viernes, 14 de marzo de 2025

KINGDOM OF ROCK-MANOWAR+DORO+FREEDOM CALL+ELECTRIKEEL-NAVARRA ARENA-PAMPLONA-8-MAR-2025


El desencuentro de Manowar con el público español se ha dilatado más de lo que a muchos nos hubiera gustado, tanto a sus fieles incondicionales como a la propia banda. Nada más anunciarse que el combo que capitanean Joey DeMaio y Eric Adams iba ser el encargado de liderar la primera edición del Kingdom Of Rock Festival, los seguidores de los americanos empezaron a movilizarse. Manowar nunca han dejado indiferente a nadie. O los amas, o los odias. Pero lo que está claro es que cualquier seguidor del metal tiene su propia opinión al respecto. Por todos es sabido que la banda no siempre ha ofrecido sus mejores prestaciones en las muchas visitas que llevan haciéndonos desde aquel ya lejano 1989. Sin embargo, en esta ocasión la banda llevaba mucho tiempo sin dejarse caer por aquí por lo que su presencia acabó movilizando a muchos seguidores de todo el país que no dudaron en acercarse hasta el Navarra Arena para ver a la actual encarnación de la banda que ahora se completa con el batería Dave Chedrick y el virtuoso guitarrista Michael Angelo Batio.

Para acabar de conformar el atractivo cartel de este Kingdom Of Rock Festival, contaríamos con otro peso pesado dentro de la escena europea como es la incombustible y carismática Doro, quien una vez más volvió a brindarnos un repertorio en el que se combinaron temas de su prolífica carrera en solitario y algunos de los himnos que popularizó entre la parroquia metalera durante la década de los ochenta al frente de los míticos Warlock. Otra banda alemana que se sumó al cartel, -y que aportó las melodías luminosas, la velocidad powermetalera y unos estribillos absolutamente coreables,- fueron Freedom Call, quienes a base de cabalgadas happy metaleras nos dieron excusas para levantar los brazos y cantar. En tanto que para abrir la cita, a primera hora de la tarde, contaríamos con los representantes de la zona: los thrashers Electrikeel quienes mostraron, con sólidos argumentos y ante un nutrido grupo de seguidores, las armas que les dieron derecho a participar en una jornada tan especial.

El recinto donde se llevó a cabo esta fiesta metalera fue el Navarra Arena, un amplio y cómodo pabellón situado junto al lado del Estadio El Sadar. Por su forma y distribución, me recordó al Wizink de Madrid, aunque diría que con algún tramo menos de grada. Tal y como estaba anunciado la entrada al recinto se hizo por diferentes accesos, dependiendo de si la entrada era de palco, grada o pista. En cualquier caso, cabe remarcar que el acceso al recinto se hizo de forma escalonada y estuvo bastante bien organizado, lo que propició que no hubiera interminables colas y que el acceso fuera relativamente rápido.


ELECTRIKEEL


Cuando un servidor accedió al Navarra Arena acababa de arrancar la descarga de Electrikeel. El trío pamplonica salió con la consigna clara de aprovechar al máximo su tiempo y la oportunidad que se ganaron a pulso al derrotar en la final del certamen a Ethernal y Toifelthal. El combo navarro se vio un poco diluido en la inmensidad del escenario, pero eso no fue óbice para que la banda desplegara de forma rotunda y convincente su explosivo y demoledor Thrash metal. Aunque, a priori, poco tenía que ver su propuesta con la del resto de bandas que conformaban el cartel del festival, lo cierto es que Electrikeel consiguieron conectar con los que accedieron pronto al recinto ,y aunque en algunos momentos de su descarga el sonido fue algo embarullado, el trío dejó muy buenas sensaciones al atacar algunas de las piezas con conforman su primer largo: “Straight Outta Depths”.


