Hace ya unos cuantos años que el carismático Udo Dirkschneider decidió que había llegado el momento de separar lo que era su producción en solitario al frente de U.D.O., de lo que es propiamente la nostalgia. Y es que para muchos seguidores el veterano frontman alemán siempre será la voz de Accept. Así que para satisfacer a esa amplia facción de seguidores, Udo decidió salir a la carretera bajo la denominación de Dirkschneider con el objetivo claro de centrar sus repertorios en el material que grabó junto a Accept. Aunque creo que es algo irrefutable, en los últimos años ha quedado claro que la nostalgia mueve, y mucho, al público del heavy metal, especialmente al más veterano que hace tiempo que dejó de prestar atención a la actualidad para únicamente movilizarse cuando llega a la ciudad algún nombre emblemático y clásico de la escena ochentera.
Sin duda la cita de esta tarde/noche de domingo estaba especialmente pensada para ellos, ya que Dirkschneider, o lo que es lo mismo Udo y sus acólitos, repasarían de forma íntegra y en el mismo orden un clásico imprescindible para cualquier seguidores del heavy metal que se precie como es el quinto trabajo de la carrera de Accept: “Balls To The Wall”, que recientemente han regrabado. Además, tendríamos ocasión de escuchar varios temas de la etapa más exitosa de la banda, contando con el añadido de otro reclamo importante el que fuera su compañero en aquella etapa, el bajista Peter Baltes.
El enclave escogido para semejante celebración heavy metalera, -que hacía semanas que había agotado todas las localidades-, fue la sala mediana del Razzmatazz. Sin embargo, antes de sumergirnos de lleno en la nostalgia, -y siendo algo que algunos se tomaron como una penitencia-, tendríamos ocasión de disfrutar de dos bandas emergentes: En primer lugar, All For Metal quienes regresaban a nuestro país tras su paso por la pasada edición del Leyendas del Rock para presentar su más reciente lanzamiento “Gods Of Metal (Year Of The Dragon”). Mientras que para amenizar la espera antes de la salida del legendario frontman alemán tendríamos ocasión de disfrutar de la propuesta algo más vanguardista de los finlandeses Crownshift, una formación de reciente creación pero que aglutina en sus filas a músicos que han desfilado por bandas tan importantes como Nightwish, Children Of Bodom, Amoral o Wintersun.
Teniendo en cuenta cuál era el programa previsto para esta lluviosa tarde de domingo estaba claro que el público movilizado iba a estar rondando, cuando no por encima, de la cincuentena. Así que aunque la apertura de puertas del local estaba prevista para las 17 horas, pudimos ver el ambiente de las ocasiones especiales, de cuando un concierto era una auténtico acontecimiento, con muchas chupas de cuero, tejanas con parches y camisetas de giras antiguas, rondando la zona y haciendo que los bares de los alrededores estuvieran bastante concurridos y animados.
No obstante, a la hora programada para el inicio de la descarga de All For Metal había poco más de media sala. Luciendo sus ropajes de batalla, la banda liderada por sus dos vocalistas, el hercúleo Tim “Tetzel” Schmidt, -que fue quien se hizo cargo de las tonalidades más agresivas-, y Antonio Calanna ,-que se encargó de las líneas más agudas-, irrumpió en escena dispuesta a mover al personal presentando un metal totalmente contemporáneo, apostando por unos tempos muy marcados en donde incluyeron varias pistas pregrabadas, y en donde hubo mucho espacio para que el personal se sumara a la hora de entonar sus coreables estribillos, tal y como pudieron hacer los más animados en la propia “All For Metal”, que fue la elegida para romper el hielo, siendo su mejor carta de presentación para quienes todavía no les conocían.
Otro detalle a destacar fue la movilidad de todos los miembros de la banda, intercalando constantemente sus posiciones, y muy especialmente ambas guitarristas, Ursula Zanichelli y Jasmin Pabst, quienes no vacilaron a la hora de subirse a las plataformas que había colocadas en la parte frontal del escenario para atacar sus desarrollos solistas. Muchos fueron los momentos en los que la banda nos invitó a levantar los puños, y es que temas rápidos y de tintes power metaleros como “Fury Of The Gods”, funcionaron realmente bien. Una aceptación más discreta, por parte de un público mayoritariamente veterano, tuvieron los ritmos más marchosos y por momentos bailables de “Raise Your Hammer”.
