Hay bandas que definitivamente tienen la capacidad de no dejar nunca indiferente a nadie..., y Cradle Of Filth son una de ellas. Los británicos fueron para muchos la puerta de entrada para descubrir y, posteriormente, sumergirse de lleno dentro de la escena extrema europea de finales del pasado siglo. Sin embargo también fueron el blanco de las críticas y, de alguna forma, ejercieron de chivo expiatorio, ya que no fueron pocos los que consideraron a Dani Filth y sus muchachos como unos oportunistas dispuestos a “pasar el cepillo” con unos temas comerciales y demasiado accesibles dentro del contexto en el que se les quería englobar. Seguramente ese ha sido el motivo por el que su andadura ha acabado siendo un tanto errática, y ha estado llena de altibajos. Sin embargo, actualmente la banda parece estar viviendo una segunda juventud, y es que desde la publicación de “Hammer Of The Witches”, el combo británico parece haber encontrado la fórmula perfecta para seguir asolándonos con su infernal propuesta sin perder el favor de sus incondicionales. Para acompañarles en su enésimo reencuentro con el público catalán,- en esta ocasión en el marco de un Salamandra en el que se agotaron las entradas-, contaron con la presencia de una banda que ha dado mucho que hablar en los últimos meses, los remozados Butcher Babies, quienes continuan reivindicándose, ahora únicamente con Heidi Shepherd al frente, como una de las bandas más enérgicas y abrasivas de la escena californiana. Los alemanes Mental Cruelty con su rotundo death metal salpicado de pinceladas sinfónicas serían quienes aportaran una propuesta más afín a los seguidores de Cradle Of Filth. Mientras que los elegidos para dar el pistoletazo de salida a la velada fueron Black Satellite.
Sobre los neoyorquinos Black Satellite recaía la responsabilidad de abrir la cita a una hora todavía muy temprana, las 18,15 horas, y ante un recinto todavía poco concurrido. La formación que encabeza la vocalista Larissa Vale aterrizaba en la ciudad condal para presentarse ante una audiencia que les acogió con los brazos abiertos pero que acabó mostrándose un tanto fría con ellos, y es que su propuesta poco tenía que ver con la de los protagonistas de la noche.
Lo primero que llamó la atención de los que todavía no conocíamos al combo americano fue su cuidado montaje escénico, contando con un llamativo juego de luces. Algo poco habitual en las formaciones seleccionadas para abrir las descargas. En cuanto a su sonido podríamos definirlo como un personal conglomerado que englobó elementos propios del groove, el core, alguna pincelada gothica y algo de Dark metal. Dieron el inicio a su escueta presentación con el que fue el tema más cañero que interpretaron “Dead Eye”, captando la atención de los más entusiastas gracias a la pegada de sus rotundos riffs y a la actitud de Larissa, que en todo momento se mostró como una frontwoman sólida y enérgica. Lamentablemente el sonido no acabó de acompañarles, y la batería sonó algo apagada en temas como”Broken”, que servía para que su guitarrista Kyle Hawken dejara constancia de que uno de sus referentes a las seis cuerdas es el añorado Dimebag Darrell.
Las ambientaciones se tornarían más oscuras y a la vez pesadas al adentrarnos en los pantanosos desarrollos de “Far Away”, que junto a las tonalidades más melódicas de Larissa nos permitía descubrir la vertiente más gothic de los americanos. Esa orientación más relajada, oscura, y a la vez melódica, sería la que marcaría la pauta durante “Here It Ends”, que fue recibida con bastante frialdad por parte de un público que dejó patente que prefería la faceta más agresiva y combativa que la banda propuso en temas como la bipolar “Void”, que arrancaba sigilosamente para acabar alcanzando un clímax tortuoso y crepitante que nos recordó al metal industrial americano de finales de los noventa.
Con el personal algo más animado, Black Satellite se dispusieron a encarar la recta final de su presentación dando cancha a los ritmos compactos y entrecortados de la efectiva “Decay”, que hacía que los más animados botaran junto a Larissa. Pero sin duda el momento más destacado llegaría al final, cuando nos brindaron la oportunidad de disfrutar de su cover del “Sonne”, de los germanos Rammstein.