Pese a que mientras transcurría el show de Electrikeel la gente siguió accediendo al recinto, los que habíamos entrado al inicio de su descarga tuvimos ocasión de, cerveza en mano, disfrutar de los riffs supersónicos y humeantes que marcaron zarpazos incisivos como la apocalíptica “We Were War”, o esa brutal andanada de pura esencia thrashera que lleva por título “Till We Die”, que sorprendió a más de uno con lo explosivo de sus cambios de ritmo y la velocidad incendiaria de sus guitarras. Sea como fuera, Electrikeel sacaron el máximo partido a su escueta actuación dando buena cuenta de un thrash metal crudo y de estirpe clásica, y en el que además no faltaron algunas pinceladas crossover, dejando unas muy buenas sensaciones entre los que pudimos disfrutar de su show.


FREEDOM CALL


Con algo más de público en el recinto, y tras el habitual cambio de equipo, tocaba cambiar diametralmente de registro para esbozar una sonrisa siguiendo la estela de los optimistas powermetaleros Freedom Call. La formación que capitanea Chris Bay lleva más de un cuarto de siglo, -que se dice pronto- , en la carretera, y han conseguido granjearse el favor de una fiel parroquia de incondicionales que acostumbran a dar colorido y calor a sus descargas. Así que su propuesta la conocíamos todos de antemano. El cuarteto sabe cómo montar una buena juerga en sus presentaciones, aunque a un servidor no acabe de convencerle que lleven coros, armonías vocales, arreglos, e incluso algunas guitarras disparadas. Eso sí, lo que nadie puede reprocharles es la entrega de una banda que no paró de moverse incansablemente por el escenario mientras interactuaba con el respetable siempre con una amplia sonrisa dibujada en el rostro,


El cuarteto saltó a escena perfectamente uniformado, -luciendo sus chalecos tejanos-, y dispuesto a captar la atención del personal desde el mismo arranque. Y es que Mr. Bay y sus muchachos derrocharon en todo momento buen rollo, simpatía y ese desparpajo que siempre les ha caracterizado, deleitándonos incluso con algunos movimientos perfectamente sincronizados mientras la fanfarria de los teclados y los grandilocuentes coros eran los responsables de ponernos a todos a saltar durante la inicial “Hammer Of The Gods”. Evidentemente, los germanos no quisieron dejarse en el tintero algunas de las composiciones más destacadas su más reciente “Silver Romance”, así que tras “Tears Of Babylon”, llegó el momento de ofrecernos una primera muestra dando buena cuenta de “Supernova”.

Por supuesto que Freedom Call no han inventado nada si hablamos en términos de power metal. No obstante, han sabido aglutinar en su propuesta todos los clichés del género para crear un sonido que agrada y engancha a muchos seguidores del estilo, aunque he de admitir que soy de los que piensa que es en el marco de los festivales donde ofrecen sus mejores prestaciones, y ver cómo el personal se implicó al máximo en temas como “Silver Romance”, elevando los puños mientras coreaba su hímnico estribillo, fue la constatación definitiva. A estas alturas, con los más entusiastas ya totalmente integrados en la dinámica del show, las primeras filas se habían convertido en una fiesta, y los germanos no parecían dispuestos a dejar que el ambiente decreciese. Así que para mantener la euforia reinante seguirían dándonos buen “combustible” para que no paráramos de saltar y agitar la cabeza frenéticamente mientras cabalgábamos a lomos de la celebradísima “Union Of The Strong”, la pieza que abría “Beyond” (2014), y que a algunos nos trajo al recuerdo a los Gamma Ray de la segunda mitad de la década de los noventa.

Aunque el ritmo del show de Freedom Call fue vertiginoso, el cuarteto de Nuremberg también nos concedió algún momento de tregua que resultó ideal para recuperar mínimamente el resuello. De modo que los teclados pregrabados serían los encargados de anunciarnos que había llegado el momento de hacer otra escala en “Silver Romance”, para adentrarnos en los tempos más contemporizados que nos abocaron sobre los derroteros más comerciales de “Out Of Space”. Como decía, si algo marcó la descarga de Mr. Bay y sus acólitos fue el buen rollo. Ellos nunca han sido la típica bandas de “malotes” que para las fotos frunce el ceño, si no más bien al contrario. Así que no me extrañó lo más mínimo que Mr. Bay se colocara un llamativo sombrero para encarar la cachonda “Mr. Evil”, que fue otra de las que sirvió para que el personal ejercitara las cuerdas vocales coreando su simpática y vacilona melodía.

