La carrera de cualquier banda, -al igual que sucede con la trayectoria vital de las personas-, no es lineal, está llena de altibajos, momentos álgidos en los que uno parece tocar el cielo, y otros en los que se está a punto de tirar la toalla. Por eso lo más importante, si uno tiene firmes convicciones, es tirar hacia delante, seguir luchando, capear el temporal y esperar a que el viento vuelva a soplar a nuestro favor. Nacidos como parte de la escena europower de la segunda mitad de la década de los noventa Sonata Artica, supieron aprovechar el rebufo y crecer al abrigo de bandas como Gamma Ray, Stratovarius o Rhapsody, con las que compartieron diferentes giras que les valieron para llegar a todos los seguidores del género.
Aunque imagino que no todos los que lean estas líneas estarán de acuerdo conmigo, lo cierto es que para un servidor la formación que capitanea Tony Kakko no pudo mantener el nivel de calidad de sus primeras entregas, ni tampoco llegaron a ofrecer las mismas prestaciones en directo, con lo que poco a poco la banda se fue desinflando y sus fans empezaron a bajarse del barco. Sin embargo, en los últimos tiempos, y creo que para ellos la pandemia ha sido un punto de inflexión, la banda ha ido recuperando el tiempo perdido, la ilusión y las ganas de conectar con sus seguidores, y la constatación definitiva llegó hace unos meses con “Clear Cold Beyond” y sus diferentes apariciones este verano en algunos festivales de nuestro país.
Precisamente era un festival, Z! Live, en su versión itinerante Z! Live On Tour, quien traía esta gira hasta la sala mediana del Razzmatazz de la Ciudad Condal, dando así el pistoletazo de salida a las 3 escalas que Sonata Artica realizarían en nuestra geografía nacional. Como acompañantes del combo finlandés tendríamos ocasión de disfrutar del directo de una banda que se ha prodigado bastante por estos lares en los últimos tiempos: los Firewind del virtuoso guitarrista griego Gus G. Mientras que para dar el pistoletazo de salida a esta velada dedicada al power metal europeo contaríamos con el concurso de una formación ya consolidada, -que cuenta con una década de andadura a sus espaldas-, como son Serious Black, quienes aprovecharon la ocasión para presentar en directo algunas de las composiciones contenidas en su flamante “Rise Of Akhenaton”, que veía la luz a finales del pasado mes de Septiembre.
Aunque el recinto no estaba ni mucho menos lleno, a la hora en que puntualmente aparecieron en escena Serious Black había ya un buen ambiente en la sala, con unas primeras filas expectantes aguardando la salida del combo que capitanea desde 2021 el vocalista serbio Nikola Mijić. Escoltada por un gran telón de fondo del que únicamente pudimos ver la parte superior con el nombre de la banda, e intuir que el resto era la portada de su nuevo “Rise Of Akhenaton”, la banda tomaba posiciones mientras sonaban a modo de introducción las melodías desérticas y faraónicas de “Temple Of The Sun”. No tardaría mucho en desplegar el quinteto todo su potencial dando buena cuenta de un power metal de manual, en el que por supuesto no faltaron los sólidos cimientos rítmicos, los riffs marcados y crujientes, algún toque épico, y todo ello aderezado por unos pegadizos estribillos en tonalidades agudas que confirieron a piezas como “Akhenaton”, un inconfundible aroma hímnico.
Quizás lo único que se les puede reprochar a Serious Black fue el uso reiterado de tantas pistas de teclado que sonaron disparadas, ya que durante temas con esencias claramente ochenteras como “Mr. Nightmist” gozaron de un protagonismo destacado. En cualquier caso, este pequeño detalle no pareció importar a muchos de los presentes que no tuvieron problemas para conectar con la banda y participar de la fiesta acompañando con palmas el inicio de algunos de los temas, o elevando los brazos para entonar junto a Mijić estribillos como el de la novedosa “Take Your Life”, que apoyándose sobre un tempo más marcado y rotundo se acabó convirtiendo en uno de los momentos destacados de su presentación.
El ritmo se hizo más ágil gracias a la velocidad y pegada que imprimió el batería Ramy Ali a los compases iniciales de “Serious Black Magic”, que hacía subir la temperatura en el local. Pero sin duda si hubo un tema que levantó el ánimo del personal ese fue “Metalized”, un descomunal zarpazo power metalero que, viendo la reacción del personal, tiene visos de convertirse en uno de sus clásicos imprescindibles. Contando con el apoyo y la entrega de un público que se mostró de lo más participativo y animado, antes de encarar la recta final del show, su frontman nos anunció que tenían previsto regresar a la Ciudad Condal el próximo 27 de marzo.
De modo que aprovechando la algarabía de sus incondicionales tras conocer la noticia la banda se abalanzó de lleno sobre “Senso Dela Vita”, que arrancaba a ritmo de medio tiempo para poco a poco ir subiendo el nivel de intensidad. La elegida para echar el cierre a su escueta presentación, -que duró apenas 30 minuto-, fue “High And Low”, tras la que se marcharon dejando unas buenas sensaciones. Buen concierto de unos Serious Black que se mostraron sólidos, convincentes, pero a los que sinceramente creo que les falta un poco de originalidad en sus composiciones si quieren sacar la cabeza dentro de la escena power europea.