Drástico golpe de timón, estilísticamente hablando, era lo que nos propondrían los siguientes en tomar las tablas de un Salamandra que poco a poco iba cogiendo colorido: Mental Cruelty. El combo germano centró su repertorio de esta noche en lo que ha sido su más reciente entrega discográfica, “Zwielicht”, que publicaron a mediados del pasado año bajo los auspicios del sello Century Media, con lo que dejaron aparcada toda su producción anterior junto al vocalista Lucca Schmerler. Precisamente fue su actual frontman, Lucas Nicolai, quien acaparó gran parte de las miradas liderando a sus compañeros en trallazos seminales y rebosantes de rabia death metalera como “Obsessis A Daemonio”.
Al igual que sucediera durante la descarga de Black Satellite, también me llamó la atención el juego de luces que utilizaron Mental Cruelty, pero en este caso no fue por lo vistoso, sino por la utilización de muchos focos blancos, algo poco habitual en bandas de su estilo. De modo que el marco en el que pudimos disfrutar de zarpazos certeros y de tintes apocalípticos como “King ov Fire” fue cuanto menos peculiar. Nuestro particular descenso a los infiernos junto al quinteto de Karlsruhe proseguiría con las desoladas ambientaciones de “Forgotten Kings”, que propulsada por la implacable pegada de Danny StraBer acabaría convirtiéndose en uno de los puntos álgidos de su descarga.
El nivel de intensidad no decreció ya que tras el oasis sonoro que supusieron los compases iniciales de “Nordlys”, Mental Cruelty nos mostraron su faceta más sinfónica para posteriormente hacernos sucumbir ante su rotunda acometida final, que nos dejaba a toda la banda absolutamente desatada mientras Lukas se retorcía para sacar sus rugidos más devastadores y agresivos. Sin embargo para el final los germanos se reservaron las melodías con pinceladas folk que marcaron “Symphony Of A Dying Star”.
Si algo ha marcado a fuego la trayectoria de Butcher Babies desde sus inicios hasta la publicación de su última referencia de estudio “Eye For An Eye…/… ‘Til The World’s Blind” (2023), ha sido el tándem vocal que conformaban Heidi Shepherd y Carla Harvey, y el juego que daban ambas en escena. Para muchos la salida de Carla significó un duro golpe. Sin embargo, un servidor es de los que opina que ahora son una banda más sólida y compacta, en la que ahora, -tal y como pudimos comprobar cuando vinieron acompañando a Fear Factory-, tienen mucho más peso los instrumentistas, ya que antes todo el protagonismo recaía sobre su devastador tándem vocal.
En cualquier caso lo que no ha cambiado es la filosofía de los angelinos, ya que el tempo del show fue trepidante, enlazando sus enérgicas composiciones mientras nos invitaban a saltar una y otra vez, logrando que el ambiente se caldeara en la sala hasta el punto de que la propia Heidi se animó, en la parte final del show, a bajarse del escenario para correr en círculo junto a sus seguidores. Por supuesto que casi todo el repertorio estuvo centrado en el material de su trabajo del pasado año. De modo que la elegida para dar por inaugurada su descarga fue la apabullante “Backstreets Of Tennessee”, haciendo que los que copaban las primeras filas se pusieran las pilas y se fueran preparando ya que los siguientes 40 minutos iban a ser intensos al máximo. El montaje escénico del combo americano fue bastante sobrio, con únicamente una proyección de su clásico logo presidiendo el escenario. Así que podría decirse que confiaron toda su suerte a la efectividad de unos temas cortos, rotundos y directos, y que en el caso de piezas como “Red Thunder”, combinaron la más abrupta brutalidad con pasajes más melódicos y accesibles.