Sin embargo, todo lo anteriormente expuesto no quita para que Freedom Call también quisieran dejarnos alguna pincelada de corte épico. Aunque para hacerlo tuvieron que mirar al pasado, a lo que fueron sus primeras entregas en las que todavía contaban en su seno con el batería Dan Zimmermann y el guitarrista Sascha Gerstner, y es que el tema que comparte nombre con la banda sonó absolutamente matador y sirvió para que sus seguidores más veteranos se dejaran notar con fuerza. Acto seguido era el momento idóneo para fomentar entre todos los presentes la hermandad metalera, y para ello que mejor que invitarnos a participar en la divertida y fiestera “Power & Glory”.

A estas alturas del show los alemanes ya habían conseguido llevar a los que venían más predispuestos a pasarlo en grande a su particular “universo” de luz y velocidad power metalera. Así que para encarar la recta final de su entretenida descarga nos invitaron a levantar los puños y volver a cantar todos juntos otro estribillo marca de la casa como es el de “Warriors”. Por supuesto, no hay la menor duda: “Metal Is For Everyone”, pero aún más para los que a estas horas de la tarde hacía ya bastante rato que estábamos moviendo la cabeza como descosidos. Para rematar una descarga que gustó, y mucho, a los que la vivimos de cerca,- y que imagino dejó bastante indiferentes a los que la siguieron de refilón hablando con los colegas en las gradas-, que mejor que tirar de uno de sus clásicos incontestables: “Land Of Light”.


DORO


Hay artistas y bandas que tienen una relación especial con el público español. Poco importa la repercusión que hayan tenido sus últimas entregas de estudio, o que nos visiten año tras año, ya que sus incondicionales siempre acaban respondiendo a la llamada. Y sin duda la incombustible “Reina del Metal”, Doro Pesch forma parte de esa selecta lista. Su idilio con nuestro país se remonta a la segunda mitad de la década de los 80, cuando una jovencísima Doro se dejó a caer por aquí liderando a la que fuera su banda Warlock. Lo que vino después es historia. Todos hemos tenido ocasión de disfrutar del buen hacer y la autenticidad de esta genuina luchadora del metal, ya fuera en sus incontables giras por nuestro país, o con su presencia en los festivales que cada verano se realizan a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional. De modo que era obvio que, por méritos propios, Doro fuera uno de los platos fuertes de esta primera edición del Kingdom Of Rock Festival.


Al estilo clásico, como no podía ser de otra forma, con un gran telón de fondo con la portada de su último redondo: “Conqueress- Forever Strong And Proud”- presidiendo el escenario la banda que acompaña a Doro aparecía en escena para hacer explotar al respetable al abalanzarse sin previo aviso sobre el primer gran clásico de la noche: “I Rule The Ruins”. La última en aparecer fue la vocalista germana, con su look y estampa habitual: encuerada, de riguroso negro, luciendo cadenas, tachas, su característica sonrisa y haciendo gala de ese magnetismo que parece que le hace invulnerable al paso del tiempo. Como siempre, en plena forma, Doro cantó, se movió por todo el escenario, animó y movió la melena como solo ella sabe hacer, logrando que los más marchosos no pudieran resistirse y acabarán sucumbiendo ante el vendaval metalero que supusieron himnos ochenteros como el demoledor “Earthshaker Rock”, que llegó acompañado por unas altísimas columnas de humo.

Seguramente lo más fácil para Doro hubiera sido conformar un repertorio compuesto únicamente por clásicos de Warlock, y aunque esta noche pudimos escuchar unos cuantos, lo cierto es que tampoco quiso dejarse en el tintero una buena selección de material más reciente. Evidentemente, supongo que a nadie se le escapa, que esos temas no tuvieron tanto tirón entre el público. Sin embargo, los que hemos venido siguiendo su trayectoria disfrutamos intensamente de piezas como la marchosa y rockera “Time For Justice”, o de los riffs más enérgicos y de esencia netamente metalera que marcaron “Fire In The Sky”, que llegó acompañada por una buena ración de fuego.

