Viendo el ambiente que había a las afueras del local, y comprobando lo rápido que empezó a llenarse la sala, estaba claro que la convocatoria para este cuarto aniversario de Liantes Metaleros iba a ser todo un éxito. Así que ahora solo cabía esperar que las bandas se encargaran de rubricar tan señalada efeméride con dos grandes descargas. La responsabilidad de abrir fuego en este Sábado de Gloria recaía sobre unos viejos conocidos para cualquier seguidor del heavy metal que se precie, una banda que lleva a gala y por bandera ser uno de los grandes adalides del género en nuestro país, y que portando su grito de guerra por bandera: “¡A Muerte!”, han conseguido no solo consolidarse en nuestro país, sino que también han realizado diferentes incursiones más allá de nuestras fronteras: Vhäldemar.
No hubo sorpresas, el combo que desde hace más de un cuarto de siglo, -que se dice pronto-, lideran el virtuoso guitarrista, productor y principal compositor Pedro J. Monge y esa bomba de relojería sobre el escenario que es el incombustible y carismático frontman Carlos Escudero, regresaba a los escenarios de la capital catalana, a las puertas de publicar su nuevo material en directo, para repasar algunos de los mejores momentos contenidos en lo que hasta la fecha es su última entrega de estudio: el fabuloso, y aclamado por muchos como uno de los mejores trabajos del pasado 2024, “Sanctuary Of Death”, amén de ofrecernos algún guiño en forma de suculento bocado de todos y cada uno de los discos que el combo vasco ha publicado hasta el momento.
Con un ambiente muy animado en la sala, y con el recinto bastante concurrido y expectante, aparecían sobre el escenario, parapetados por la portada de “Sanctuary Of Death” y acompañados de un cálido recibimiento, los miembros de Vhäldemar para dar el pistoletazo de salida al show con un trallazo humeante y aniquilador como es “Dreambreaker”. El último en irrumpir en escena, ataviado con chupa de cuero, gafas de sol, y empuñando con fuerza su pie de micro, fue el alocado e histriónico Carlos Escudero, todo un personaje, a la par que excelente frontman y vocalista, que llevó el timón de la nave baracaldesa, liderando a sus compañeros, amén de arrancarnos alguna que otra carcajada con sus ocurrentes y disparatados comentarios durante las presentaciones.
En cualquier caso, ninguna novedad para los que venimos siguiendo a la banda desde hace años. Sin embargo, no nos engañemos el gran activo de la banda son sus composiciones, y de eso tiene mucha culpa Pedro J. Monge. Y es que si Carlos fue quien acaparó todas las miradas con su explosiva forma de moverse por el escenario, a nivel musical el motor de la banda fue el guitarrista, y es que la rotundidad de riffs como el que comandó el demoledor “Devil’s Child”, que nacía sustentado sobre una compacta sección rítmica, nos pasó literalmente a cuchillo para conseguir que todos los presentes levantáramos los puños para respaldar su ritmo cuasi marcial. Habiéndose adueñado del escenario, no esperábamos menos de estos “Alegres Pillastres”, y tras desprenderse Carlos de sus gafas de sol y remangarse la chupa, llegaba el momento de proponernos una primera mirada al pasado, confiando para ello en la implacable pegada de uno de esos himnos que resumen a la perfección la personalidad de la banda: “Metalizer”, que sirvió para que el incansable vocalista abandonara por primera vez el escenario para interpretar el tema mientras se paseaba entre el público.
A estas alturas del show, y con el ambiente convenientemente caldeado, tanto sobre el escenario como en la pista, el recinto se había convertido ya en una fiesta metalera. Además, los de Barakaldo no son de aquellas bandas que permiten que el nivel de intensidad decaiga en sus descargas. Así que estaba claro que la cosa iba a ir en aumento. De modo que tras brindar con todos los presentes, el quinteto se zambulló de lleno en las ambientaciones más oscuras y densas que marcaron el amenazante “Death To The Wizard”, que fue el escogido para representar a lo que fue su anterior entrega, que vio la luz en plena época pandémica: “Straight To Hell”.