Como comenté anteriormente, Butcher Babies no se permitieron muchas concesiones al pasado. Sin embargo la primera llegó durante los compases iniciales del show, y es que el tema que abría “Take It Like A Man”, la circense “Monsters Ball”, fue la responsable de poner la sala patas arriba, con el personal saltando y participando del moshpit mientras la banda no dejaba de saltar incansablemente. Habiendo espoleado al respetable, y contando con la entrega del personal, el particular paseo militar del combo angelino prosiguió con “Sleeping With The Enemy”, que nos dejaba la imponente estampa de la vocalista erguida como si fuera una fiera sobre una de las pequeñas tarimas que había repartidas a lo largo del escenario.
Acto seguido llegaría una de las sorpresas de la noche ya que el cuarteto presentó una de sus nuevas composiciones “Sincerity”, marcando un fuerte contraste con la pieza anterior ya que nos mostraba su faceta más netamente melódica, con Heidi invitándonos a levantar los brazos mientras cantábamos con ella. Pero estaba claro que sus seguidores querían “guerra”, munición para saltar y agitar la cabeza, y para ello que mejor que golpearnos inmisericordemente con la rotunda pegada de “It’s Killing Time, Baby!”, que nos dejaba con el escenario teñido de un verde casi tan chillón como las deportivas que lució la propia Heidi.
Tampoco faltó la locura más desenfrenada y absoluta que se desata cada vez que la banda ataca la delirante “Beaver Cage”, que fue la escogida para dar “gasolina” a los más bailongos. La encargada de poner el contrapunto, mostrando la faceta más intimista y sentimental del cuarteto, fue la siempre emocionante “Last December”. Y, como no podía ser de otra forma, la rúbrica definitiva para su corrosiva descarga corrió por cuenta de la inevitable “Magnolia Blvd”.
No tardaríamos mucho tiempo en enfrentarnos al plato fuerte de este suculento banquete metalero. Durante las actuaciones previas a la salida de Cradle Of Filth pudimos ver gran parte de su montaje escénico, con la batería de Marthus a un lado, rodeada por una pared transparente, mientras que al otro extremo se disponían los teclados de Zoe Marie Federoff. El resto, la verdad, fue bastante sobrio, ya que si dejamos a un lado los barrocos ropajes, especialmente la vampírica indumentaria que lució el siempre estrafalario Dani Filth, lo cierto es que los británicos únicamente contaron con una gran proyección trasera con el nombre de la banda.
En cuanto a lo que fue el sonido, sin ser perfecto, ni mucho menos, si que nos permitió poder disfrutar en todo su esplendor del espectáculo de la banda. Pero sin duda si hay algo que personalmente destacaría de la descarga del combo de Ipswich fue la actitud y la entrega que mostraron, personalizada en la garra y la intensidad que transmitió un Dani Filth que se mostró en todo momento como el indiscutible líder de la banda. Algo que a priori podría parecer de perogrullo, pero que los que hemos venido siguiendo la trayectoria de la banda hemos podido comprobar cómo en ocasiones se ha mostrado algo apático e incluso desmotivado. Afortunadamente, esta noche no fue así.
Desde que publicaron hace ya casi una década “Hammer Of The Witches”, Cradle Of Filth parecen haber retornado a la buena senda, y eso se ha materializado en unos directos en los que están rayando a un excelente nivel. Recibidos de forma ferviente por un público que acogió a los vampiros de Ipswich con los brazos abiertos, la banda apareció en escena precedida de la pieza instrumental que abre “Existence Is Futile”: “The Fate Of The World In Our Shoulders” para acto seguido tomar sus respectivas posiciones e inaugurar la descarga con las gélidas melodías de “Existential Terror”. El oscuro ceremonial de los británicos había comenzado, así que mientras su veneno se extendía por la sala, el escenario quedaría teñido de tonalidades verdosas mientras la banda se adentraba de lleno en la despiadada “Saffron’s Curse”, que ponía por primera vez a todo el auditorio a saltar ante la atenta mirada de un Dani Filth que se movió por todo el escenario como si fuera un atormentado espectro.