Como comentaba anteriormente, pese al buen sabor de boca que a algunos nos dejó escuchar algo de material más contemporáneo, -con el que Doro dejó patente que no está dispuesta a vivir únicamente de rentas del pasado-, cabe remarcar que los momentos más intensos y vibrantes, en los que banda y público fueron uno, llegaron cuando nos invitaron a viajar a 1984 para rememorar la pieza que prestaba título a lo que fue el primer largo de Warlock: “Burning The Witches”, que como era previsible puso literalmente el recinto patas arriba. Varios fueron los momentos a lo largo del show en los que Doro quiso agradecernos el apoyo a lo largo de todos estos años. Tampoco quiso, en esta ocasión, dejar pasar la oportunidad de manifestar su especial devoción por el público español, y fue durante el speech que sirvió como preámbulo para “Raise Your Fist In The Air”.

Para poner un poco de calma tras un arranque verdaderamente memorable, -en el que Doro dejó patente que no ha perdido ni un ápice de garra y pasión-, para transitar por lo que fue el ecuador del show tocaba bajar momentáneamente el nivel de revoluciones, que no de intensidad, ya que la siguiente en sonar fue otra de las que sirvió para que el público acompañara primero con palmas para posteriormente cantar junto a Doro, la emocionante e ineludible “Für Immer”, que pese a haberla escuchado en infinidad de ocasiones en directo a un servidor volvió a ponerle los pelos de punta. Y a tenor de la cerrada ovación con la que el personal despidió el tema, diría que no fui el único. Pero está claro, todos lo sabemos. Después de la calma siempre regresa la tormenta, y en esta ocasión llegó en forma de suculento bocado, ya que el bombardeante ritmo que comandó el tema que abría lo que fue el segundo disco de Warlock en 1985: “Hellbound”, volvía a poner en movimiento al personal que había en la pista mientras que los de las gradas volvían a levantarse para moverse rendidos ante su imparable pegada.

Acto seguido llegaba el momento de hacer una última incursión en su obra de 2023 dejando que los tempos más marcados sirvieran como invitación para que todos nos sumáramos con el puño en alto a los coros que dieron punch al estribillo de “ Children Of The Dawn”. Tras la rotunda respuesta del respetable a la pregunta de si queríamos más, llegaba el momento de que las guitarras se tornaran algo más oscuras para dar amplitud a ese demoledor ataque titulado “Revenge”, con el que nos invitaban a acelerar el paso antes de encarar la recta fina del show. No fue una sorpresa, aunque si una alegría, volver a escuchar su particular adaptación del clasicazo de sus colegas de Judas Priest “Breaking The Law”, que, por supuesto, fue otra de las más coreadas de la velada. Aunque he de reconocer que teniendo en cuenta lo que Doro ha producido a lo largo de su prolífica carrera discográfica, -tanto con Warlock como en solitario-, hubiera preferido una composición suya, aunque entiendo que un tema de los “Metal Gods”, es una apuesta segura para poner cualquier auditorio patas arriba.

Pero, evidentemente, si hablamos de himnos que emocionan, que son algo más que una canción que el paso del tiempo ha convertido en cánticos cuasi generacionales, que por supuesto no dejan indiferente a nadie, y que uno no puede escuchar sin emocionarse, que mejor que el legendario e icónico “All We Are”, que hacía que banda y público fueran uno, creando un estruendo ensordecedor dentro del recinto del Navarra Arena. Ante ese clima absolutamente especial, que solo unos cuantos artistas son capaces de crear en sus descargas, Doro se volvía a dirigir al personal para recordarnos su primera visita a España en 1986 junto a Judas Priest, precisamente, antes de anunciarnos que había llegado el momento de “True As Steel”. El tiempo de Doro y sus muchachos estaba tocando a su fin, pero antes de marcharse aún tenían una última bala guardada en la recámara para cerrar por todo lo alto su participación en esta primera edición del Kingdom Of Rock Festival, dando rienda suelta al ritmo implacable de “Metal Racer”.

