Suele decirse que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Llevan años editando trabajos que han conseguido conquistar a los seguidores del hard rock, además nunca han tenido problemas para defender sus temas en directo. Eclipse son una de las puntas de lanza de la escena del hard rock sueco. Por supuesto, que siempre estarán a la sombra, -en cuanto a popularidad se refiere-, de los grandes titanes Europe, pero lo cierto es que la banda que capitanea el polifacético Erik Martensson, se ha convertido en una de las bandas internacionales que más ha pisado los escenarios de nuestro país en los últimos años. Sin ir más lejos este mismo verano se dejaron caer por aquí, aunque eso no fue excusa para que en su asalto al Salamandra sus incondicionales acudieran a la cita para volver a disfrutar saltando y coreando esa colección de estribillos que a más de uno nos ponen las pilas y nos hacen salir de sus descargas con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.
Hace ya bastante tiempo que Eclipse perfilaron su personalidad como banda, que moldearon su sonido y que, de alguna forma, encontraron la fórmula para conquistar el corazón de los seguidores del hard rock melódico. Y sin que esto sea algo negativo, creo que para conseguirlo ha sido clave que todos sus lanzamientos sean, en esencia, compactos y homogéneos. En cualquier caso, lo que nadie puede discutirles es su facilidad para escribir melodías tarareables y estribillos coreables que se quedan dando vueltas en tu cabeza tras tan solo un par de escuchas. El motivo de esta nueva incursión en tierras catalanas era la presentación del que hasta el momento es su más reciente entrega discográfica “Megalomanium II”, que vio la luz a mediados del pasado mes de Septiembre. No llegaban solos a su cita con la audiencia de la capital catalana ya que arribaban acompañados de sus paisanos Remedy, quienes desplegaron todo su potencial melódico ofreciéndonos un repertorio que estuvo centrado en el material de lo que hasta el momento es su segunda entrega de estudio “Pleasure Beats The Pain”.
La cantera sueca parece inagotable, en cualquier vertiente dentro del rock, pero sin duda si centramos el objetivo en el hard rock melódico parece incuestionable que no paran de aparecer nuevos e interesantes proyectos. Remedy no han perdido el tiempo y en un corto espacio de tiempo nos han legado dos obras como “Something That Your Eyes Won´t See” (2022) y “Pleausure Beats The Pain” (2024), que les han servido para presentar su candidatura como uno de los valores emergentes dentro del género. Por supuesto que su estilo, su sonido, su puesta en escena y su actitud guardan muchas similitudes con el de las estrellas de la noche, y eso sin duda sirvió para que los de Estocolmo pudieran conectar con el público y acabaran dejando unas excelentes sensaciones.
Me llamó la atención que entre los presentes había levantado bastante expectación la presencia de Remedy. Irrumpieron en escena con puntualidad y dando cancha a uno de sus riffs más potentes y enérgicos, el que introdujo la inicial “Living On The Edge”, que servía para que los suecos impregnaran el recinto con esas esencias ochenteras que tan en boga se han puesto en los últimos años. Habiendo captado la atención del respetable su frontman Robert Van Der Zwan dio un paso al frente para invitar a los presentes a que acompañaran con palmas “Marilyn”. Sin embargo, el gran foco de atención de la descarga de Remedy fue Roland Forsman, quien ocupó varias veces la primera línea de fuego para darnos muestras de su talento a las seis cuerdas en los solos de temas como “Sin For Me”, que fue la primera muestra que nos dejaron de su más reciente entrega discográfica.
Tras los pertinentes saludos y las obligadas presentaciones la banda volvería a mirar al pasado para adentrarnos de lleno en el potente uptempo “Sundays At Nine”, con Robert dejando aparcada durante la primera mitad del tema su faceta de guitarrista para aferrarse al pie de micro y acabar firmando una de las interpretaciones más intensas y emocionantes de su escueto show. El rock vivaz y enérgico, aunque sin olvidar ese toque adictivo y accesible, no tardaría en regresar de manos de “I Wanna Have It All”.
Con el recinto ya bastante caldeado, y con una banda que supo aprovechar la ocasión para conquistar a quienes todavía no les conocían, tocaba encarar la segunda mitad del show, y para ello que mejor que confiar en el punch de una composición alegre y novedosa como “Angelina”, que respaldada sobre un riff de escuela clásica, y contando con las palmas de apoyo del respetable, acabó convirtiéndose en uno de los momentos de la noche. Por supuesto que a lo largo de la descarga del combo sueco tampoco faltaron los elementos del hard rock más melódico, elegante y cercano a las sonoridades A.O.R., y un claro ejemplo lo encontramos en “Crying Heart”. Sin embargo para cerrar su presentación por todo lo alto Remedy confiaron en la pegada de “Moon Has The Night”. Remedy mostraron garra, calidad y actitud, además de contar con el apoyo de un público afín que conectó con su música desde el mismo arranque. Así que, visto lo visto, esperemos que no tarden mucho en regresar para liderar su propio espectáculo.
Como si fuera el reencuentro con un viejo amigo con el que uno coincide cada cierto tiempo, ese es el feeling y la sensación que se viene respirando en las últimas descargas de Eclipse en la Ciudad Condal, y la de esta noche de jueves..., no fue excepción. El combo sueco posee una fiel parroquia de seguidores, que no suelen fallar a sus convocatorias, y a los que hay que sumar los que llegan arrastrados por algunos de sus estribillos más recientes. En definitiva, que sus shows desde hace ya bastante tiempo son sinónimo de buen rollo, diversión y, ante todo, mucho hard rock. Además, también hemos podido ver como la banda ha ido añadiendo algunos elementos decorativos a su puesta en escena. Algo que ha ayudado a dotar de un mayor impacto visual a sus descargas.