Sin embargo, All For Metal no tardarían mucho en recuperar la conexión, especialmente con los que copaban las primeras filas, al atacar la hímnica “Burn In Valhalla” para la que dividieron a los presentes en dos grupos para hacerles corear su pegadizo y repetitivo estribillo. Su particular incursión por tierras catalanas proseguiría con todos los miembros de la banda hincando las rodillas en el suelo a excepción de Tim “Tetzel” Schmidt quien, sobre una de las tarimas y acompañado de las columnas de humo, se encargó de adentrarnos de lleno en los derroteros más oscuros e inhóspitos de “Mountain Of Power”.
He de admitir que me sorprendió que el repertorio de All For Metal estuviera focalizado sobre el material de lo que fue su ópera prima “Legends”, ya que la banda se permitió un único guiño a su más reciente entrega con “Gods Of Metal (Year Of The Dragon)”, y es Antonio se encargó de anunciarnos que tenían previsto volver por aquí liderando su propio espectáculo el próximo mes de Noviembre. Para poner el colofón a este primer acto de la tarde, el sexteto confió en otro de esos himnos de batalla que siempre motivan al personal a levantar el puño y corear su matador estribillo: “Goddess Of War”. Sin ofrecer nada sustancialmente nuevo, All For Metal cumplieron con la labor de amenizar la espera y calentar al personal de cara a lo que estaba por llegar, presentando un show entretenido pero que por momentos resultó un tanto artificial. En cualquier caso, el próximo mes de Noviembre tendremos ocasión de comprobar como defienden sus nuevas composiciones en un show más extenso y llamativo a nivel visual.
Los siguientes en tomar posiciones sobre el escenario de un Razzmatazz 2 que a esas horas presentaba ya un aspecto más animado y concurrido fueron Crownshift, quienes regresaban a la capital catalana tras su paso festivalero el pasado verano. Su propuesta poco tenía que ver con la de All For Metal y la de Dirkschneider, ya que lo suyo en un metal rápido, potente, agresivo, pero en el que también hay espacio para la melodía junto a unos pasajes y desarrollos más envolventes y atmosféricos. Gozaron de una cálida acogida, especialmente de los que copaban las primeras filas que les recibieron con los cuernos en alto, y no tardaron mucho en desplegar los abrumadores y compactos riffs de la inicial “If You Dare”.
Como era previsible su repertorio estuvo centrado en las composiciones de su debut homónimo, que vio la luz el pasado año y del que nos ofrecieron un detallado repaso. De modo que el quinteto no quiso dejarse en el tintero el despliegue de potencia e intensidad que marcó “The Devil’s Drug”, que nos dejaba a su frontman, Tommy Tuovinen, alternando furiosos regidos con tonalidades limpios. Habiendo presentado sus credenciales, y tras recordarnos que la de esta noche era su segunda visita a tierras catalanas, era un buen momento para dejar plasmadas sus influencias más netamente noventeras, y es que el siguiente corte “Rule The Show”, nos mostró a una banda completamente desatada.
Una vez consumada la brutal tripleta de apertura Crownshift abandonaron el escenario durante unos segundos, para posteriormente, y con el mismo teñido de rojo, volver a empuñar sus instrumentos para desplegar los tempos mas machacones y de esencias groove contenidos en “My Prison”, que servía para que los más animados agitaran la cabeza. Dejando a un lado la garra y la potencia, lo cierto es que el combo de Helsinki demostró también su buen hacer a la hora de transitar por derroteros más melódicos y, porque no decirlo, elegantes, ya que el guitarrista Daniel Freynerg se convertiría en el indiscutible protagonista de la instrumental “Mirage”.