Impasible al inexorable paso del tiempo, Doro volvió a hacer acto de presencia para reivindicarse una vez más, y ya van unas cuantas, como la indiscutible “Metal Queen”. Para algunos otro show más, muy similar al que ya han visto en muchas ocasiones. Para otros muchos, incluido un servidor, la enésima ocasión de deleitarnos con una luchadora implacable dentro del heavy metal que, seguro, echaremos de menos cuando decida a que ha llegado el momento de dejar las giras. Hasta entonces, el que suscribe piensa seguir disfrutando de su música y su magnetismo personal en vivo siempre que pueda.


MANOWAR


Siempre mola reencontrarse después de una larga temporada con un viejo colega con el que has tenido alguna pequeña desavenencia, y que vuelva a surgir “el buen rollo” de antaño. Sin duda, el tiempo ayuda en muchos casos a ver las cosas con perspectiva, y rema a favor de que las cosas vayan quedándose atrás permitiendo que lo bueno acabe teniendo un peso mayor en ese amplio espacio que ocupan las vivencias y los recuerdos. He de admitir que la última vez que un servidor, hace ya más de una década, tuvo ocasión de ver en directo a Manowar, salió muy contrariado. De hecho, pese a haber visto a la banda en todas las giras que han pasado por nuestro país desde 1992, cuando salí de su descarga aquella calurosa noche del mes de Julio me planteé muy seriamente si esa cita acabaría marcando el fin de mi relación con Manowar.


Sin embargo, cuando se anunció la celebración del Kingdom Of Rock supe que había llegado el momento de pasar pagina, y dar una nueva oportunidad a la banda. Y en honor a la verdad hay que admitir que en esta ocasión Manowar sí que estuvieron a la altura: en primer lugar ofrecieron un espectáculo acorde con lo que se espera de una banda de su prestigio, estatus y entidad. Con un escenario perfectamente engalanado con diferentes imágenes, algunas de las portadas más emblemáticas de su longeva trayectoria, otras de corte apocalíptico…, en definitiva sabiendo crear el marco idóneo para las canciones. Por supuesto, que tampoco faltó un cuidado montaje de luces, diferentes proyecciones, el fuego, las columnas de humo, y hasta chaparrones de confeti que ayudaron a dimensionar, aún más si cabe, algunos de los momentos álgidos del show. En cuanto al sonido, me pareció muy bueno en líneas generales, con todos los instrumentos sonando a un nivel aceptable y convenientemente equilibrado, aunque lógicamente, y como era previsible, el bajo de Joey DeMaio tuvo un papel más que preponderante. Y ya que hablamos del carismático bajista, en esta ocasión se mostró bastante más comedido en cuanto a sus discursos se refiere. Aunque no pudo evitar dejar su instrumento a un lado para empuñar el micro, cual monologuista, para antes de arrancar los bises dirigir una charla al respetable, explicándonos en un más que entendible castellano algunos de los motivos que han propiciado que la banda no haya pisado los escenarios de nuestro país durante los últimos años.

En cualquier caso, y pese al notable protagonismo del incombustible DeMaio, no creo equivocarme al sentenciar que el gran triunfador de la noche fue Eric Adams, quien a sus 72 años se mostró en un fantástico momento de forma, mostrándose pletórico a la hora de encarar los registros más exigentes, dejando claro que es uno de los mejores vocalistas que ha dado el género. Sin embargo, también hay que recalcar que varios de los temas que sonaron esta noche lo hicieron rebajados de tono, aunque eso es algo que la banda lleva haciendo desde hace varios lustros, y tampoco es nada que deba empañar el desempeño de unos músicos que hicieron un excelente trabajo. Muchas miradas recayeron también sobre el virtuoso guitarrista Michael Angelo Batio, quien por cierto apareció mucho en las pantallas que estaban colocadas en los laterales del escenario, dejando claro el protagonismo que le han cedido sus compañeros, y no es para menos, ya que sin desmerecer a sus predecesores, creo que es el mejor guitarrista, -y el que atesora más carisma-, desde que Ross The Boss saltará del barco a finales de la década de los ochenta. El que tampoco desentonó lo más mínimo, marcándose un trabajo de lo más sólido y convincente, fue el batería Dave Chedrick, quien, con su kit encuadrado en la parte central del escenario, fue el motor sobre el que se cimentó el paseo militar del combo americano.

