Evolución y vanguardia son dos cualidades que han acompañado a Dark Tranquillity a lo largo de su dilatada trayectoria. Por supuesto que al igual que otras bandas que fueron precursoras del sonido Göteborg, la formación que capitanea el incombustible Mikael Stanne ha sido blanco de multitud de críticas. Sin embargo, han sabido mantenerse con la cabeza fría y han ido perfilando un estilo cada vez más personal y reconocible. Tal vez esa ha sido la clave para que en 2024, y con un fantástico trabajo bajo el brazo como es “Endtime Signals”, el combo sueco esté viviendo uno de sus mejores momentos. La constatación definitiva fueron los sendos sold-out en sus escalas en nuestro país. La primera de estas citas fue en tierras catalanas, en la sala Salamandra, y para unir esfuerzos y reforzar el llamamiento a los seguidores del metal contarían con el apoyo de otros ilustres veteranos, y también viejos conocidos de la audiencia barcelonesa, como son los portugueses Moonspell.
Para redondear el atractivo cartel de esta otoñal noche de noviembre, -cualquiera de las dos bandas que lo copaban podrían abanderar su propia gira por estos lares sin muchas dificultades-, contaríamos con la presencia de una formación que en poco más de una década ha conseguido hacerse un nombre dentro de la escena europea: Wolfheart, quienes regresaban para presentar su “Draconian Darkness”. Mientras que para dar el pistoletazo de salida a la velada tendríamos ocasión de descubrir la propuesta de los germanos Hiraes.
Precisamente era sobre los germanos sobre quienes recaía la responsabilidad de dar la bienvenida a los más “madrugadores”. Con dos trabajos en su haber como “Solitary”(2021) y “Dormant”(2024), Hiraes llegaban dispuestos a reivindicarse como uno de los valores emergentes dentro de la escena europea presentándonos unas convincentes credenciales en forma de un compacto death metal salpicado de melodía y convenientemente condimentado con unos rotundos y explosivos cambios de ritmo, y contando además con el magnetismo y el gancho de su frontwoman Britta Görtz.
Aunque el cuarteto salió con el cuchillo entre los dientes y se hizo rápidamente con el control del escenario, lo cierto es que disfrutaron de un sonido bastante deficiente, especialmente durante los compases iniciales del show con lo que temas como la inicial “Through The Storm” quedaron algo deslucidas. Pese a ello Hiraes no se vinieron abajo y consiguieron a base de entrega y profesionalidad llamar la atención de los que todavía no les conocían dando buena cuenta de la épica brutalidad de “About Lies”, que contó además con unos teclados grabados que ayudaron a dotar al tema de una ambientación especial.
La particular escalada de contundencia e intensidad del combo de Hanover prosiguió sin darnos ocasión de reponernos mínimamente, ya que fundida con la parte final del tema anterior arrancaba “Under Fire”, que nos atenazaba inmisericordemente con su aplastante pared sonora mientras Britta Görtz ejercitaba sus cervicales al agitar incansablemente su larguísima coleta. Aunque he de reconocer que Hiraes sonaron en todo momento como una apisonadora, la propia vocalista fue la que se encargó de informarnos que esta noche estaban tocando mermados por la ausencia de uno de sus guitarristas durante los prolegómenos de “We Owe No One”. Le escogida para finiquitar su escueta presentación fue “Undercurrent” tras la que se marcharon dejando unas buenas sensaciones.
No fue una sorpresa. Había ganas, podía palparse en el ambiente. Desde Tuomas Saukkonen pusiera en marcha Wolfheart la banda no ha parado de trabajar duro. En algo más de una década han facturado siete largos de estudio, el más reciente “Draconian Darkness” hace tan solo unos meses, amén de sus constantes giras y sus sucesivas apariciones en los festivales europeos. Gracias a esta dura actividad la banda ha conseguido establecerse y, a día de hoy, puede presumir de contar con una nutrida representación de incondicionales que se dejaron notar con fuerza apoyándoles incondicionalmente a lo largo de todo el show.
Con la portada de su último redondo presidiendo el escenario los finlandeses saltaron a escena con la consigna clara de destrozar las cervicales de sus seguidores, y para ello que mejor que iniciar su descarga con una vieja favorita como “Strength And Valor”, desplegando esas atenazadoras melodías que se han convertido en una de sus indiscutibles señas de identidad. Muy impactante visualmente resultaron las astas que salían a los lados del pie de micro de Mr. Saukkonen, dando al escenario una ambientación de lo más oscura y macabra. Sin embargo, lo verdaderamente importante fue comprobar lo sólido e incontestable que sonó el cuarteto de Lahti en piezas como “Zero Gravity”, que provocaba que los que copaban las primeras filas levantaran entusiasmados los puños cada vez que Tuomas abandonaba su posición para aproximarse al filo del escenario.