A lo largo de las diferentes charlas con las que nos deleitó Carlos, el explosivo vocalista deslizó que la banda había tenido un susto en la carretera camino a Barcelona. Sin embargo, eso pareció no afectar a la intensidad y la entrega de una banda que se mostró absolutamente imparable, brindándonos cabalgadas polvorientas, a la par que melódicas, como “Old King’ s Visions (Part VII)”, que nos daba argumentos para agitar frenéticamente las cervicales mientras los teclados de Jonkol Tera y la guitarra de Pedro nos dejaban unas suculentas pinceladas de corte neoclásico en sus virtuosos desarrollos instrumentales. Nunca nadie lo ha dudado. Pero por si acaso había algún infiltrado en la sala que todavía no tenía claro que son Vhäldemar, la banda nos invitó a acompañarles a la hora de entonar las coreables melodías de esa auténtica declaración de intenciones que lleva por título “Heavy Metal”.
Velocidad, contundencia, melodía, unos fantásticos estribillos hímnicos,..., solo nos faltaba para completar este particular repóquer metalero una buena dosis de épica. Y para ello que mejor que invitarnos a viajar nuevamente hasta el fantástico y seminal “Against All Kings”, y castigarnos de forma inmisericorde con el demoledor “1366 (Old King’s Visions Part V”. Sin pelos en la lengua, y descargando toda la rabia y la mala leche acumulada, Carlos se marcó una chispeante presentación para esa muestra de socarronería y macarrismo metalero que lleva por título “Bastards”, que nos dejaba con la estampa de frontman clavando las rodillas en el escenario para que sobre su cabeza Pedro acabara tocando la guitarra antes de que la sala acabara estallando en una ensordecedora ovación.
Sin duda el carisma y la personalidad de Carlos acabaron propiciando que la mayoría de miradas recayeran sobre su figura. Sin embargo, no hay que olvidar la excelente labor que realizan todos y cada uno de los miembros de la banda. Por motivos obvios resaltan la labor tanto de Jonkol tras los teclados, como la del ya mencionado Pedro, que se marcó un show absolutamente bestial. Aunque huelga decir que para que el combo vasco disfrute de la pegada y la contundencia con la que acostumbran a volarnos la cabeza resulta absolutamente imprescindible el tándem rítmico que conforman el batería Jandro Tukutake y el bajista Raúl Serrano, quien además mostró sus buenas facultades como vocalista al compartir con Carlos las estrofas de “Fear”, que servía para que la banda se sumergiera de lleno en su tempo reptante y oscuro. Estábamos de fiesta, de modo que Carlos no vaciló a la hora de pasear por el escenario su botella de whisky mientras introducía “Howling At The Moon”, que durante sus compases iniciales fue uno de los pocos momentos en los que Vhäldemar levantaron el pie del acelerador. Fue tan solo un espejismo, ya que la banda no tardó en lanzarse inmisericordemente sobre sus enrevesados desarrollos, dejando que Carlos y Jonkol intercambiaran sus posiciones, sorprendiendo a más de uno los rotundos alaridos del teclista en un épico increscendo final.
Totalmente desbocado, como en él suele ser habitual, Carlos no dudó en dedicarse a él mismo el que anunció como último tema del show: “The Old Man”, que a la postre fue el único recuerdo que se permitieron a lo que fue su cuarto redondo “Shadows Of Combat” (2013), que sirvió además para que el vocalista se diera su particular baño de masas, paseándose entre los presentes mientras presentaba y jaleaba a sus compañeros desde la pista como si fuera un espectador más, para posteriormente regresar junto a ellos y rematar por todo lo alto esta primera parte del show.
No había tiempo que perder. Así que tras un rápido paso por el backstage la banda regresaba al escenario para rematar su descarga, confiando para dar el pistoletazo de salida a los bises en los coreables estribillos y los desarrollos de esencia neoclásicos contenidos en “Dusty Road”. Si de algo pueden presumir Vhäldemar es de que todos sus discos les representan, hasta el punto que durante su descarga acabaron sonando temas de todos sus trabajos. Obviamente, los más antiguos quedaron para el final. Así que para cerrar por todo lo alto su explosivo show el combo vasco se reservó otra declaración de intenciones como es ese pepinazo que lleva por título “Breaking All The Rules”. Mientras que la rúbrica definitiva llegaría precedida de la sentencia “End Has Come”, que nos anunciaba la llegada del que fue el primer gran himno de la banda y el que, de alguna forma, asentó las bases del estilo que la banda ha mantenido desde entonces: “Energy”.
