Sin embargo, y a pesar de la opinión de los más mitómanos, -entre los que podéis incluirme-, parece que Robe ha decidido focalizarse en su carrera en solitario. Por ello, me parece muy loable la labor de sus paisanos Pedrá quienes rescatan y reivindican en sus directos muchas de esas composiciones que, -por uno u otro motivo-, parecen estar condenadas al olvido. Quizás ese sea el motivo por el que el Salamandra acabó colgando el cartel de “Sold Out”, algo extraño si tenemos en cuenta que estamos hablando de una banda tributo y de un recinto que suele acoger giras de artistas internacionales..., por algo será.
Mucha, muchísima, expectación había suscitado el retorno a la Ciudad Condal de Pedrá. El cuarteto había sabido granjearse una excelente reputación en sus visitas previas. Y una vez más volvieron a conseguir hacer disfrutar al personal haciéndonos viajar atrás en el tiempo, invitándonos a cantar junto a ellos una fantástica selección de viejas, y no tan añejas, favoritas de Extremoduro. El cuarteto de Plasencia llegaba sin contar con el concurso de banda invitada, y eso hacía presagiar un show largo, como acabó siendo. Desde antes de que se iniciara la descarga podía palparse en el ambiente el feeling de las ocasiones especiales, con los bares colindantes al Salamandra bastante concurridos. El acceso al recinto fue bastante escalonado, aunque unos veinte minutos antes de la hora prevista para el arranque del show la mayoría del público estaba ya frente al escenario, buscando una buena posición que les permitiera no perderse el más mínimo detalle de una velada que prometía emociones fuertes.
El inicio fue toda una declaración de intenciones, y es que el show de los placentinos arrancó precisamente con un fragmento del mítico “Extrema y Dura”, para acto seguido fundirse con uno de los clásicos imprescindibles de la segunda etapa de la carrera de Extremoduro “A Fuego”. Obviamente la respuesta del respetable fue inconmensurable, con las primeras filas saltando con el puño en alto ante las caras de satisfacción de unos músicos que no pararon de animar en ningún momento a un público que se dejó imbuir por la magia de un montón de clásicos que se han ganado un lugar especial dentro del “cancionero” de los seguidores del rock duro en nuestro país. Conocíamos los temas, obviamente, pero Pedrá también quisieron dejar su sello personal en cortes como “El Duende Del Parque”, con la batería de Jaime Sánchez sonando muy rotunda y a un tempo más acelerado en las partes lentas. Desde los compases iniciales de la descarga la banda supo conectar con el público, planteando un show eléctrico, vibrante y dinámico, en el que muchos temas, especialmente en el arranque, fueron empalmados. Así que tras un inicio trepidante llegaba el momento de adentrarnos de lleno en las ambientaciones más accesibles de “Sucede”, que fue la elegida para volver a hacer cantar al respetable brindándonos una nueva incursión en lo que fue uno de los primeros pelotazos de Robe & Cía a nivel multitudinario con el multiventas “Ágila”
Tras recabar la cálida ovación, a modo de bienvenida, de un respetable que se mostró completamente entregado, cantando como sino hubiera mañana cada una de las composiciones que nos brindaron Pedrá a lo largo de la velada, llegaba el momento de que su frontman, Raúl García, nos saludara y nos diera las buenas noches para acto seguido volver a tirar de nostalgia y poner la sala literalmente patas arriba con el descomunal “Decidí”, que hacía que los más veteranos dentro del “Rock Tansgresivo” alzáramos los puños al aire para corear su inmortal estribillo. Por supuesto que a estas alturas del show Pedrá habían conseguido crear un vínculo especial con el público. De modo que el furor siguió en aumento cuando el cuarteto nos propuso otro de los temas que sirvió al “Rey De Extremadura” y sus secuaces para meter la nariz en los grandes medios “Buscando Una Luna”.
Sin apenas darnos tiempo para recobrar el aliento, y tras recabar otra ovación de manos de una audiencia que se lo estaba pasando en grande, llegaba el momento de transitar a través de “Dulce Introducción Al Caos”, que fue la escogida para desplegar toda la épica rockera. Muchos fueron los momentos a lo largo del show en los que la gente se convirtió en indiscutible protagonista, y en los que Pedrá fueron el vehículo para que la gente cantara como si no hubiera mañana, y sin duda uno de los momentos álgidos llegó con la conocida “So Payaso”, ya que recordemos que su clip fue galardonado como mejor vídeo musical en la primera edición de los Premios de la Música allá por 1997.