Aunque los finlandeses habían iniciado su descarga mirando al pasado, por supuesto que no descuidaron su material más reciente. Así que la primera escogida para representar el contenido de “Draconian Darkness”, fue “Burning Sky”, que arrancaba de forma sosegada para ir creciendo progresivamente hasta asfixiarnos con esas acaparadoras melodías que estuvieron preñadas de un aura de oscura melancolía. El contraste entre la actualidad y lo que fueron los primeros tiempos del combo finlandés lo puso “The Hunt”, el tema que de alguna forma los puso “ en el mapa”, y que fue recibido de forma cálida por un público que no paró de animar mientras el fornido Lauri Silvonen alzaba su bajo provocando la respuesta de los más incondicionales.
Aunque como era de esperar la mayoría de las miradas recayeron sobre Tuomas Saukkonen, lo cierto es que Wolfheart funcionaron en todo momento como una unidad, incluso el guitarrista Vagelis Karzis fue quien se encargó de anunciarnos que había llegado el momento de disfrutar de uno de sus últimos sencillos “Evenfall”, que nos dejaba con las imponentes aceleraciones y rotundos cambios de ritmo de un Joonas Kauppinen que se mostró absolutamente imparable tras su kit. El cambio de registro llegaría acompañado de los teclados grabados que sirvieron para introducirnos en la dramática e inquietante “The King.
El último proyectil en la recamara del combo finlandés corrió por cuenta de las atmósferas más etéreas y ambientales de otra de las nuevas “Grave”, tras la que se marcharon dejando a una audiencia rendida. Valor seguro en sus directos, y sinónimo de calidad, Wolfheart son una banda que se ha ganado a pulso el estatus del que disfrutan en la actualidad. Seguramente no tardaremos mucho en verles por aquí liderando su propio espectáculo y en algún recinto de aforo similar al de esta noche.
Para muchos de los que a esa hora de la tarde abarrotaban ya la Sala Salamandra la descarga de Moonspell significaba un “plato” igual de suculento, -o más-, que el show de las propias estrellas de la noche. Los portugueses han conseguido crear un vínculo muy especial con la gente que les sigue desde hace años. Fernando Ribeiro y sus muchachos han mostrado a lo largo de su longeva carrera diferentes facetas estilísticas, teniendo en común la calidad y ese manto oscuro que siempre les ha acompañado.
Precedidos de una inquietante introducción, -con repicar de campanas y cánticos monacales incluidos-, y con una proyección que nos traía al recuerdo la portada de “Irreligious”, el combo luso tomaba posiciones de forma parsimoniosa para que Fernando, que fue el último en aparecer, se aproximara hasta su pie de micro para saludarnos y tras contar hasta cuatro dar el pistoletazo de salida con un viejo himno como “Opium”. Por supuesto, la reacción del personal fue instantánea e incontestable, con la gente entonando las partes melódicas para acto seguido empezar a cantar con el puño en alto al abordar los desarrollos más potentes y agresivos. A lo largo del show los lusos disfrutaron de un cuidado montaje escénico, contando con un efectivo juego de luces y varias proyecciones que fueron cambiando dependiendo del tema que interpretaran.
Tras haber arrancado de forma seminal, metiéndose al público en el bolsillo, tocaba cambiar de registro para encarar las atmósferas más introspectivas, y por momentos elegantes gracias a los teclados de Pedro Paixâo, de “Awake!”, que fue despedida con una cerrada ovación por parte del respetable. Siempre cercano y muy comunicativo, Fernando volvió a demostrar que sabe defenderse muy bien en castellano. De modo que las proclamas para levantar aún más los ánimos del personal fueron una constante durante los compases iniciales del seminal “Extinct”, que nos dejaba al vocalista anclado en el centro del escenario dirigiendo su brutal acometida antes de dar rienda suelta a su fantástico y melódico estribillo.
El nivel de euforia del respetable continuaría en aumento, así que mientras el escenario quedaba teñido de tonalidades azules Fernando se encargó de anunciarnos que había llegado el momento del death metal más crudo y corrosivo con un “Night Eternal”, que sonó absolutamente devastador, con el bajista Aires Pereira abandonándose al headbanging mientras el carismático frontman alzaba su pie de micro para dejarnos ver el logo de la banda que había en su base. Para el siguiente tema Pedro dejaría a un lado sus teclados para convertirse en el socio de Ricardo Amorim a las seis cuerdas dando un plus de contundencia y brutalidad al siempre rotundo “Finisterra”.