No tardaría mucho su frontman, Tommy Tuovinen, en volver a hacerse cargo del timón de la nave finlandesa para asestarnos un duro golpe con “Stellar Halo”. Un nuevo viraje hacia tesituras más atmosféricas y melódicas marcaría el arranque de “A World Beyond Reach”. Mientras que para cerrar una descarga que gustó, y mucho, a los que estuvieron atentos a lo que sucedía sobre el escenario, optaron por su más reciente sencillo “Black Velvet”, una versión llevada a su terreno guitarrero e incisivo del hit de la vocalista canadiense Alannah Myles.
Aunque, como se encargó de recalcar Tommy Tuovinen, esta era su segunda incursión en tierras catalanas, la descarga de esta noche para un servidor fue su bautismo con Crownshift. No fue una sorpresa. Su disco me dejó unas muy buenas sensaciones, y lo cierto es que la banda cumplió con creces mis expectativas en directo, dejando claro que tienen potencial y temas para conseguir hacerse un hueco dentro de la escena europea.
Hacia mucho tiempo que un servidor no tenía ocasión de ver un Razzmatazz tan concurrido y animado como el del pasado domingo. Y no era para menos, ya que uno no puede presenciar muy a menudo como dos leyendas vivas dentro del heavy metal como son el vocalista Udo Dirkschneider y el bajista Peter Baltes unen fuerzas para interpretar de forma integra uno de los trabajos más emblemáticos, legendarios e icónicos de la carrera de Accept, y por extensión del heavy metal ochentero, como es “Balls To The Wall”. Todos los presentes sabían a lo que venían, y lo cierto es que disfrutaron intensamente de un fantástico y delicioso ejercicio de nostalgia.
La expectación era máxima, como ya comenté anteriormente, la sala estaba literalmente a rebosar, de hecho durante el show fueron varias decenas de personas las que decidieron seguir las evoluciones del show desde la distancia, posicionándose en la parte trasera del local para evitar las incómodas aglomeraciones. Otro factor que ayudó a acrecentar, aún más si cabe, las ganas de metal, fue el retraso de Udo y sus acólitos a la hora de dar el pistoletazo de salida al show. De modo que durante los instantes previos pudimos apreciar como la lona con el nombre de la banda, colocada en la parte trasera del escenario, quedaba prácticamente tapada por el monumental kit de batería de Sven Dirkschneider.
En cuanto a la puesta en escena fue bastante sobria, sin grandes alardes. Con la dupla de guitarras que conformaron Andrey Smirnov y Dee Dammers, moviéndose incansablemente por el escenario, mientras que en muchos momentos Udo y Baltes se posicionaban en sendas pequeñas plataformas que había situadas a los lados de la batería. Por supuesto que Udo irrumpió en escena, como no podía ser de otra forma, con su habitual indumentaria de camuflaje y con unos guantes blancos de los que no se deshizo durante todo el show. En cuanto al sonido, podría decir que fue claramente de menos a más, con unos primeros temas que sonaron bastante embarullados, aunque cabe remarcar que la cosa fue solventándose a medida que avanzó el show. En cuanto al repertorio, no hubo sorpresas. Con una primera parte que sirvió para ir calentando motores, en la que la banda repasó algunos de los himnos más celebrados y exitosos de Accept. Un segundo tramo, el más extenso, en el que se adentraron de lleno en el indiscutible protagonista de la velada “Balls To The Wall”. Mientras que la rúbrica en forma de bises llegaría con otra retahíla de clásicos incontestables. En cualquier caso, me gustaría puntualizar que todo, absolutamente todo, lo que sonó esta noche fue material publicado durante un periodo de tiempo muy concreto: 1981-1985.
Pocos momentos hay tan icónicos dentro de la historia del heavy metal como el canto tirolés que se encargaba de abrir lo que fue el cuarto trabajo de estudio de Accept. Pues bien, de esa guisa, con el personal con el puño en alto entonando ese cántico arrancaba la descarga de un quinteto alemán que irrumpió en escena para espetarnos un trallazo de incontestable octanaje metalero como es “Fast As Shark”, que lamentablemente quedó algo deslucido por un sonido muy poco matizado. Sin embargo, eso no pareció importar lo más mínimo a un público que coreó su monumental estribillo como sino hubiera mañana, haciendo que prácticamente fuera imperceptible la voz del carismático Udo. No tardarían mucho ambos “hachas” en copar el centro del escenario para proponernos con sus guitarras las primeras melodías que, como no podía ser de otra forma, también fueron coreadas con absoluta devoción escenificando así la perfecta sintonía entre una banda que se mostró intratable y un público que parecía ya rendido de antemano.