Por supuesto que a lo largo del show Cradle Of Filth tuvieron ocasión de mostrarnos diferentes aristas de su sonido, protagonizando momentos verdaderamente memorables como fueron los compases iniciales de esa gema que sus fans más veteranos siguen disfrutando intensamente y que lleva por título “The Forest Whispers My Name”, que les servía para desplegar toda la épica black metalera que marcó sus inicios a mediados de la década de los noventa. La noche estuvo llena de contrastes. Así que tras disfrutar con una vieja favorita tocaba embarcarnos en las ambientaciones más accesibles y envolventes de “She is A Fire”, que fue la elegida para rebajar el nivel de velocidad, que no de intensidad, para acabar recabando una cerrada ovación .
Una nueva mirada sobre su material noventero serviría como excusa para espetarnos “Summer Dying Fast”, alternando la furia blacker con pasajes más barrocos que hicieron que el personal pudiera recuperar el aliento antes de volverse loco cuando la banda pisó el acelerador durante los pasajes más oscuros y humeantes haciendo que los aledaños del escenario se convirtieran en un campo de batalla. Que la banda lleva varios años rindiendo a un excelente nivel creo que es algo evidente. Sin duda Dani y sus acólitos han conseguido reconquistar el corazón y el alma de algunos de los que les dieron la espalda en estadios anteriores de su carrera. Pero, afortunadamente, parece que todo ha quedado atrás, y temas con matices gothicos en el arranque como el novedoso “Malignant Perfection”, no hacen más que rubricar la madurez de unos músicos que han sabido evolucionar aunque sin renunciar a sus marcadas señas de identidad.
Siempre carismático, el pequeño frontman no se prodigó en exceso a la hora de los parlamentos y las presentaciones. Aunque por supuesto que nos manifestó su agradecimiento por el apoyo recibido durante los prolegómenos de “Heartbreak And Seance”. Sin duda fue otro de los momentos álgidos de la noche, y es que acto seguido llegaría el momento de desplegar el barroquismo sinfónico a la hora de atacar “Nymphetamine (Fix)”, con Zoe Marie Fedwroff dando la réplica a Dani antes de dejar que todo el auditorio acabara entonando primero el estribillo y posteriormente su reconocible melodía.
Ante un público entregado, que les jaleó enfervorizadamente, los británicos se dispusieron a asestarnos el golpe definitivo durante el tramo final del show, y para ello que mejor que confiar en la imponente pegada de “Malice Through The Looking Glass”, que con sus apocalípticas andanadas conseguía mantener el nivel de intensidad y entrega del respetable mientras Dani, parapetado tras sus compañeros, lanzaba sus desgarradores alaridos. Con la sala repleta de teléfonos que quisieron capturar el momento arrancaba “Born In A Burial Gown”, que nos dejaba la estampa del carismático frontman bailando con un esqueleto para posteriormente clavarse en el centro del escenario, fuertemente aferrado a su pie de micro, antes de cerrar la primera parte del show por todo lo alto.
La espera no fue excesivamente larga, ya que Dani y sus acólitos no tardaron mucho en regresar sobre las tablas para propiciarnos el golpe de gracia definitivo con la seminal “Cruelty Brought Thee Orchids”, proponiéndonos una nueva mirada a los noventa para volver a poner la sala literalmente patas arriba. Con los miembros de la banda vueltos de espaldas, Dani nos anunciaba la llegada de “Scorched Earth Erotica”, haciendo que el recinto se convirtiera en un mar de puños que se alzaban orgullosos. Mientras que la elegida para rematar definitivamente la velada, con el escenario teñido de rojo, fue “Her Ghost In The Fog”, que desató la locura en los aledaños del escenario.
Como comenté anteriormente, hace ya bastante tiempo que Cradle Of Filth se reconciliaron con sus seguidores. Atrás parecen haber quedado trabajos poco inspirados, directos erráticos..., y actualmente Dani Filth y sus secuaces parecen decididos a conseguir que esta segunda juventud que está viviendo la banda se prolongue el máximo de tiempo posible. Tres décadas después de la publicación de su primer largo “The Principle Of Evil Made Flesh”, Barcelona volvió a ser testigo, una vez más, de que tenemos Cradle Of Filth para muchos años.
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