Las guitarras seguirían marcando el ritmo del show, sonando cortantes, crudas y despiadadas durante el arranque de “The Southern Death Style”, para dejar que finalmente el tema acabará asentándose sobre la apabullante contundencia de su sección rítmica antes de afrontar su seminal recta final. Un nuevo viraje sonoro serviría para que todo se tornará más opresivo e inquietante. De modo que con Pedro recuperando su lugar frente a los teclados llegaba el momento de dejarnos arrastrar por el inquietante torrente melódico que nos propusieron a lo largo de “Everything Invaded”, que nos dejaba a Fernando alternando rugidos desgarradores, voces susurrantes y tonalidades graves y profundas.
Con todo el público acompañando con palmas, y mientras el escenario volvía a teñirse de azul, arrancaba “Breathe (Until We Are No One)”, brindándonos la oportunidad de volver a cantar junto a Fernando. Evidentemente no faltaron durante su descarga los guiños a sus más fieles seguidores, a aquellos que llevan lustros acompañándoles, y que siempre les han apoyado. Por supuesto que “Mephisto”, es uno de sus himnos imprescindibles, pero lo cierto que es el típico tema que sus fans más veteranos reciben siempre con una sonrisa dibujada en el rostro, y el show de esta noche no fue una excepción.
Por si alguien albergaba alguna duda sobre el nivel de complicidad y conexión que la banda es capaz de crear en todos sus conciertos con sus incondicionales, la prueba palpable la tuvimos cuando llegó el momento de cantar y saltar siguiendo el inapelable “Alma Matter”, con un auditorio completamente rendido y entregado. El cierre definitivo para la descarga de los portugueses corrió por cuenta de otra de las que lleva décadas acompañándoles “Full Moon Madness”. Lamentablemente su tiempo había terminado, y como suele suceder siempre con Moonspell se nos quedaron muchos temas en el tintero. Nunca fallan, tienen un show potente y convincente. Así que esperemos que regresen pronto y tengamos ocasión de disfrutar de un show más largo.
No lo iban a tener nada fácil. Tras la soberbia descarga de unos Moonspell que demostraron estar en un fantástico estado de forma llegaba el momento de que Dark Tranquillity demostraran ante un recinto abarrotado el porque eran el plato fuerte de la noche. La relación de un servidor con la formación que capitanea el incombustible Mikael Stanne ha sido desigual a lo largo de los años, ya que si bien es cierto que me declaro fan incondicional de su primera etapa, también he admitir que algunos de sus trabajos posteriores me han dejado bastante frío. Sin embargo sus ultimas entregas han propiciado que un servidor haya vuelto al redil y que de alguna forma haya vuelto a recuperar el interés en su material.
En cualquier caso, lo que nadie puede discutirles es su estatus de pioneros. Ellos han sido una banda que ha marcado el camino y que, indiscutiblemente, han abierto puertas a otras formaciones que seguían sus pasos desde aquellos ya lejanos primeros años noventa. En cuanto a lo que fue su show de esta noche, no hubo grandes diferencias con respecto al montaje escénico que presentaron los portugueses, ya que usaron las mismas pantallas que pudimos ver durante el show de los de Brandoa.
Pese al inexorable paso del tiempo hay cosas que no cambian, y precisamente una de ellas es la estampa de Mikael Stanne que salió ataviado con su inseparable chupa negra. El carismático frontman fue el último en aparecer en escena cuando sus compañeros ya habían tomado posiciones mientras a través del P.A. sonaba una inquietante introducción. El pistoletazo de salida, -tal y como mandan los cánones-, corrió por cuenta del corte que abre su más reciente entrega discográfica “Shivers And Voids”, provocando el delirio de un respetable que se mostró muy metido en el show desde el mismo arranque, cantando el estribillo del tema cada vez que las proyecciones nos anunciaban su llegada.
Tras unos instantes en los que el escenario permaneció sumido en la absoluta oscuridad, una explosión de luz serviría como entrada para proponernos una primera mirada al pasado en forma de “Cathode Ray Sunshine”, cuya melodía central fue coreada por gran parte de los presentes mientras Stanne se paseaba exultante por el escenario animando incansablemente a los que copaban las primeras filas. Un detalle a destacar fue el sonido tan nítido y potente que tuvo el combo sueco, con lo que temas de nuevo cuño como “Unforgivable”, sonaron absolutamente matadores, combinando el clasicismo y la garra del primigenio sonido Göteborg, -con toda la banda ejercitando enérgicamente las cervicales-, y esas atmósferas más crudas y envolventes.
