchas bandas. Y es que aunque tradicionalmente España nunca fue un país de tendencias extremas, parece que en las últimas dos décadas las cosas han empezado a cambiar. Quizás por ello formaciones como Septicflesh se han acabado convirtiendo en visitantes asiduos de nuestros escenarios. Hace aproximadamente dos años la banda que lidera Spiros “Seth” Antoniou ya nos visitó uniendo fuerzas con otros ilustres veteranos como son Hypocrisy. Aunque si la memoria no me falla su última escala por aquí fue en la edición de 2023 del Z! Live Rock Fest. En cualquier caso, los griegos volvían a aterrizar en la Ciudad Condal para, -sin un nuevo largo que presentar, “Modern Primitive” se editó en mayo de 2022-, enfrentarse a un Salamandra que presentó una notable entrada.
El reto era arriesgado, pero como no podía ser de otra forma Septicflesh acabaron dándonos otro de sus recitales. Cierto es que no hubo muchas diferencias con respecto a anteriores visitas, pero no me cabe la menor duda de que sus acérrimos vieron colmadas sus expectativas. En cualquier caso, antes de que el cuarteto ateniense hiciera suyo el escenario tendríamos ocasión de disfrutar de una larga previa. Para abrir fuego, a primera hora de la tarde noche, contaríamos con sus paisanos Scar Of The Sun. Tampoco faltarían los guiños a las sonoridades más vanguardistas de manos de Oceans. Mientras que los encargados de poner algún matiz folk dentro de su death melódico preñado de épica fueron los germanos Equilibrium, quienes regresaban a nuestro país tras su reseñable descarga en la última edición del Leyendas del Rock.
He de reconocer que me sorprendió que a la hora prevista para el inicio de las actuaciones, las 18,30 horas, hubiera ya un ambiente bastante animado en la sala. Puntualmente aparecían en escena, precedidos de una atmosférica introducción y unas luces relampagueantes, los miembros de Scar Of The Sun. Curiosamente, y a diferencia de lo que suele ser habitual, para dar el pistoletazo de salida a su escueta presentación el quinteto ateniense optó por una de las piezas que formaba parte de lo que fue su ópera prima:“A Series Of Unfortunate Concurrencies”, que vio la luz en 2011: “Swasong Of Sense”, dejando patente desde los compases iniciales del show de lo atípico de un sonido que combinó: guitarras devastadoras, bases rítmicas aplastantes y algunas pinceladas de corte gothico, aunque sin perder en ningún momento su filo melódico mientras el vocalista Terry Nikas alternaba registros rasgados con líneas vocales limpias.
Pese a lo ecléctico de su propuesta, los griegos también dejaron patente su gusto por las estructuras más clásicas y netamente metaleras al atacar cortes más directos y rotundos como “Inertia”, que nos servía para ratificar que su vocalista parecía encontrarse bastante más cómodo a la hora de encarar los registros más agresivos. Otro detalle que me llamó la atención fue que el quinteto pudo disfrutar de un cuidado juego de luces, algo poco habitual entre las bandas encargadas de abrir el cartel. Sea como fuera, eso les sirvió para que su descarga ganara en vistosidad, intensidad y pegada, haciendo que temas como “I Am The Circle”, pese a sonar con una pista de voz disparada que se solapó con la de Terry, se acabara convirtiendo en uno de los momentos más destacados de su presentación.
Durante su descarga el combo atenienses nos brindó un buen repaso a lo que hasta el momento ha sido su última referencia de estudio “Inertia”, que vio la luz en 2021. Así que esta noche no faltaron en su repertorio “Quantum Leg Zero II: Transition To Turbolence”, que arrancaba como un vendaval para posteriormente invitarnos a transitar por derroteros más etéreos y envolventes, y “Anastasis”, que de alguna forma rompía la dinámica que había llevado hasta ese momento el show gracias en gran medida al toque rítmico de su batería Thanos Papas.
