martes, 25 de marzo de 2025

IQ-RAZZMATAZZ 2-BCN-21-MAR-2025


La longeva y prolífica andadura de los británicos IQ está inevitablemente ligada a la figura del guitarrista Mike Holmes. A lo largo de las últimas cuatro décadas el combo de Plymouth ha conseguido conquistar y fidelizar a muchos seguidores de las sonoridades progresivas con una propuesta muy personal y que en algunos aspectos se aleja de los parámetros del estilo para mostrar siempre una faceta elegante y de vanguardia. Por supuesto que su facción catalana de incondicionales no quiso dejar pasar la ocasión de volver a disfrutar de la banda, amén de tener la oportunidad de escuchar alguna de las composiciones que formarán parte de lo que será su decimosegunda entrega de estudio “Dominion” que verá la luz a finales de este mismo mes de marzo. El enclave escogido fue la sala mediana de un Razzmatazz que acabó registrando una media entrada larga. Eso sí, la mayoría de los presentes eran auténticos seguidores del combo británico, con lo que el ambiente fue muy animado con una audiencia entregada y entendida, que se implicó al máximo en la descarga.

Lo primero que me gustaría destacar fue el montaje escénico que presentaron Mr. Holmes y sus acompañantes, contando con un cuidado montaje de audiovisuales que incluyó diferentes proyecciones en la parte trasera del escenario, un cuidado juego de luces, e incluso unos lasers en la parte superior. En definitiva, una puesta en escena muy trabajada y poco habitual en las bandas que acostumbran a tocar en esta sala. En cuanto al sonido fue bastante bueno en líneas generales. Aunque personalmente me hubiera gustado que en algún pasaje muy concreto la guitarra de Mike Holmes hubiera estado un poco más alta. Sin embargo, esto no empañó para nada las prestaciones de una banda que se mostró sólida, rotunda, elegante y que, sin ninguna clase de discusión, acabó convenciendo plenamente a todos y cada uno de los seguidores que esta noche acudieron al show.

Y no es para menos, ya que si instrumentalmente estuvieron a un excelso, mención especial merece su vocalista Peter Nicholls. Quizás, al igual que el resto de sus compañeros, no se mostró muy efusivo en escena, pero lo cierto es que desde su posición, -muy cerca de su pie de micro, situado en el centro del escenario-, dominó en todo momento la situación: gesticulando mientras interpretaba los temas, alentando al personal a acompañara con palmas, invitándonos a cantar..., mostrándose en todo momento como un frontman de lo más cercano y carismático.


Lo primero que llamó la atención de un servidor cuando accedió al recinto fue la triple y colorida proyección con el nombre de la banda que presidía el escenario mientras sonaba un curioso hilo musical que aunaba 2 canciones de diferentes estilos y épocas. Con unos minutos de retraso sobre el 
horario inicialmente previsto las luces del local se apagaban para anunciarnos que había llegado el momento de iniciar nuestra travesía por el peculiar universo sonoro de IQ. Precisamente fueron una proyecciones de corte galáctico y futurista las que se encargaron de ilustrar la pieza que sirvió para que el quinteto británico se embarcará en el ritmo rotundo y majestuoso de la pieza que prestaba y daba título a su obra de 2009 “Frequency”. El último en aparecer en escena fue Peter Nicholls quien-, ataviado con un abrigo largo del que no se deshizo en todo el show,- no tardó en ocupar su posición en la parte central del escenario para espetar con su peculiar y personal registro las primeras estrofas de la noche a unos seguidores que parecían absortos y totalmente metidos en la dinámica del show desde el mismo arranque.

Por supuesto que cualquier seguidor del combo británico convendrá conmigo que su música es para ser disfrutada con los cinco sentidos, ya que te atrapa y te captura, absorbiéndote para invitarte a que formes parte de la travesía sonora por la que el quinteto nos guió al adentrarnos en los vibrantes vaivenes contenidos en la deliciosa “Sacred Ground”, que fue reconocida rápidamente por los más fieles y que sirvió para el primer alarde solista de un Mike Holmes que, - luciendo una deslumbrante e impoluta camisa blanca-, se mostró soberbio a lo largo de todo el show. Tras haber conseguido crear una estrecha conexión con sus seguidores, llegaba el momento de presentar algo de nuevo material. De modo que unas proyecciones de tintes hipnóticos serían las elegidas para ambientar “Dominion”, que arrancaba de forma relajada, dándonos la oportunidad de disfrutar de la faceta más sofisticada y elegante del quinteto para posteriormente conducirnos sobre unos trepidantes increscendos. Pero, sin duda, el gran protagonista de esta primera incursión en el material de su último lanzamiento fue Neil Durant que alternó la elegancia de los sonidos del piano con la vertiente más vanguardista que aportaron los sintetizadores.