Absolutamente brutales e imparables. Vhäldemar volvieron a prestar fiel testimonio que de a día de hoy hay pocas bandas en nuestro país que puedan hacerles sombra si hablamos de puro y genuino Heavy Metal.
Tras el habitual receso, -que sirvió para que pudiéramos reponernos del duro golpe que supuso la descarga de Vhäldemar, y para que Rafa Basa y Mario nos informaran de cómo y cuando se llevaría a cabo el sorteo de las camisetas y los abonos del Leyendas-, le tocaba el turno a los chicos de Girish And The Chronicles, o lo que es lo mismo: GATC. No lo iba a tener nada fácil el cuarteto de Sikkim, y es que no debe ser sencillo subir al escenario después de que lo haya arrasado el vendaval de Barakaldo. Sin embargo, los que habían tenido ocasión de ver con anterioridad a GATC, - este verano en la última edición del Zurbaran Rock-, hablaban auténticas maravillas de su desempeño y aptitudes como músicos, amén de la excelsa calidad de unas composiciones que combinaban a la perfección lo mejor del hard rock de los 80 y la potencia guitarrera propia de los noventa, conjugando en su propuesta influencias tan variopintas como Skid Row, Mr. Big o Pantera, entre otros. No obstante, he de admitir que mis expectativas no eran muy altas, pero de sabios es rectificar; y a tenor de lo visto, GATC me parecieron una banda sólida, con tablas y ante todo con muchas ganas de convencer al personal con un show vistoso y en el que consiguieron implicar al público para hacer que su descarga fuera el mejor broche para este cuarto aniversario de Liantes Metaleros.
En un escenario engalanado con una proyección en la que se combinaban el nombre de la banda india, el logotipo de Liantes Metaleros y el motivo de la celebración, irrumpía el cuarteto de forma rotunda, dispuesto desde el mismo arranque a mantener el alto nivel que hasta el momento había tenido la velada, y para romper el hielo que mejor que confiar en la garra roquera que desplegaron a lo largo de “Primeval Desire”, que se convirtió en su mejor carta de presentación para quienes todavía no les conocíamos. No tardaron mucho en captar la atención, atrapando a una audiencia que tenía muchas ganas de fiesta y que no vaciló a la hora de levantar los puños para respaldar los rotundos coros del tema de apertura. Para muchos la gran sorpresa de la descarga del combo indio fue la potencia vocal y la forma en como su frontman, Girish Pradhan, rasgó sus cuerdas vocales, haciendo que a más de uno nos recordara al mismísimo Sebastian Bach.
En cualquier caso, no fue el vocalista el único que llamó nuestra atención, ya que su guitarrista Suraz Sun, se mostró como un hacha de lo más versátil, combinando rotundos riffs con desarrollos solistas cargados de velocidad y feeling, amén de aportar también junto al bajista Yogesh Pradhan unos coros de lo más compactos en temas como el marchoso y hard roquero “Ride To Hell”, que servía para mantener el impulso inicial de la descarga mientras la gente no paraba de bailar y cantar. Sin embargo, la curiosidad fue ver cómo el guitarrista se posicionaba de perfil, mirando al lateral del escenario, cada vez que tenía que sumarse a los coros. Esa combinación entre tempos frenéticos y guitarras rabiosas y vivaces no se detendría a lo largo de “I’ m Not The Devil”, que tras una dupla inicial de material muy marcado por las influencias más netamente ochenteras del cuarteto nos mostraba una orientación algo más oscura y agresiva, propia del metal de principios de los noventa, con unos registros más rasgados y agresivos, aunque igual de adictivos y potentes, de un Girish que se mostró absolutamente intratable a lo largo de toda la velada.
El inicio de la descarga de GATC fue arrollador, absolutamente brutal. El combo indio en poco más de diez minutos había conseguido meterse a todo el personal en el bolsillo con una combinación intachable de potente hard rock y punzante heavy metal. Ahora todos sabíamos como se las gastaba el cuarteto sobre las tablas. De modo que tocaba recuperar mínimamente el aliento, y para ello la banda optó por ofrecernos un cover de The End Machine, concretamente del tema “Killer Of The Night”, que, todo hay decirlo, bajó un poco el nivel de euforia del personal. Sin embargo, GATC no tardaron mucho en volver por sus fueros, recuperando la potencia y la intensidad al dar buena cuenta de ese hard rock marchoso, con guiños claros a bandas como Mr.Big, invitando al personal a volver a participar en los estribillos de “Every Night, Like Tonight”, para posteriormente dejarnos con el fulgurante duelo que protagonizaron la guitarra de Suraz y el bajo de Yogesh Pradhan.