Como colofón para su escueta presentación Scar Of The Sun mirarían nuevamente al pasado, volviendo a incidir sobre el material de su primer largo para rescatar los riffs marcados y entrecortados de “Gravity”. En definitiva, solvente descarga de unos Scar Of The Sun que vieron algo lastrada su descarga por las prestaciones vocales de un Terry Nikas que se mostró algo titubeante durante los compases iniciales del show.
Los siguientes en tomar el escenario de un Salamandra que se fue poblando a medida que iba avanzando la tarde fueron los chicos de Oceans. La propuesta del combo austroalemán me pareció mucho más moderna y aperturista que la de sus antecesores, y es que su sonido a medio camino entre las sonoridades más vanguardistas dentro del metal y matizada con diferentes tendencias del “core”, sirvió para que los más animados no dejaran de botar durante su descarga. Personalmente, he de reconocer que no tenia muchas referencias suyas, pero lo cierto es que pese a no ser seguidor de su estilo sí que me parecieron una banda compacta y con las ideas muy claras.
Con su logo proyectado en la parte trasera -y con el tridente de Poseidón plantado en el centro del escenario, a modo de pie micro-, irrumpían en escena Oceans. Lo primero que llamó la atención fue la llamativa indumentaria que lució su frontman, Timo Schwämmlein, ataviado con un largo abrigo negro, y mostrándose en todo momento como el perfecto maestro de ceremonias, moviéndose como un animal enjaulado por el escenario mientras daba consignas a los más animados para que participaran en temas como “PARASITE”. Los samplers y algunas bases que sonaron disparadas fueron habituales durante la descarga de Oceans, combinando sus abrasivas guitarras con unos teclados pregrabados que sirvieron para dar mayor profundidad a los rotundos cambios de ritmo que marcaron temas como “We Are Not Okay”.
Tampoco faltaron durante su presentación las densas y opresivas guitarras que se encargaron de dar un halo de tenebrosa oscuridad a “Breed Consume Die”, dejando patente algunas de sus influencias más netamente nu-metaleras. Pese a que gran parte de los presentes no conocían el material de la banda, lo cierto es que la cercanía y las buenas formas de su frontman sirvieron para que la gente se animara a participar en la fiesta, e incluso se arrancara a corear la melodía, -siguiendo las directrices de Timo-, de “Icarus”.
El cambio de registro llegaría con las atmósferas más pesadas e intimistas de “I Sing Alone”, que fue la elegida para adentrarnos en su telaraña de opresivas melodías mientras movíamos los brazos de izquierda a derecha. No abandonarían el material de lo que fue su anterior redondo “Hell Is Where The Heart Is”, ya que nuevamente saldrían a la palestra sus “influencias más Korn” durante “The Awakening”, combinando alaridos desesperados y esos ritmos implacables que impiden que los pies puedan quedarse pegados al suelo. La despedida definitiva para una descarga entretenida, pero que estilísticamente poco tenía que ver con la del resto de bandas que conformaban el cartel de esta noche, corrió por cuenta de la despiadada “Spit”, todo un alarde rabia e ira que sirvió para rubricar su descarga.
Para que pudiéramos disfrutar de la descarga de Equilibrium la espera fue superior a lo que suele ser habitual, y desde luego no fue porque los alemanes llevaran un gran montaje escénico, ni mucho menos, ya que su puesta en escena fue bastante sobria. Eso sí, a diferencia de lo que sucedió con el resto de bandas, su vestuario fue el más colorista, ya que dejaron a un lado el tradicional negro para combinarlo con prendas en tonalidades más claras.
He de reconocer que tenía muchas ganas de volver a ver en directo al combo de Starnberg que capitanea el guitarrista René Berthiaume, y aunque sigo ratificándome en mi opinión de que creo que tendrían que contar en sus directos con un teclista y un bajista, lo cierto es que desde la incorporación del vocalista Fabian Getto las prestaciones de la banda han subido notablemente. Y es que pudimos ver a una banda muy ágil, que derrochó energía, que no paró de moverse, y que en todo momento buscó conectar con una audiencia que creo acabó disfrutando al máximo de su descarga.