Mucho más crudas, incisivas y viscerales sonaron las guitarras de Raúl y Peter Martínez al encarar el despiadado “Necesito Droga Y Amor”, que fue el primer guiño que la banda se permitió al contenido del seminal “Somos Unos Animales”. No abandonarían el material de ese segundo largo, que vio la luz a principios de la década de los noventa, ya que la siguiente en caer fue otra de las que los más acérrimos saboreamos intensamente: “Quemando Tus Recuerdos”. El cambio de registro llegó cuando Raúl nos invitó a que sacáramos nuestros teléfonos para dar un toque especial, casi mágico, a “Golfa”, que se zanjaba con ese característico juego de voces que tan bien supieron recrear gracias a las aportaciones vocales de su bajista José Antonio Esteban.
El listón estaba muy alto, la complicidad entre los placentinos y el respetable era total. Y aunque ya llevábamos un buen rato de concierto, lo cierto es que el incansable público seguía con muchas ganas de cantar. De modo que la mejor excusa para aplacar los ánimos del personal fue invitarnos a repasar la “geografía taleguera nacional” dando buena cuenta del estribillo del que fue uno de los ”buques insignia” del aclamado “¿Dónde Están Mis Amigos”: “Pepe Botika”, que ponía la sala nuevamente patas arriba. Tras semejante derroche de intensidad y macarrerismo rockero tocaba rebajar el tono para mostrar la vertiente más intimista y poética durante la emotiva “Stand By”. Mientras que la elegida para hacer que todo el personal volviera a saltar intensamente fue la composición que Extremoduro colaron dentro del film de Alex De La Iglesia “El Día De La Bestia”, que en su momento, a mediados de los noventa, también dio nombre a una gira que aglutinó a diferentes formaciones que aparecieron en su banda sonora, contando con nombres de la talla Ktulu, Def Con Dos, Soziedad Alkoholika…
No creo equivocarme al aseverar que para muchos de los presentes el tercer disco de Extremoduro “Deltoya”, fue el que marcó el primer punto de inflexión en su carrera, y el que de alguna forma los puso en el mapa rockero a nivel nacional. Y eso fue algo que pudimos apreciar al ver la rotunda acogida que obtuvieron temas como “De Acero”. Por supuesto que no podía faltar, muchos lo estábamos esperando, y aunque he de reconocer que me pareció que la parte inicial fue tocada algo más rápida que en la versión original, lo cierto es que el corte que prestaba título al tercer largo de Extremoduro, “Deltoya”, volvió a ponerme los pelos de punta dejando patente que las buenas composiciones, al igual que el buen vino, mejoran con el paso de los años, y nunca llegan a cansar. Los pasajes más introspectivos, a la vez que poéticos, volverían a marcar el uptempo “Si Te Vas”, aplacando los ánimos del personal antes de encarar las recta final del show.
Por supuesto, “Jesucristo Garcia”, era otra de las que no podía faltar esta noche para acabar convirtiéndose en otro de los momentos culminantes de la velada, especialmente en esa segunda mitad que sirvió para que todos cantáramos con el puño en alto mientras Raúl se bajaba del escenario para pasearse entre un respetable que acabó tributando a la banda una cerrada ovación. El desmadre, la fiesta y la diversión se darían la mano durante “Bribriblibli”, mientras que para poner el punto y seguido al show los extremeños optaron por un nuevo guiño al mítico “Ágila”, en forma de “Prometeo”.
No tardarían mucho los músicos en volver a tomar posiciones para dar por inaugurados los bises con un “Puta”, que contando con la complicidad del público sonó como una auténtica apisonadora. “Salir”, fue ese canto a las hazañas y correrías nocturnas que todos hemos vivido y disfrutado. Mientras que el broche de oro definitivo, como no podía ser de otra forma, lo puso ese himno imprescindible y poético, -en el que estuvo involucrado Manolo Chinato-, que es “Ama, Ama, Ama Y Ensancha El Alma”.
Dicen que recordar es volver a vivir. Y precisamente eso es lo que hicimos el pasado sábado en Salamandra muchos de los que éramos fans de Extremoduro a principios/mediados de la década de los noventa gracias al trabajo y al buen hacer de unos Pedrá que supieron rescatar la magia, la esencia y la emoción de un montón de composiciones que, por derecho propio, se han convertido en himnos imprescindibles para cualquier seguidor del rock nacional que se precie.
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