La dinámica del show cambiaría drásticamente con la llegada de “Subterranea”, que fue el primer guiño que se permitieron a su catálogo noventero sirviéndoles para mostrar su vertiente más netamente roquera, un corte lleno de garra y vitalidad que acabó contagiando a un público que acompañó con palmas y cantó el estribillo siguiendo las indicaciones de Mr. Nicholls para acabar convirtiéndose en uno de los momentos álgidos del show, tal y como se encargó de rubricar la rotunda ovación que el público tributó al combo británico. Iba a ser difícil mantener el nivel de complicidad que IQ habían conseguido crear con su fiel parroquia de incondicionales durante los compases iniciales del show. De modo que para proseguir nuestro viaje la banda optó por desplegar toda la intensidad emocional contenida en los compases iniciales de “Guiding Light”, con Nicholls y Durant poniéndonos los pelos de punto en el arranque para dejar que posteriormente se les unieran el resto de sus compañeros para plasmar su maestría haciéndonos transitar a través de diferentes ambientaciones y sonoridades llegando incluso a brindarnos algún rotundo increscendo preñado de matices épicos.


Una mirada sobre lo que fueron los primeros tiempos de la banda acabaría abocándonos sobre la pieza que prestaba título a lo que fue su segundo largo, el conceptual “The Wake”, que vio la luz a mediados de la década de los ochenta y que sirvió para que el quinteto se adentrara en las sonoridades más oscuras y potentes para hacernos sucumbir ante su imperial sprint final. Tocaba volver a virar el rumbo, así que después de semejante alarde de contundencia sonora tocaba retornar a la calma, confiando para ello en la bucólica intriga que nos propuso la novedosa “Far From Here”, que llegaba acompañada de la proyección de una gran bóveda estrellada.

Una nueva mirada sobre las composiciones del fantástico “Frequency”, serviría como excusa para elevarnos sobre las cumbres nevadas , -proyectadas en la parte trasera del escenario-, siguiendo la estela de “Closer”, que nos guiaba a través de su idílico desarrollo hasta que hacia la mitad del tema Peter Nicholls empezó a elevar los brazos lentamente y de forma paulatina hasta alzarlos completamente haciendo explotar a la banda y al público en una catarsis instrumental absolutamente arrolladora. Muchos fueron los pasajes a lo largo de la velada en los IQ dejaron patente con argumentos musicales su maestría, no sólo como instrumentistas, sino también a la hora de plasmar su polivalencia a la hora por transitar diferentes senderos estilísticos. Sin embargo, para un servidor, el gran momento de la noche fue precisamente uno de sus números más oscuros y dramáticos: “The Road Of Bones”, y creo que fue gracias a la puesta en escena que lo acompañó, con Nicholls luciendo gafas de sol y guantes blancos para acabar llevándose las manos al cuello y simular su propio estrangulamiento.Tras recabar la cerrada ovación de unos seguidores que a estas alturas de la velada habían caído ya rendidos ante sus “héroes”, tocaba encarar la recta final del show y para ello que mejor que brindarnos otro guiño a su material noventero con la introspectiva “Further Away”.

Tras unos instantes en los que el escenario quedó sumido en la más absoluta penumbra los miembros de la banda no tardaron mucho en regresar para dar el pistoletazo de salida a los bises dando buena cuenta de otra pieza contenida en “Ever”: “Darkest Hour”, que pese al título desplegó toda la luminosidad de sus avasalladoras melodías en el arranque para dejar que posteriormente Nicholls empuñara una pandereta para dar más consistencia a su implacable sección rítmica. Lamentablemente, el show estaba llegando a su fin. Pero antes de marcharse definitivamente los británicos todavía tendrían ocasión de plasmar la conexión que habían logrado con sus seguidores poniendo a todo el personal a cantar el marcial cántico que sirvió como introducción para la final “Ten Million Demons”, poniendo así la rúbrica a una velada absolutamente memorable.


TEXTO:ALFONSO DIAZ

FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ ESPADA



No hay comentarios:

Publicar un comentario