La fiesta no había echo más que comenzar. Así que sin darnos ni tan siquiera tiempo para recuperar el aliento la banda se adentró de lleno en el riff implacable y los tempos más contemporizados, e ideales para saltar con el puño en alto, de “Living For Tonite”, que nos dejaba la estampa de Peter Baltes, con el pelo recogido, espoleando al personal para que se pusiera a dar palmas para acompañar el desarrollo central del tema. No abandonarían el material contenido en “Metal Heart”; ya que tras aclamar a Udo, y después de que éste se dirigiera por primera vez al respetable, llegaba el momento de “Midnight Mover”, que nos dejaba a Andrey Smirnov ofreciéndonos un buen catálogo de “posturitas” a lo “guitarhero”, ocupando el centro del escenario mientras alzaba su guitarra blanca.
El ritmo inicial del show fue trepidante, con la banda enlazando los temas. Así que tras dos toques de la batería de Sven el quinteto volvería a pisar el acelerador al máximo para invitarnos a viajar a los albores de la década de los ochenta, dando buena cuenta de otra de esas composiciones que moldearon el gusto de Accept por la velocidad: “Breaker”, con los músicos agrupados en el centro del escenario para brindarnos una primera ración de movimientos sincronizados. Una vez más, el respetable volvería a corear reverencialmente el nombre del frontman alemán antes de que Dee Dammerst se encargara de anunciarnos con su potente riff la inminente llegada del marchoso y enérgico “Flash Rocking Man”.
A lo largo de la historia del heavy metal hay un puñado de composiciones que se han convertido en algo más que canciones. Temas que consiguen tocar la fibra del que las escucha, y más cuando es directo. Y sin duda “Metal Heart”; es una de ellas, y la mejor prueba fue ver la reacción del púbico cuando la reconoció y comprobar, posteriormente, como todos los presentes corearon de forma ensordecedora su legendario estribillo, convirtiendo el momento en uno de los puntos culminantes de la velada. Quizás para muchos puede resultar anecdótico, pero creo que para cualquier seguidor de Accept que se precie, la presencia en esta gira de Peter Baltes era un activo importante y relevante. El bajista no sólo fue pieza clave en el engranaje de la banda a nivel compositivo, sino que también contribuyó con sus rotundos coros, e incluso grabó varios números como voz solista. Así que he de reconocer que para un servidor fue una auténtica alegría volver a escucharle interpretar la emotiva “Breaking Up Again”.
A estas alturas de la velada el ambiente estaba ya bastante caldeado. En poco más de treinta minutos habíamos tenido ocasión de saltar, cantar y bailar de lo lindo. Así que con el calentamiento convenientemente realizado era un buen momento para ir un paso más allá y centrar nuestro objetivo en lo que, a priori, constituía el plato principal de este suculento banquete metálico. De modo que tras unos segundos en los que el escenario estuvo desierto, y en la más absoluta penumbra, una alocución se encargó de anunciarnos que había llegado el momento de repasar “Balls To The Wall”. Con Mr. Smirnov ocupando el centro del escenario para espetarnos su rotundo riff arrancaba el tema homónimo mientras desde el escenario se lanzaban varios balones hinchables que fueron volando de cabeza en cabeza. Udo regresaba a escena sumando a su indumentaria gorra y gafas de sol, y rápidamente todos empezamos a saltar y cantar con el puño en alto su seminal estribillo, disfrutando al máximo de una versión alargada del tema que acabó con Baltes ametrallándonos con su bajo inmisericordemente.