El cuarteto no abandonaría el material contenido en lo que fue su segundo largo “Rock The Highway”, ya que la sentimental guitarra de Suraz sería la que se encargó de adentrarnos en el uptempo “Wounded”, que nos ponía los pelos de punta con sus increscendos épicos, sus coros a lo Def Leppard y unos desarrollos instrumentales más oscuros y potentes que hacían que cambiara drásticamente la dinámica que hasta ese momento había llevado el show. Acto seguido, tocaba regresar hasta el que por el momento es su última referencia de estudio “Hail To The Heroes”, que vio la luz a principios del pasado 2022, y es que para continuar el show el cuarteto nos propuso los tempos netamente hard rockeros, y de claras esencias americanas, contenidos en “Love’s Damnation”, que nos dejaba con el intercambio de instrumentos entre Yogesh y Suraz, que se marcó un solo de bajo verdaderamente notable antes de que el vocalista nos invitara a cantar su pegadizo estribillo mientras nos grababa con su teléfono.
La garra rockera y el virtuosismo guitarrero volverían a marcar a fuego los compases iniciales de la primeriza “Loaded” para posteriormente volvernos a dar argumentos para menear la cabeza mientras nos dejábamos arrastrar por la marea que propició su coreable y melódico estribillo. A estas alturas del show la conexión entre GATC y el público era ya total, así que cuando Girish nos anunció que el siguiente tema, “Rock The Highway”, era para que nos pusiéramos a saltar, el personal hizo lo propio siguiendo su marchoso ritmo. Los temas a medio tiempo, en los que pudimos apreciar la técnica de los músicos, marcarían los siguientes minutos del show dando cabida a cortes como “Lovers’ Train”, en los que nuevamente los coros volverían a gozar de un destacado protagonismo.
Sin embargo, creo que fueron los temas más potentes y rotundos los que más disfrutaron tanto el público como la propia banda, y es que trallazos directos y absolutamente apabullantes como esa declaración de intenciones que lleva por título “Rock N´ Roll Is Here To Stay”, hicieron que el personal se viniera arriba mientras Suraz clavaba sus rodillas en el suelo para deleitarnos con otro desarrollo solista antes de que su compañero tras los bombos, Nagen Nags, abandonara su puesto, platillo en mano, para dar por concluida esta primera parte del show.
No había tiempo que perder, la hora se había echado encima. Así que el cuarteto no tardó mucho en regresar a escena para invitarnos a que tomáramos partido en los hímnicos estribillos de “Hail To The Heroes”. Impresionados por la acogida obtenida en esta primera visita a la capital catalana, GATC se mostraron de lo más satisfechos con la respuesta del respetable. Así que durante la presentación de “Kaal”, Girish nos comentó el significado de su letra. Sorpresivamente, este fue el tema más oscuro que tocaron esta noche, con unos riffs muy pesados y unas atmósferas densas que, por momentos, nos recordaron al catálogo clásico de Black Sabbath. Esa vertiente más intimista y por momentos relajada fue la que marcó también la balada “The Heaven’ s Crying”. Mientras que la rúbrica definitiva, con banda y público en perfecta sintonía, arrancó con el ritmo funkero que se encargó de adentrarnos en “Identity Crisis”.
En definitiva, grata, muy grata sorpresa la que un servidor se llevó con la descarga de Girish And The Chronicles: un grupo joven, con calidad y excelentes composiciones que hizo gala del empuje y las tablas que les han llevado, por ejemplo, a ser los teloneros de Guns N’ Roses a su paso por Abu Dahbi. Una banda de presente y con un futuro prometedor. Aunque si tuviera que poner alguna pega a su descarga, sin duda sería el orden de los temas, ya que empezaron muy fuerte, y me dio la impresión de que en algunos momentos puntuales les costó mantener el nivel de atención y entrega del público.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ ESPADA
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