Los prolegómenos habían sido suculentos, pero por fin la espera había llegado a su fin. Así que una vez concluida la descarga de Doro el escenario quedó a salvo de las miradas indiscretas, -mientras los pipas de la formación americana daban los últimos retoques al montaje escénico-, por una gran lona en la que había diferentes pictogramas y mensajes que incitaban a los fans a que no grabaran vídeos, ni hicieran fotos y para que tampoco realizaran “crowd surfing”. A estas alturas la expectación era máxima, y a muchos ya les había devorado la impaciencia. Así que cuando llegó la hora prevista para el inicio del show el estruendo de los silbidos, reclamando la presencia de nuestros héroes sobre el escenario, fue ensordecedor. Afortunadamente, la espera no se dilató mucho, y tan solo unos minutos después los americanos dieron el inicio a su brutal presentación. Con el pabellón completamente a oscuras y precedida de una grandilocuente introducción la clásica alocución de la banda nos anunciaba que había llegado el momento de la verdad. La explosión de júbilo entre el personal fue absoluta, y más cuando tras la estruendosa explosión inicial pudimos ver el imponente montaje escénico y a los miembros de la banda ya posicionados para atacar la pieza que abrió el show “Manowar”. El último en aparecer, enfundado en su armadora de cuero, fue Eric Adams quien no tardó mucho el levantar el puño para espolear al público por primera vez coincidiendo con la llegada del primer estribillo de la noche. Otro que no paró de animar, ni un momento, fue DeMaio mirando amenazante a las primeras filas antes de tomar el centro del escenario para hacer piña junto a sus compañeros en una épica recta final.

La batalla había comenzado de la mejor forma posible. La banda parecía en forma y el público totalmente entregado, y la prueba palpable fue observar con la intensidad con la que el respetable se implicó en temas como la mítica e imprescindible “Kings Of Metal“, que llegó acompañada de fuego y humo. Sin apenas darnos tiempo de encajar la dupla inicial nos sumergiríamos de lleno en la pieza que prestaba título y abría la quinta entrega del combo neoyorquino: “Fighting The World”, que nos dejaba la estampa del entregado respetable cantando de forma ensordecedora cada vez que Adams levantaba los brazos. Tras haber arrancado la velada con una buena ración de su material más clásico y netamente ochentero era un buen momento para realizar una incursión en el disco que para muchos marca el fin de la etapa más gloriosa de la banda “Louther Than Hell”, y es que el despliegue épico de “Brothers Of Metal Pt.1” provocó que esas escenas de fraternidad y hermandad heavy metalera que solo se dan en las descargas del combo americano volvieran a repetirse entre el entregado y eufórico público que abarrotó el Navarra Arena.