Me gustó mucho la química, el buen rollo y la camaradería que se vio sobre el escenario, con unos músicos que no dejaron de interactuar entre ellos mientras Stanne ejercía de líder e indiscutible maestro de ceremonias, arrancando más de una salva de aplausos con sus comentarios entre tema y tema. Por supuesto que a lo largo del show no faltó la potencia death metalera, pero también tuvimos ocasión de deleitarnos con algunos pasajes de corte épico como los que marcaron “Terminus (Where Death Is Most Alive)”, con Stanne apoyando un pie sobre los monitores para encorvarse y ejecutar sus desgarradores registros antes de que la gente acompañara con vítores y palmas su intenso desarrollo central. El contraste a tanta garra guitarrera lo pondrían los teclados que marcaron a fuego los compases iniciales de la pieza que daba título a lo que fue su trabajo de 2016: “Atoma”, que puso la sala literalmente patas arriba, con todo el personal levantando los puños al aire mientras la banda pisaba el acelerador al máximo.
Nuevamente un cuidado jugo de luces sería el encargado, junto a los teclados de Martin Brändström, de brindarnos la oportunidad de disfrutar de otra de las nuevas “Neuronal Fire”, que bajaba mínimamente el tempo del show para que los suecos centraran su objetivo en la intensidad. Tras agradecernos nuestro apoyo esta noche, y también en sus ultimas visitas, Stanne nos presentó “What Only You Know”, que tras un fulgurante arranque sirvió para que el vocalista desplegara algunos de sus registros más graves y elegantes mientras a través de las pantallas podíamos ver una llamativa cortina de estrellas. Tras presentarnos a todos los miembros de la formación era un buen momento para proponernos una nueva mirada sobre “Fiction”, para hacer nuevamente explotar al personal con la rotunda acometida que significó “Empty Me”,que nos dejaba a ambos guitarristas copando el centro del escenario.
Sin apenas darnos tiempo para recuperarnos del tremendo impacto que supuso “Empty Me”; la banda volvió a hacer escala en su más reciente “Endtime Signals”, para hacernos sucumbir ante las hipnóticas y envolventes ambientaciones del introspectivo “The Last Imagination”, que de entre las nuevas fue de las que más desapercibida pasó. Los ritmos pesados y las melodías densas y opresivas tendrían continuidad durante “Not Nothing”, que nos dejaba con el escenario teñido en tonalidades azules mientras Stanne volvía a sacar partido de su dualidad vocal para acabar recabando el beneplácito del personal. Tras dos números en los que la banda había bajado el nivel de revoluciones del show, que no el de intensidad, tocaba volver a levantar la moral de la tropa, y para ello que mejor que recurrir a un clásico incontestable como “Final Resistance”; que provocaba que la sala volviera a llenarse de puños que se alzaban orgullosos cada vez que tocaba encarar los crujientes desarrollos que servían como nexo de unión para sus matadoras estrofas.
No abandonarían el material de su obra de 2002 “Damage Done”, ya que la escogida para volver a incidir sobre las sonoridades más etéreas y envolventes fue “Hours Passed In Exile”; que nos golpeaba con fuerzas con sus rotundos increscendos para posteriormente hacernos “surfear” por sus vivaces melodías. Me llamó mucho la atención el notable protagonismo que tuvo “Endtime Signals”, en el repertorio de esta noche. Pero es que tal y como dejaron patente en temas como “Our Disconnect”, el material de su último redondo resume de forma precisa lo que ha sido la evolución de la banda en los últimos tiempos.
Sin embargo pese a la buena acogida, que en términos generales, tuvieron las nuevas composiciones y temas más recientes como “Phantom Days” y “Identical To None”, ambas repescadas de lo que fue su obra de 2020: “Moment”, lo cierto es que los momentos más vibrantes de la noche, como no podía ser de otra forma, llegaron en el tramo final de su descarga con piezas clásicas como “Therein”, que a la postre fue el único recuerdo que permitieron a su material noventero, “Lost To Apathy”, y sobre todo con una joya como “Misery´s Crown”, que alternando potencia metalera y elegancia gothica ponía el mejor broche a una velada memorable en la que únicamente, los seguidores más veteranos, echamos en falta algún guiño más a lo que fueron sus primeras entregas.
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