No hacia mucho tiempo que las huestes que lidera Gus G. se dejaron caer por los escenarios de la capital catalana. Si la memoria no me falla fue a principios del pasado mes de marzo compartiendo cartel con Masterplan. Pero es que Firewind llevan una temporada en la que visitan los escenarios de nuestro país con bastante asiduidad, y eso es algo que les ha permitido granjearse una nutrida facción de incondicionales. Por supuesto que su principal reclamo sigue siendo la figura del virtuoso guitarrista griego, pero lo cierto es que dejando a un lado su estancia en la banda de Mr. Osbourne, Gus G., lleva más de 25 años guiando el timón de una banda que desde la entrada del vocalista alemán Herbie Langhans, en 2020, parece haber encontrado una cierta estabilidad, contando con la sección rítmica ya habitual que desde hace años conforman el fantástico batería Jo Nunez y el bajista Petros Christo.
Con las luces del recinto todavía encendidas empezaba a retumbar a través de los amplificadores la introducción que nos anunciaba que estaba a punto de arrancar la descarga del combo griego. Iniciaron el show de forma rotunda y certera, metiendo toda la carne en el asador, y contando con la pegada de una carta indiscutible ganadora como es la melódica y novedosa “Fallen Angel”, que ponía a las primeras en filas en movimiento mientras Langhans, luciendo camisa sin mangas, tomaba el centro del escenario para entonar sus estrofas para acto seguido retroceder para que el centro de todas las miradas recayera en la figura de un Gus G., que se mostró absolutamente abrumador, conjugando técnica, velocidad, feeeling, …, y todo ello acompañado de esas poses de guitar-hero que tanto gustan a sus seguidores. Tras concluir la pieza de apertura con las primeras filas elevando los cuernos al aire en señal de aprobación tocaba cambiar de registro, proponiéndonos un primer recuerdo al pasado para adentrarnos en los derroteros épicos de “World On Fire”, Fue precisamente a mitad de este tema cuando de forma sorpresiva, y durante unos segundos, se cortó todo el sonido en la sala, y solo pudimos escuchar la batería de Nunez. Afortunadamente, fueron tan sólo unos instantes y la banda pudo retomar el tema sin problemas para acabar haciéndonos cantar su pegadizo estribillo con el puño en alto.
No fue esta la única concesión al pasado que se permitieron Firewind, y es que tras darnos las buenas noches el frontman alemán se dirigió al personal para preguntarnos si teníamos ganas de cantar. Obviamente la respuesta del público fue positiva. Así que lo que llegó justo a continuación fue “Destination Forever”, con las primeras filas entonando su reconocible melodía a pleno pulmón antes de que Gus G. diera rienda suelta a sus influencias neoclásicas durante su elegante y ágil desarrollo solista. Además, el guitarrista griego también demostró sus dotes como cantante sumándose a las voces para reforzar el pegadizo estribillo del single “Destiny Is Calling”.
Varios fueron los momentos en los que pudimos apreciar la perfecta sintonía que Firewind tuvieron con unos incondicionales que disfrutaron intensamente de miradas al pasado como ”The Fire And The Fury”, que arrancaba comandado por la descomunal pegada de Nunez, y que se zanjaba con los integrantes de las primeras filas moviendo los brazos de izquierda a derecha para acabar conformando uno de los momentos de la noche. La escalada épica no se detuvo ya que acto seguido llegó el momento de “Ode To Leonidas”, con la que nos invitaban a agitar frenéticamente la cabeza para acabar recabando una cerrada ovación.
Para encarar la recta final del show el combo griego optó por espetarnos los riffs rotundos y netamente hard rockeros de “Rising Fire”. Mientras que el fin de fiesta definitivo corrió por cuenta, como viene siendo habitual en sus últimas giras, del clásico discotequero de Michael Sembello: “Maniac”. Una vez más Firewind volvieron a convencer ofreciendo un show rotundo, aunque algo corto, y en el que se quedaron fuera, -imagino que por tema de horarios-, temas como “I Am The Anger” y “Chains”, que inicialmente formaban parte del repertorio de esta noche.
Sin duda el tercer, y último, acto de la noche era el que más expectación había suscitado. El ambiente estaba ya bastante caldeado, especialmente tras la rotunda descarga de unos Firewind que gustaron y convencieron. Así que las huestes que lidera Tony Kakko no lo iban a tener fácil si querían acabar la noche como los indiscutibles triunfadores. A diferencia de lo que sucediera en visitas anteriores, en esta ocasión, Sonata Artica llegaban con un disco que ha recibido muy buenas críticas: “Clear Cold Beyond”; y con la confianza de haber realizado unas buenas descargas en sus diferentes apariciones festivaleras durante el pasado verano en nuestro país.