Sin nuevo material que presentar, su último largo “Lord Of Steel” se publicó hace ya más de una década, todos sabíamos, tal y como ellos mismos se habían encargado de anunciar, que el principal reclamo de este “The Blood Of Our Enemies Tour” era repasar, coincidiendo con su cuadragésimo aniversario, algunos de los momentos más destacados de “Hail To England” y “Sign Of The Hammer”. Tocaba pues abrir la caja de Pandora, y para ello que mejor que ambientar el escenario con la imagen de su fornido guerrero empuñando sendas espadas. El inconfundible de “Army Of Immortals” se encargó de espolear a un personal que explotó cuando Adams dio la entrada al resto de sus compañeros dejando claro que su arsenal más clásico sigue estando todavía vigente entre su fiel parroquia de incondicionales. Muchos fueron los momentos en los que la épica se apoderó del recinto. Pero sin duda uno de los más memorables fue cuando el escenario se llenó de tonalidades rojizas a la vez que los rayos caían sobre la icónica estampa del guerrero que aparece en muchas de sus portadas mientras el cuarteto atacaba de forma implacable la colosal “Blood Of My Enemies”, con un Eric Adams absolutamente sublime. Estaba claro que no era el momento de levantar el pie del acelerador, pero si de que todos levantáramos los puños para corear junto a la banda, y acompañados de unas altísimas columnas de fuego, el brutal estribillo del legendario “Kill With Power”, cerrando de la mejor forma posible esta primera aproximación al material de “Hail To England”.


Tras recabar la cerrada ovación del respetable, tocaba cambiar de álbum, centrando ahora nuestro objetivo en “Sign Of The Hammer”. Lo primero fue cambiar el decorado, mostrándonos un cielo estrellado y posteriormente unas cumbres borrascosas en las que se acabó desatando la tormenta mientras la banda se adentraba en los derroteros más relajados que marcaron los compases iniciales de “Mountains” para hacer que posteriormente creciera la intensidad gracias en gran medida a la fantástica interpretación de un Eric Adams que se mostró en estado de gracia durante toda la velada. Un nuevo cambio de decorado, con la parte trasera repleta de amplificadores que iban explotando fue lo que pudimos ver durante esa declaración de intenciones que es “All Men Play On Ten”, que fue una de las elegidas para que Michael Angelo Batio nos mostrara algunas de sus habilidades. La figura del guerrero volvería a presidir el escenario, en este ocasión con la ilustración de la portada del “Hail To England”, mientras se descolgaban también cuatro banderolas con la del “Sign Of The Hammer”, durante la icónica pieza que prestaba título al disco “Sign Of The Hammer”, cuya melodía central fue coreada con devoción mientras realizábamos el clásico gesto con ambos brazos.

Para rematar este tramo de la noche que mejor que dejar que Adams nos destrozará los tímpanos durante “Bridges Of Death”, que llegó acompañada de imágenes apocalípticas y de la fuerza del fuego devorando el escenario. La elegida para dar por concluido nuestro viaje a 1984 fue otra de las que por derecho propio se han ganado un lugar muy especial en el corazón de todos los seguidores de Manowar: “Thor (The Powerhead)” que arrancaba de forma imperial, respaldada sobre sus marciales redobles, para acabar asestándonos un golpe brutal y devastador, con el frotman levantando los brazos para que entonáramos su característica melodía antes de desplegar toda esa épica metalera que se vio potenciada por el alarido final del vocalista.

No sería hasta este tercer tramo del show en el que Manowar se permitieran meter algunas de las composiciones que han publicado en lo que llevamos de este tercer milenio. Por supuesto que su producción en estos años que llevamos del siglo XXI no ha sido tan prolífica como antaño, si nos ceñimos a lo que son nuevos temas. Pero lo cierto es que han facturado un puñado de canciones que siguen emocionando y espoleando a sus seguidores. “Sons Of Odin”, es una de ellas, tal y como pudimos comprobar viendo la respuesta del personal, y es que aunque no pueda competir de tú a tú con algunos de sus himnos clásicos, sigue conservando muchos de los elementos que tanto adoramos sus seguidores, con el implacable bajo de DeMaio marcando inexorablemente el paso antes de cada uno de esos vibrantes increscendos. No tardarían mucho en volver a meter una marcha más al motor, ya que en compañía del fuego proyectado llegaríamos hasta “House Of Death”, con Adams nuevamente llevando sus cuerdas vocales al límite antes de que Batio diera un paso al frente para ofrecernos una buena muestra de sus posturas en su vertiginoso solo de guitarra.