Los alemanes tomaron posiciones tras una grandilocuente introducción para entre cálidos aplausos de bienvenido dar el pistoletazo de salida con “Legends”, dejando claro con sus constantes cambios de ritmo que son una banda de explosivos contrastes, capaz de crear unos sofisticados pasajes atmosféricos para acto seguido hacernos sucumbir ante su vertiente más cruda y desenfrenada. Ante semejante derroche de energía y entrega, el público acabó contagiándose rápidamente, así que fue a lo largo de “Renegades- A Lost Generation”, la primera vez que pudimos ver a unas animadas primeras filas saltando junto al cuarteto.
El momento de levantar los puños y rugir intensamente llegaría durante los compases iniciales de “Gnosis”, que les servía para desplegar sus envolventes melodías de matices orientales mientras los miembros de la banda se abandonaban el headbanging antes de acabar recabando una estruendosa ovación. Ese estrecho vínculo con público lejos de decaer continuaría en aumento con el que se ha convertido en uno de sus himnos imprescindibles “Born To Be Epic”, que arrancaba con todos los miembros de la banda apoyando en la percusión para luego embarcarnos en un hímnico estribillo fue coreado con auténtica devoción, y con el puño en alto, por su fiel parroquia de incondicionales marcando así el punto álgido de su descarga.
Algo menos explosiva, pero igualmente abrumadora, sonó “Awakening”, que contó con las palmas de apoyo del respetable durante sus envolventes desarrollos instrumentales. No tardaría mucho en llegar, otro de los momentos destacados de la descarga del combo alemán, y es que fue un trallazo incontestable como “Blut In Auge”, el que puso nuevamente la sala patas arriba y terminó de rubricar el indiscutible triunfo de Equilibrium.
Sin embargo no fue este el final de la descarga del combo alemán, ya que antes de abandonar el escenario todavía tendrían ocasión de brindarnos otro tema plagado de contrastes, haciéndonos transitar entre la contundencia y los desarrollos melódicos como es “Cerulean Skies”. Nuevamente la banda al completo volvería a encargarse de la percusión para darle un toque tribal, y un plus de contundencia, a los compases iniciales de “Shelter”. Mientras que el broche de oro para su descarga corrió por cuenta del tándem que conformaron “One Folk” y “Nexus”.
Equilibrium demostraron sobre las tablas que probablemente estén viviendo su mejor momento como banda. La solvencia de su directo es incontestable, aunque no puedo evitar pensar que para subir un escalón más deberían contar con la presencia de un bajista y un teclista en sus descargas.
Tras una larga previa por fin llegaba el momento de volver a disfrutar de ese particular ceremonial que es cada descarga de Septicflesh. Como viene siendo habitual en todas sus giras no faltaron: la imponente batería de Kerim Lechner colocada sobre una alta tarima, una gran proyección en la parte trasera del escenario, ni tampoco sendas pancartas, colocadas a los lados, con el reconocible emblema de la banda. Precedidos de una extensa e inquietante introducción los miembros del cuarteto ateniense ocuparon sus respectivas posiciones, con el carismático Spiros en el centro y flanqueado a los lados por ambos “hachas”, para dar por inaugurada la descarga con una vieja favorita como “The Vampire From Nazareth”, consiguiendo que la conexión con sus seguidores fuera instantánea.
Evidentemente, los elementos pregrabados tuvieron un papel preponderante durante el show, algo a lo que nos tienen acostumbrados. En cualquier caso, temas más recientes como “Necromancer”, dejaron patente que la banda sigue conservando intacta su facilidad para tiznar de oscuridad esas atmósferas opresivas e introspectivas que saben crear gracias a la pared sonora que conforman sus densas guitarras. Aunque en esta ocasión su frontman no optó por vestir uno de sus ajustadísimos trajes de cuero, Spiros volvió a mostrarse como un frontman verdaderamente sólido, gesticulando constantemente, -llegando incluso en algunas ocasiones a descuidar su bajo-, para acabar dirigiendo al personal, como si de un sumo sacerdote se tratase, en trallazos incontestables como “Pyramid God”.