En donde no encontramos apenas diferencias fue en el vestuario que lucieron los miembros de la banda: todos de riguroso negro, con Erik enfundado en una chupa con las mangas remangadas y exhibiendo su eterna sonrisa, mientras su socio a las seis cuerdas Magnus Henriksson lucía su inseparable sombrero. Salieron a escena con las pilas bien cargadas, dispuestos a convencer, mostrándose enérgicos y entregados a sus seguidores desde que dieron el pistoletazo de salida con “Roses On Your Grave” y, como era previsible, la conexión con el público fue instantánea, con todo el personal saltando y cantando su pegadizo estribillo. Y es que si algo ha dejado claro el combo sueco a lo largo de su ya dilatada trayectoria es su infalible olfato a la hora de combinar melodías accesibles y estribillos absolutamente ganadores, tal y como dejaron patente durante la novedosa “All I Want”, que les servía para desplegar su faceta más accesible y por momentos casi popera.
Evidentemente que Erik y sus compañeros tampoco dejaron pasar la ocasión para hacer gala de sus influencias más clásicas, esparciendo las esencias netamente “Lizzy” de “Run For Cover”, que fue acompañada por las palmas de un personal que a estas alturas del show estaba ya estaba completamente entregado. La temperatura y el nivel de excitación seguiría en aumento, ya que acto seguido el cuarteto echaría todavía más la vista atrás para proponernos una primera incursión en el material de su celebrado “Monumentum”, dando buena cuenta del adictivo “Killing Me”, que hacía que todos nos pusiéramos a botar junto a Erik para conformar lo que fue uno de los momentos álgidos del show.
La fuerza, la garra y la actitud netamente rockera no tardarían en regresar durante “Jaded”, que apoyada sobre unas guitarras más rotundas y compactas lograba que el nivel de intensidad se mantuviera para acabar recabando una cerrada ovación. Había ganas de fiesta, ganas de saltar y, por supuesto, muchas ganas de cantar. Así que Eclipse no se cortaron a la hora de dar a sus “parroquianos” lo que habían ido a buscar, de modo que el recinto se convirtió en una fiesta durante “Runaways”, con Erik dejando aparcada su guitarra para aferrarse al pie de micro y ejercer únicamente como frontman, calentando y animando al personal.
Tras semejante derroche de adrenalina tocaba rebajar mínimamente el nivel de revoluciones, que no de intensidad, así que acto seguido Erik empuñaría la guitarra acústica para brindarnos una sentida “Still My Hero”. Esa ambientación más intimista e introspectiva se mantendría durante los compases iniciales del uptempo “When The Winter Ends”, que significó la primera escala que se permitieron al material de “Paradigm”. No abandonarían las composiciones de su obra de 2019, aunque si nos propusieron un rotundo cambio de rumbo al volver a incidir sobre su vertiente más rockera durante el celebradísimo “The Masquerade”, todo un himno que, gracias a su rotunda percusión y a lo marcado de su estribillo, perfectamente podría sonar en recintos de mayor aforo.
Como viene siendo habitual en sus descargas, el ecuador del show quedó marcado por el solo de batería de Philip Crusner, tras el que el resto de sus compañeros regresaron a escena para embarcarse en otra de las que ya se ha convertido en imprescindible para todos sus seguidores: “Saturday Night (Hallelujah), una invitación a la fiesta y la diversión que fue acogida con los brazos abiertos por parte de un respetable que se lo estaba pasando en grande. Tardó en llegar, pero estaba claro que los suecos no iban a dejar aparcadas las composiciones de su anterior “Megalomanium”, y “Anthem” fue la primera elegida para representarlo, haciéndonos cantar con el puño en alto para dejar patente la perfecta sintonía entre la banda y sus incondicionales.
Pero, evidentemente, no podía faltar para entrar en el “rush finale” de su descarga uno de esos temas que encierra potencial suficiente para poner cualquier auditorio patas arriba como es el infalible “Black Rain”. A continuación llegaría otro de los momentos de la noche, con todo el personal saltando y coreando la característica melodía de “Never Look Back”. El ritmo potente, intenso, y por momentos casi marcial, sería el que comandaría un “Twilight”, que fue rematado por el fantástico solo de un Erik Martensson que se mostró sobrio, preciso e infalible a lo largo de todo el show.
He de reconocer que me sorprendió que Eclipse centraran prácticamente todo su repertorio en los temas de sus últimas entregas de estudio, dejando aparcados algunos de los himnos que les dieron a conocer internacionalmente durante la pasada década. Pese a ello, a la hora de rematar su descarga no faltaron piezas que fueron coreadas con fervor por el respetable como la vacilona y netamente ochentera “Battlegrounds”. Otra de las que sirvió de munición para que los más animados no dejaran de saltar fue “The Hardest Part Is Losing You”, para dejar que el colofón definitivo a su descarga corriera por cuenta de la apoteósica “Viva La Victoria”, que con todo el personal saltando con el puño en alto mientras coreaba su adictivo estribillo servía para rubricar otro incontestable triunfo de Eclipse en tierras catalanas.
No fallan. Erik Martensson y sus muchachos a base de trabajo, entrega y dedicación, hace ya tiempo que convencieron a todos los seguidores del hard rock melódico. Sin embargo, visto su potencial y, sobre todo, sus prestaciones en directo, un servidor se quedó, una vez más, con la sensación de que la banda tendría que estar tocando ante audiencias más multitudinarias.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS;CARLES OLIVER
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