Eso obviamente se reflejó en la entrega y la conexión que tuvieron con unos seguidores que se mostraron de lo más participativos y efusivos: saltando, moviendo los brazos de izquierda a derecha... y ,en definitiva, cantando no sólo sus grandes clásicos sino también varias de sus nuevas composiciones. La composición escénica fue la habitual en sus descargas, con la batería en la parte trasera y a un lado del escenario, mientras que al otro se dispusieron los teclados. Del gran telón de fondo con la portada de su último redondo, debido a las dimensiones de la sala, sólo pudimos ver la parte superior. Es decir, únicamente el nombre de la banda.
La entrada del quinteto fue fulgurante, acompañados de una introducción de lo más rimbombante y majestuosa para acto seguido dejar que los teclados y las guitarras se encargaran de propulsar esa cabalgada netamente power metalera que lleva por título “First In Line”, que, como no podía ser de otra forma, fue acompañada con los puños al aire de los más devotos cada vez que llegaba el momento de entonar su pegadizo y melódico estribillo. Como suele suceder en sus descargas, una de las grandes incógnitas era comprobar que tal estaría de voz, y actitud, Tony Kakko. Pues bien, lo cierto es que nos encontramos a un frontman muy animado, que se entregó al máximo, moviéndose por el escenario incansablemente, espoleando al personal, jugando con su pie de micro mientras lideraba a sus compañeros a través de los melódicos desarrollos de “Dark Empath”. En cuanto a sus prestaciones vocales, lo vimos mejor que en ocasiones anteriores. Se nota que la experiencia le ha ayudado a saberse dosificar, y aunque no le vimos arriesgar a la hora de encarar las tonalidades más agudas, lo cierto es que cumplió.
Pero sin duda, si hay algo que me gustaría destacar de lo que fue el concierto del combo finlandés fue la entrega y complicidad de una audiencia que fue un miembro más de la banda, y es que ver a todo el auditorio cantar “I Have A Right” puso los pelos de punta a más de uno, tras ese emocionante arranque con Kakko cantando a capela. A lo largo de la velada varias fueron las ocasiones en las que el frontman se dirigió al respetable para agradecernos el apoyo, tal y como sucedió durante los prolegómenos de otra de las nuevas “California”, que servía para que las guitarras de Elias Viljanen y los teclados de Henrik Klingenberg se alternaran el protagonismo melódico mientras la sección rítmica llevaba el tema el volandas a una velocidad vertiginosa para acabar convirtiéndose en una de las más aclamadas de la velada
Y es que fue durante la primera mitad del show cuando Sonata Artica aprovecharon para repasar algunos de los mejores cortes de “Clear Cold Beyond”. El personal no vacilaría a la hora de ponerse a saltar, acompañando a Kakko, durante los compases iniciales de la camaleónica “Angel Defiled”, que nos dejaba nuevamente con un fantástico trabajo de Mr. Klingenberg, -quien durante todo el show alternó sus característico teclados con las teclas hacia arriba y el keytar. El cambio de registro, -tras invitarnos a que siempre conserváramos la pasión por la música en directo-, llegaría con una mirada al pasado, invitándonos a viajar más de dos décadas atrás para deleitarnos con una vieja conocida como “Broken”.
Otra de las cosas que ha marcado a fuego la trayectoria de Sonata Artica ha sido el buen gusto y la delicadeza a la hora de tratar las melodías, tanto instrumentales como vocales. Así que tampoco quisieron dejarse en el tintero la fantástica “The Last Amanzing Grays”, que fue el primer recuerdo que se permitieron a su “The Days Of Grays”. El momento de comunión total con el público llegó cuando a mitad del concierto la banda se fotografió al completo escoltada por el respetable. Los momentos más intimistas de la noche llegarían durante los compases iniciales de “Replica”, con el vocalista sentado en la tarima de la batería antes de que el tema empezará a animarse para acabar sonando absolutamente brutal.
Para encarar la recta final del show Sonata Artica siguieron buceando en lo que fue su exitosa ópera prima de 1999: “Ecliptica”. Y es que la sala se vino literalmente abajo cuando el personal reconoció los compases iniciales de “My Land”, que ponía nuevamente a todo el mundo a cantar mientras Kakko se esforzaba al máximo para sacar adelante las tonalidades más altas. La euforia seguiría en aumento, ya que para finiquitar esta primera parte del show que mejor que confiar en la pegada de otro de sus grandes himnos: el celebradísimo “Full Moon”.
Agasajados por los cánticos del personal la banda regresaba al escenario, tras un breve paso por los camerinos, para rematar definitivamente la velada. Una nueva mirada sobre su obra de 2009 serviría como excusa para que todos entonáramos la melodía inicial de “Flag In The Ground”. Ante una sala completamente entregada Kakko nos hacia callar para susurrarnos el nombre del que, a la postre, fue el último tema de la noche :“Don´t Say A Word”, que contó como suele ser habitual con ese fin de fiesta con toda la banda y la propia audiencia coreando “Vodka”.
Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Sin embargo, también resulta muy complicado volver a contar con la confianza de la gente cuando uno ha perdido parte del crédito adquirido. Sea como fuera, Sonata Artica parece que han vuelto a la buena senda, y eso se notó en la actitud de una banda que se entregó al máximo y que pareció volver a disfrutar de su trabajo sobre las tablas.
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