Lo habían vuelto a hacer, Manowar habían vuelto a poner al personal donde querían, totalmente arriba. El ritmo poderoso y cabalgante de “King Of Kings” nos serviría para ascender por las escaleras, envueltas en fuego, que nos conducirán hasta el Valhalla donde nos aguardaba la gloria. Por supuesto que no faltaron los puños al aire cada vez que Adams pronunciaba la palabra “King”, mientras se golpeaba en el pecho, ni tampoco una ensordecedora ovación como despedida al tema. Una nueva escala en su obra de 2002 “Warriors Of The World”, serviría como excusa para invitarnos a sumarnos al estribillo de “Fight Until We Die”, que de forma magistral, y dejando las espadas en todo lo alto, nunca mejor dicho, ponía el punto y seguido a la descarga del cuarteto neoyorquino.

He de reconocer que a estas alturas, muchos estábamos ya sorprendidos de que Joey DeMaio todavía no se hubiera dirigido al respetable en uno de sus habituales discursos. Hasta este momento la banda se había concentrado en el aspecto meramente musical, dejando que su música hablara por ellos y encendiera el fervor metalero entre su parroquia de incondicionales. Pero todos sabemos que si hablamos de Manowar, casi tan importantes y característicos como la épica y el heavy metal, son los discursos de DeMaio. Sin embargo, el de esta noche no fue vacío, ni injustificado. El bajista se dirigió, -cerveza en mano-, al respetable para dar explicaciones, -las suyas-, de porque la banda había tardado tanto tiempo en regresar a nuestro país. Tampoco faltaron los agradecimientos y alguna que otra “bravuconada” propia de su “personaje”. Pero lo cierto es que en esta ocasión, su discurso no se hizo muy farragoso ya que duró algo menos de 10 minutos.

Con el ánimo del personal completamente encendido era el momento de retornar a lo verdaderamente importante: la música. Tocaba encarar la recta final del show y la mejor forma de volver a invocar la hermandad metalera fue con el ritmo reptante y sinuoso que se encargó de anunciarnos que había llegado el momento de levantar los puños al aire y cantar junto a la banda “Warriors Of The World United”, que nos dejaba la imagen de su guerrero empuñando la bandera americana, para dejar que posteriormente, y mientras una densa lluvia de confeti caía sobre nuestras cabezas, en la parte trasera aparecieran la de muchos más países. Sin apenas darnos cuenta, lo cierto es que llevábamos un buen puñado de minutos coreando temas que la banda ha publicado en este tercer milenio, Así que ya en las postrimerías del show era un excelente momento para volver la vista atrás para hacer que el recinto se viniera literalmente abajo con uno de esos temas que cualquiera que tenga un resquicio de “heavy” en su corazón no puede escuchar sin estremecerse: “Hail And Kill”. No, la batalla aún no había concluido. Nos faltaba una última dosis de épica metalera y para ello que mejor que la imprescindible “Black Wind Fire & Steel”, que se zanjó con el ritual habitual de Adams empuñando los instrumentos de cuerda para cedérselos a sus compañeros para que estos, acompañados de los brazos en alto del personal, se encargaran de empuñarlos y romper las cuerdas antes de marcharse definitivamente dejando que tras de si algunas explosiones y un ensordecedor pitido atronando a través de los amplificadores.

Al final del show, unos grandilocuentes cánticos se encargaron de despedirnos dando por concluido un fantástico espectáculo. Las caras de alegría y satisfacción del personal denotaban que acabábamos de presenciar, en primera persona, una de las mejores descargas que Manowar han ofrecido en nuestro país. Sin duda la mejor noticia fue el incontestable triunfo de un festival, Kingdom Of Rock, que esperemos haya llegado para quedarse. Pero, también, el irnos a casa con un excelente sabor de boca, el que te deja comprobar que Manowar todavía son capaces de ofrecer en sus directos aquello que a muchos nos cautivó cuando éramos más jóvenes y en la intimidad de nuestra habitación pinchábamos de forma compulsiva sus discos: La magia, la pasión, la épica, la hermandad y la potencia del Heavy Metal. ¡Así Sí!





No hay comentarios:

Publicar un comentario