Pese a que el combo ateniense ya se habían dejado caer por aquí presentando su más reciente “Modern Primitive”, las composiciones de su obra de 2022 tuvieron un protagonismo destacado a lo largo de la velada. De modo que no quisieron dejarse en el tintero las majestuosas ambientaciones de ”Hierophant”, que con las luces rojas enfocando al público servían para conceder al recinto un aspecto infernal. Todo se tornaría mucho más oscuro, profundo y denso a la hora de adentrarnos en los tortuosos derroteros que nos condujeron hasta “Portrait Of A Headless Man”, que poco a poco fue creciendo hasta abocarnos sobre sus apocalípticos increscendos instrumentales, con el cuarteto pisando el acelerador al máximo mientras el movimiento no se detenía en los aledaños del escenario.
Por supuesto que tampoco faltaron los embelesadores cánticos que se encargarían de dar el contrapunto a las arrolladoras embestidas de “Coming Storm”, que nos dejaba la estampa del implacable frontman alzando el brazo amenazantemente cada vez que tenía que proclamar su rotundo estribillo. Nuestro viaje por el prolífico catálogo de la banda proseguiría con una nueva mirada al pasado, en esta ocasión para invitarnos a viajar una década atrás y hacernos partícipes del dramatismo del siempre imponente “Prometheus”, que arrancaba con el escenario a media luz y acompañado de los vítores del respetable para después hacernos sucumbir bajo su halo de visceral desesperación.
El cambio de registro llegaría cuando Spiros nos preguntó si estábamos preparados para destruir la ciudad para acto seguido asestarnos una brutal dentellada en forma de otra de las que se ha convertido en imprescindible en todas sus descargas “Martyr”, que arrancaba de forma bucólica para posteriormente darnos argumentos para ejercitar frenéticamente las cervicales. El contraste volvería a llegar cuando las envolventes melodías de “A Desert Throne”, se encargaron de ralentizar el ambiente antes de que la intensidad volviera a apoderarse del reciento gracias a la demoledora pegada de una sección rítmica, y especialmente de la batería de Mr. Lechner, que sonó absolutamente descomunal durante todo el show.
Pese a que todos los que venimos siguiendo a la banda desde hace años sabemos que sus primeros discos hace ya tiempo que quedaron muy atrás, lo cierto es que sigue siendo un autentico gustazo seguir escuchando en sus descargas temas como el que daba título a su obra de 2008 “Communion”, ya que de alguna forma fue el que sirvió como punto de partida para esta segunda etapa de la formación griega. Ante una audiencia que a estas alturas estaba ya rendida a sus pies, el combo ateniense se descolgó con otra de las nuevas “The Collector”; que no hizo más que mantener el nivel de euforia del personal.
Para encarar la recta final del show Septicflesh nos invitarían a transitar a través de las desérticas ambientaciones de la evocadora “Persepolis”, con las capas orquestales volviendo a dar majestuosidad a una composición llena de altibajos emocionales. Tampoco faltaría, para dar el pistoletazo de salida a los bises, la perfecta escenificación para plasmar la sintonía entre banda y público durante “Anubis”, con toda la sala entonando su característica melodía. Mientras que el fin de fiesta definitivo, como no podía ser de otra forma, corrió por cuenta de la sobrecogedora “Dark Art”. Una vez más, y van ya unas cuantas, Septicflesh ofrecieron un show sólido, compacto y muy trabajado, en el que supieron empastar a la perfección: emoción, entrega, la majestuosidad de los arreglos sinfónicos, y la garra y contundencia propia del metal más crudo y descarnado.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ
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