Con el bajista espoleando a un respetable que no vaciló a la hora de acompañar el arranque del tema con los correspondientes “oes”, se inauguraba otra de las que se ha convertido en imprescindible “London Leatherboys”; que volvía a dejarnos con otra buena ración de movimientos escénicos clásicamente ochenteros, con la tripleta de cuerda aunando fuerzas en el centro del escenario antes de que Udo se colgara del hombro de Smirnov. Por supuesto que “Balls To The Wall” esta repleto de trallazos incontestables, pero es igualmente cierto que algunos temas no han gozado del mismo arraigo entre los seguidores, y ese precisamente es el caso de “Fight It Back”, que pese a su velocidad y enérgico dinamismo no consiguió mantener el nivel de euforia que desataron las dos piezas anteriores. Interrumpiendo los entusiastas cánticos del personal Peter Baltes daba un paso al frente para ser quien se encargará de abrirnos camino hacia “Head Over Heels”, que se convertiría en la enésima excusa para que el personal coreara su característica e inconfundible melodía ante la mueca de satisfacción de un Udo que no pudo evitar esbozar una socarrona sonrisa mientras se posicionaba en la parte trasera del escenario.
Como siempre, Udo se mostró de lo más cercano con sus seguidores. Así que tras agradecernos nuestra presencia en esta fiesta conmemorativa del cuarenta aniversario del “Balls To The Wall”, llegaba el momento de escuchar una de las favoritas del propio vocalista “Losing More Than You´ve Ever Had”. Por supuesto que como cualquier álbum clásico que se precie “Balls To The Wall”, también estuvo envuelto en su momento en alguna que otra polémica por algunas de sus letras, como por ejemplo la de “Love Child”, que abordaba el tema de la homosexualidad: una temática poco habitual en el heavy metal de los ochenta. Sin embargo, cuatro décadas después el tema ha resistido perfectamente el inexorable paso del tiempo y ver como la gente coreó su estribillo fue la constatación definitiva para ratificar que se ha convertido en un clásico más de Accept.
Nuevamente, sin concedernos ni un segundo de tregua arrancaban los implacables riffs que nos anunciaban que tocaba volver a levantar los puños mientras coreábamos junto a la banda el aplastante coro de “Turn Me On”. El nivel de intensidad no decreció, y es que el quinteto pondría una marcha más para hacer que “Losers And Winners”, se convirtiera en otro de los momentos de la noche, con la sala convertida en un mar de puños que se alzaban orgullosos cada vez que tocaba gritar el título de la canción. Algo menos efusiva fue la respuesta que el personal tributó a “Guardian Of The Night”; que bajaba momentáneamente el nivel de revoluciones, permitiéndoos recuperar mínimamente el aliento. Para dar por concluido este amplio segmento dedicado a lo que fue la quinta entrega de Accept tendríamos ocasión de deleitarnos con la emotiva balada “Winter Dreams”, tras la que la banda desapareció del escenario acompañada de una cerrada ovación.
En cualquier caso, todos sabíamos que la fiesta aún no había concluido. Y es que dejando a un lado el material de “Balls To The Wall”, Udo y sus muchachos todavía tenían un arsenal de trallazos incontestables en la recamara para rematar la velada de la mejor forma posible. El regreso sobre las tablas estuvo marcado por uno de esos himnos atemporales: “Princess Of The Dawn” que, en una versión extendida, sirvió para que volviéramos a poner a prueba nuestras gargantas coreando su inmortal melodía. El ritmo frenético y netamente roquero nos haría mover los pies y levantar los puños durante “Up To The Limit”. Mientras que el colofón definitivo llegaría con el que fue uno de los primeros hits de la banda “Burning”, que ponía el recinto literalmente patas arriba para dejar patente de que el paso del tiempo no ha podido empañar esa colección de clásicos que varias generaciones de heavys llevan tatuados a fuego en el corazón.
Por supuesto que la mística, la nostalgia y el recuerdo jugaron un papel fundamental para que todos saliéramos del local satisfechos y con una amplia sonrisa dibujada en el rostro. Y aunque hay que decir que la voz de Udo ya no suena tan cortante y afilada como antaño, lo cierto es que habiendo superado ya con creces la setentena Mr. Dirkschneider sigue manteniendo el tipo, ofreciendo a sus seguidores en cada descarga casi dos horas de puro y genuino heavy metal.
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